Capítulo 2: La recuperación

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Bueno, es hora de las ideas...

Mientras pensaba, golpeaba el lápiz contra mi labio y golpeteaba el suelo con mi pie. El sonido del zapateo se oía cada vez más fuerte, acabando con el silencio de la sala y ganándole al chillido del plumón del profesor sobre la pizarra.

-¡Ya! -exclamó el profesor apretando el plumón contra la pizarra. Todos nos asustamos al escuchar su reclamo. Se volteó a vernos y dejó su libro junto con el marcador en su escritorio.

Julia se acercó a mí y susurró:

-¿Qué le pasó ahora?

-No tengo idea...

Sentí la presencia de alguien a mi lado. Me volteé lentamente y vi al profesor cruzado de brazos mirándome enojado.

-Señorita Carvajal, además de hacer ruido con su zapato, ahora interrumpe la clase.

-Yo solo... -miré a mi amiga. Ella solo corrió su mirada hacia otro lado como si no supiera nada.

El profesor continuó mirándome. Luego, su mirada se fue a mi cuaderno, extendió sus brazos y lo tomó.

-¿Qué es esto? -dijo con una risita irónica.-. "Siete razones para no enamorarse" -me dejó el cuaderno otra vez sobre la mesa.-. En vez de andar pensando en el amor, concéntrese en los estudios, señorita. Aprenda de su compañera Julia, ella no anda a la siga de amor y eso se nota en sus calificaciones.

Solté una risita, miré de reojo a Julia y ella solo sonreía al verlo.

Cómo se nota que no lo conoce.

-Por esta vez no la anoto en el libro, pero a la próxima sí va -dijo suspirando a la vez que acomodaba sus lentes.

Me limité a asentir y me acomodé en el asiento. Me giré hacia Julia y rió. Le mostré la lengua y volví mi vista a la pizarra.

Así pasaron las clases de la mañana hasta llegar a la hora del almuerzo.

-¡Mira! Esa mesa está desocupada -Julia me tomó de la mano y me haló hasta la susodicha mesa.

Nos sentamos con velocidad en ella, ya que otros chicos la iban a tomar primero. Mi amiga los miró sonriendo victoriosa mientras ellos se alejaban frustrados.

-No me gusta comer para tomar una mesa, ¿sabes? -dejé mi almuerzo en la mesa y lo abría. Julia se acercó a mi pocillo.

-¿Por qué siempre traes cosas ricas? -la tomé de la frente y la eché para atrás.

-Porque yo me lo preparo -me reí y tomé mi tenedor. Había traído papas fritas con vienesa picada.

-Yo no sé cocinar... -exclamó Julia apenada mientras miraba mi pocillo. Yo solo la ignoré e inserté mi tenedor en una papa. La estaba llevando a mi boca cuando miré a la chica, quien todavía me observaba triste.

«¿Le doy o no?»

Vi mi papa por un momento y luego a Julia, la cual sonrió cuando notó lo que hacía.

«No.»

Acerqué la papa nuevamente a mi boca y la comí con felicidad. Julia observaba indignada mi actitud.

-¿Cómo puedes ser tan egoísta conmigo? - se echó sobre la mesa.

-No seas patuda -dejé el tenedor en la mesa-. Yo siempre te doy de lo mío, compra lo tuyo.

Ella me miró enojada. Yo le respondí con una sonrisa y volví a mirar mi pocillo.

-Oye y, ¿cómo se llama el chico de cabello rojo? -preguntó ella

Siete razones para no enamorarse ©Where stories live. Discover now