Capítulo 27: Un raro paradero

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No quise avanzar con mamá. ¿Cómo me iba a ir? ¿Qué pasó? Estoy confundida, pero más que confundía, estoy asustada. Mamá suele ser impulsiva hasta el punto de espantarme. Estaba enojada, alterada y aún no sé porque estaba golpeada.

—Valeria ¡Camina! —Me gritó mamá. Arrastró las maletas con toda prisa y me tomó fuertemente del brazo, jalándome hacia la entrada del aeropuerto.

—Mamá, no quiero irme —Dije, intentando de zafarme de su agarre. Tenía sus uñas clavadas en mi antebrazo, haciendo daño. Fue inútil. No dijo nada hasta que llegamos a mostrar los boletos para abordar. Ahí pudo soltarme, sabiendo que no me iba a escapar. La señorita que recibía los boletos se me quedó viendo. En mi interior pensaba Dile que te ayude, no seas tonta, pero mi cuerpo tenía tanto miedo de mamá que no me atreví a decir nada.

—Su vuelo está por partir —Dijo la señorita, indicándonos el pasillo por donde teníamos que ir. —Disfruten su viaje —Se dirigió a mí con una sonrisa, como intentando animarme. Le devolví una tímida sonrisa para que no se alarmara, también dejando tranquila a mamá por si se daba cuenta. Mamá dejó las maletas con el encargado de llevarlas y con otro agarre, no tan fuerte, me llevó hacia el avión.

Ya arriba pude ver y analizar mejor las cosas. ¡Me voy! ¡Dejaré a Max, mi Tía, mi vida aquí! Ni siquiera sé a dónde voy y me está entrando el pánico. Me voy con mamá, la persona que menos aprecio, y además obligada. No tengo celular a la mano y tampoco puedo pedir ayuda ya que me tomarán como escandalosa porque ando con mi madre, mi tutora legal que me puede obligar a todo.

Con temor, me senté al lado de la ventana. Mamá se sentó en una fila adelante, dejándome completamente sola. El sonido de las puertas cerrarse se hizo escuchar, avisando que ya estábamos por despegar.

"Queridos pasajeros, se le ruega mantener el orden durante el viaje. Se le agradece" —Dijo esa vocecita en el parlante.

Miré a mí alrededor, para distraerme. Me percaté que todas las filas estaban llenas, pero solo la mía estaba vacía. Se supone que ya no iban a subir más pasajeros, así que estaría de verdad completamente sola durante todo el viaje, que no sé cuánto va a durar.

Ya estaba sintiendo pánico otra vez, hasta que sentí como mi bolso se comenzó a mover de un lado a otro.

¡El director! El director estaba en mi bolso. Enojado, pero estaba.

Con rapidez abrí el cierre y pude ver todos mis cuadernos arrugados, y el oso con una bolsa en la cabeza, tratando de sacársela.

—Valeria… —Se escuchaba bajo ya que tenía el volumen así aún, y agradecía demasiado de que lo tuviera.

—Ch… —Hice que se callara. Le saqué la bolsa de la cabeza y lo acomodé en mis piernas. Me asusté demasiado cuando vi a mamá viéndome entre medio de los asientos. Ella ya había visto al peluche antes, pero no sabía que era mi antiguo director. Ella se quedó con la idea de Que era un peluche de Max, así que creí que me dijera nada.

—No hagas ruido, voy a dormir. —Me dijo ella, seriamente. Yo asentí. Dada mi respuesta ella se volteó y vi con se colocaba los audífonos, así facilitándome las cosas.

Solté un gran suspiro de alivio. Al menos ahora no preocuparía si me escuchaba. El problema sería que las demás personas a mi alrededor pensaran que estoy loca por hablar con un peluche.

Con cuidado le subí el volumen al oso, dejándolo sobre mi regazo.

— ¿Dónde estamos? —Me preguntó, viendo hacia los lados. Había estado desconectado desde la mañana, así que era obvio que no iba a saber dónde se iba estar.

Siete razones para no enamorarse ©Where stories live. Discover now