Capítulo XXXIX

3.2K 282 26
                                    

Capítulo XXXIX
VERDADES QUE HIEREN...

El corazón me latía desenfrenadamente, el sudor cubría mi rostro como la mayor parte de mi cuerpo, estos instantes para mí eran el limbo, uno frío y doloroso.

Preferiría estar muerta en estos precisos instantes, jamás había deseado tanto la muerte a como lo estaba haciendo el día de hoy, pero el dolor era tan insoportable que solo el hecho de respirar dolía. No podía ni moverme, la debilidad no me permitía abrir los ojos, mi sentido del oído era mi única guía para poder saber que era lo que sucedía a mí alrededor, pero lo que estaba escuchando me tenía en angustia.

— ¡Tenemos que llevarla con un médico! — gritó angustiado el compañero de Albert.

《 ¡No! ¡Déjenme morir!》

Quería gritarle, mi valentía me había abandonado en los instantes que vi sangre entre mis piernas, Allen no me perdonaría jamás el hecho que haya dejado morir a su hijo ¡Era mi culpa, mía y solo mía! Había asesinado a un ser inocente por mi necedad, si jamás hubiera ido a esa maldita junta, no estaría aquí.

— ¡¿Para qué llevarla?! ¡De igual forma morirá! — respondió la maldita mujer con indiferencia.

Si hubiera sabido que ella me pagaría de esta forma en algún futuro, jamás la hubiera contratado. Su inocencia era falsa, su posibilidad era una artimaña y su sonrisa angelical era un disfraz de maldad.

— ¡¿Qué mierdas sucedió aquí?! — grito una tercera voz. Esa voz la reconocía a la perfección, sabía quién era ¡Maldito, mil veces maldito!

Pov. Allen

— ¡Apresúrate, carajo! — grité al borde del colapso.

— ¡Deja de gritarme capullo! ¡¿Acaso no vez que hago lo mejor por no irnos a estrellar contra los malditos árboles?! ¡Así no solucionaremos nada, Allen! — dijo Emiliano mientras daba vuelta en un curva cerrada. La mujer de atrás lloraba inconsolablemente, ella tenía también miedo de que fuéramos a chocar — ¡Cállate de una buena vez, Kayla! — Gritó Emiliano desesperado — ¡Juro que si no te callas te cortare la lengua!

Sonreí ante la idea y con una sonrisa sínica observe a la mujer, ella abrió los ojos con horror ante la idea y suprimió un sollozo 《Buena chécala ansiedad cada minuto crecía más y más, así como también lo estaba haciendo mis ganas de bañarme en sangre, me sentía como una mujer en la menopausia, era un sin fin de emociones. Miles de ideas cruzaban por mi cabeza, así como lo eran positivas llegaban las negativas ¡Carajo! ¡¿Acaso esta oportunidad de felicidad me sería arrebatada?! ¡¿Era este mi castigo por arrebatar las vidas de seres inhumanos?!

— ¡Allen! — grito mi hermano, lo observé con los ojos vidriosos, solo la idea de perder a Aneile me hacía sentir miserable. — A una cuadra esta la fábrica, dejaremos el carro en éste lugar para no levantar sospechas ¿Vale? — asentí como niño pequeño ¡Por fin! Mi agonía desaparecería, aunque algo en el fondo me decía que esta tranquilidad era temporal —. Y Allen — llamo mi hermano con seriedad — pase lo que pase... nunca olvides que te amo, incluso más que mi cuñada — me hizo sonreír una milésima de segundos.

— Gracias, hermano — susurre con voz ronca y le di un abrazo fugaz.

— Y tu — dirigió su mirada hacía Kayla —, demuestra que mereces vivir.

Baje del automóvil mientras Emiliano le daba instrucciones a esa mujer. El baúl ya estaba abierto, busque en la maleta los cuchillos que necesitaría. Emiliano salió a los segundos y junto con él una menuda mujer.

Idiota asesino |EditandoWhere stories live. Discover now