Lia Webber, de 17 años, vive la acelerada creencia de la existencia de los hombres lobos, al igual que de los vampiros y todas aquellas criaturas sobrenaturales.
Ella corre grandes peligros al ser la ultima de su especie.
Estoy acostada en una cómoda cama de colcha violeta y toda la decoración de la habitación es de morado-violeta.
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¡Po Fin! Despierto en mi despacho.
Algo tiene aprisionada mi mano izquierda. Frunzo mi ceño.
La mano de el...
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Esperen... el aquí.
Saco mi mano con prisa.
Toco mi cara. El contacto del frio de mi cara con lo caliente de mis manos es algo notorio.
Levanto la vista. Me mira con mucha determinación, provocando que me sienta incomoda. De inmediato bajo la mirada.
No había notado que tengo una venda cubriendo gran parte de mi brazo con una intravenosa en el dorso de mi mano izquierda y a mi derecha una bolsa de sangre incrustada en mi antebrazo.
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-¿Te sientes bien?... Has despertado muy pronto
Frunzo el ceño.
¿No me va a regañar?
-Si, estoy bien-suspiro
-¿Por qué hiciste eso, Lia?-pregunta con voz pasiva.
-Mi vida ahora es totalmente miserable... no quiero vivir...no puedo.
