Porque amar... va más allá de lo incondicional, va más alto que las estrellas. Porque amar, es un acto de valentía entre la realidad del dolor.
-Adaly.
Conocerlo fue su perdicion y el amarlo su pasado. Porque nadie sabrá que ella conocio quién era é...
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El sendero era estrecho, tanto como mis pensamientos. Sueños y amores perdidos que en un paso fugaz dejaron de iluminarme.
Diversión, esa era y será ahora mi propósito.
Tú apareciste a medio camino con tu sutil andar.
¡Oh, hermosa escultura era tu cuerpo!
Que en mis pensamientos te deje andar.
Un deseo incontrolable despertaste, quería tenerte en mi cama ya.
Mil maneras de tocarte y besarte fueron mi iluminar.
—Buenas noches.
Salude con educación, bendito sea mi respetar. Porque juro que tu hubiera tomado en ese mismo instante sin pensar.
—Hola, buenas noches. —Sonreíste al saludar. ¡Oh, dulces labios del pecar! ¡Quería tomarte ya! — No crees que es muy peligroso que una criatura como tú, ande sola por estas calles sin compañía — susurraste con deleite y en un sutil ronroneo.
—Sabes, creo que sí. — Ajuste mi abrigo por el gélido viento que golpeo en mi caminar —Pero mi cama es muy sola sin compañía — dije con pensar.
—La mutua compañía — susurraste pegándote más a mi caminar.
—La mutua compañía.
Respondí mientras te sonreía con coquetería.
Tu cuerpo sería una sutil noche, una buena y hermosa noche. No me equivoque, entre esas viejos caseríos llegamos al destino. Te tome de la mano y te lleve a mi habitación.
—Desnúdate — pedí mientras me desabotonaba el lujoso abrigo
¡Maldito dinero que siempre nos separaría!
Tú te sentaste en la orilla de la cama, sonreíste y con sutileza quitaste esa camisa formal que tanto marcaba un divino cuerpo que después descubriría.
Te sonreí y me acerque, el vestido que llevaba me favorecía, mi cabello cayo como cascada sobre mis pechos, tu tomaste un mechón mientras una mano me dio un apretón en el glúteo.
—Dulce y hermosa melodía.
Dijiste cuando un gemido se escapó de mi boca.
Intentaste tomar el poder.
—No...No — te detuve —. Aquí cariño mando yo.
Te recosté con delicadeza sobre la cama y te quite con lentitud el cinturón. Eso cariño mío seria tu perdición.Luego el juego siguió con tu pantalón, largas y firmes piernas me recibieron. ¡Con razón, ese dulce y sutil caminar! Te despoje de lo restante dejándote con un sutil bóxer blanco.
