Capítulo XXI

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Capítulo XXI
ACEPTO

Han transcurridas varias semanas, unas que me parecen horas.

Allen se ha comportado de una manera muy particular "cariñoso y atento" y me he acostumbrado a ello, es divertido verlo partirse la cabeza por agradarme con sus detalles, los cuales no han funcionado como él espera ¿Pero cómo espera que lo perdone con esas cosillas? No soy de objetos y creo que las rosas no fueron una lección para él.

Pero muy en el fondo me sorprende cada día, no se da por vencido y eso es lindo de su parte, pero... ¿Como un altanero y orgulloso como él se daría por vencido de manera tan fácil?

—Está todo listo señorita — susurró Marbella con rapidez mientras tendía la cama que compartía con Allen.

Si, otra cosa que ha sucedido desde ese día, duerme conmigo aunque nunca a la misma hora, porque él llega a altas horas de la madrugada, yo lo sé porque una noche lo esperé, iba de una manera muy extraña sonreía como idiota y su cuerpo se movía como si estuviera saliendo de un spa, también me hablaba con una calma tan extraña de él ¿Dónde estaba su carácter explosivo? También almuerza y cena conmigo.

Y se ha establecido una costumbre un poco extraña pero agradable, y eso está mal, porque llegue al grado de esperarle.

—Gracias Marbella — sonreí y terminé de cepillar mi cabello.

—Buenos días.

Entro con su elegancia y altanería característica a la habitación

—Buenos días — respondimos junto con Marbella.

Él siguió su camino al baño.

—Me retiro señorita. El desayuno se servirá en unos 10 minutos —sonrió y abandono la habitación.

— ¿Pensaste mi proposición o tendré que hacerlo a la fuerza?

Salió del baño acomodando su corbata, se miraba importante de esa forma, aunque en realidad si lo era, con en esa seriedad común y esa elegancia de verdad daba miedo.

Rodé los ojos ante su pregunta tan estúpida.

—No te amo, no me casare contigo — me coloque las zapatillas y camine hacia la salida de la habitación, me tomo del codo estampándome contra la puerta —. Suéltame — demande irritada.

—Cásate conmigo... — acaricio mi mejilla ¡Y vamos con lo mismo! — Es lo único que te pido.

Reí sin ganas.

— ¿Es lo único que me pides? ¿Qué más querrás de mí, Allen? ¿Hijos? ¿Sexo? ¿Qué te cocine? ¿Que sea cariñosa? No gracias, paso. Yo no me casare sin amor. No te amo ya te lo dije, mi respuesta es no y no — intenté soltarme.

—No quiero tu amor, ni que me ames, quiero tu compañía, tu alma rota, que tú me complementes. Pero veo que sigues siendo terca, lo haré a mi manera.

Sonrió con triunfo y me beso rápido, salió de la habitación con tranquilidad. Me quede estupefacta, pero logre reaccionar a tiempo.

— ¡Por encima de mi cadáver me casare contigo!— grite frustrada.

— ¡O por el de alguien más! — me devolvió el grito.

¡¿Qué?!

Salí corriendo de la habitación, tenía que explicarme el sentido de su oración ¿Qué quería decir con eso? ¿Qué estaba planeando? Cuando le di alcance él bajaba con tranquilidad las escaleras.

— ¿Qué has dicho, Allen? — lo tome del brazo intentando detenerlo.

Me observó por encima del hombro.

— Lo que has escuchado — me sonrió. Elevó los hombros restándole importancia —, sino te casas conmigo por voluntad, tendrás que hacerlo a la fuerza ¿Tu amiga Kayla es muy importante para ti, cierto? ¿Qué sucede si por casualidad algo malo le llegue a suceder? Trágico ¿No crees?

— ¡Maldito! ¡Ni se te ocurra tocarla a ella!

No podía estar diciendo estás cosas así a la ligera ¡Me estaba chantajeando!

—No la tocare, si tú... te casas conmigo. En tus manos está la vida de tu amiga, amor.

Lo observe perpleja, él era un demonio, no tenía alma.

Termino de bajar las escaleras dejándome sola en ellas. ¡No podía estar sucediendo esto! No podía sucederle nada a Kayla, sobre mi cadáver si la llegase a tocar. Ella era mi hermana, la chica que siempre estuvo a mi lado en todos los momentos. La única que me ha sido fiel.

Baje las escaleras y me dirigí al comedor, esto afectaba mi plan. Tenía que pensar en algo rápido.

— ¡Cuñada! — saludo con alegría. « ¡Cuñada mis ovarios, idiota! » Iba con un traje formal gris y su cabello rubio estaba despeinado. — Tanto tiempo sin verte, Aneile. Me ha dicho Allen que se casaran, dime que seré el padrino. Yo te entregare al altar — sonrió con alegría.

Seguí el caminó a mi lugar, el cual siempre era al lado izquierdo de Allen.

¡Quería matarlos a ambos!

— Emiliano no estoy de humor, así que no me jodas.

— ¿A caso Allen no te calentó la cama? — soltó una carcajada limpia.

Mis mejillas ardieron de la rabia.

— ¿A caso tú si puedes? — solté con burla. — No te veo con mujeres Emiliano y, dudo que sepas como calentar a una. ¿Acaso eres gay?

—No soy gay, cariño. Soy todo un hombre. Lástima que mi hermano te vio primero, porque juro que te haría gemir hasta que olvides tu nombre.

— ¡Dejen de decir estupideces! — sentencio Allen apretado los puños —, Aneile no hagas que castigarte por coquetear con mi hermano. — ¡¿Qué?! Yo no estaba coqueteando con él. — Y tu Emiliano, deja de poner tu humor en mi mujer.

— Vale Allen, lo lamento. Pero tú, Aneile, bájale a tu carácter que me dan ganas de azotarte por respondona.

Abrí mi boca con asombro ¡Esto tenía que ser una maldita broma! Pero ninguna palabra salía de ella. Al ver mi reacción se echó a reír.

»Esta mujer pese a su carácter, es muy fácil de asombrar.

—Ni que lo digas — respondió Allen con un suspiro.

—¡No hablen como si yo no estuviera presente! — reclame.

El desayuno pasó entre discusión y más discusión por parte mía y de Emiliano, pero es que a este hombre le gustaba joderme la vida. ¿No le bastaba con que Allen ya lo hiciera?

(***)

Estaba en el despacho de los hermanos buscando algún libro que leer, no me gustaba estar sin hacer nada. Sentía como si la mente se me durmiera y se pusiera holgazana.

Encontré uno interesante entre sus estanterías "La historia de un loco", lo tome y me senté en la silla del escritorio, este estaba sumamente limpio y ordenado, el teléfono ya no estaba en su antiguo lugar "Precaución" había dicho Emiliano.

Comencé mi lectura y olvide mí alrededor, al cabo de horas me acomode en la silla ya que mis glúteos estaban dormidos. Me aleje del escritorio para poder colocar mis piernas en él, lo sé ¡Que educación la mía! ¡Pero me dolían los glúteos! Entonces me acomode y vi las gavetas –¡Pin, pin, pin! – Sonó la alarma en mi cabeza. Coloque mis dedos como separador del libro y abrí lentamente la gaveta.

Habían carpetas en ella y un folder que tenía mi nombre. ¿Qué demonios?

—Esto tiene que ser una broma — susurré mientras tomaba la carpeta.

Coloque el libro en el escritorio, después buscaría la parte por la cual iba.

Mis dedos temblaban como también lo hacia mi cuerpo.

Idiota asesino |EditandoWhere stories live. Discover now