XVII

1.1K 166 32
                                    

27 de septiembre de 2021

Querida Julia:

Una de las primeras cosas que hice para que comenzaras a confiar en mí fue llevarte al cementerio; claro que, cuando salimos de tu colegio, no te dije que íbamos a ese lugar.

—Aún no entiendo por qué mi madre te dijo que me buscaras, era lo mismo si me buscaba Mariano —farfullabas, mirando al suelo. Aunque aceptaras que yo de verdad quería ser tu amiga, seguías un poco a la defensiva.

—Me alegra saber cuánto te gusta estar conmigo —dije sarcásticamente, intentando ocultar mi tristeza. Me miraste culpable—. Da igual. Te mentí, tu madre no me pidió que te buscara —comenté—. Quería ir contigo a un lugar especial —agregué, antes de que dijeses algo.

Te miraba de refilón a cada tanto. Sabía que era tu curiosidad lo que evitaba que te fueras sin más, dejándome sola. Estaba muy nerviosa, las palmas de mis manos sudaban; ¿qué sucedería si me odiabas por lo que iba a hacer? No quería perderte, apenas te estaba encontrando. Rogaba que mi plan no se fuera por el barranco. Llegamos al cementerio y pensé que me podría desmayar en cualquier momento.

—No sé quién te aconseja pero éste, definitivamente, no es un lugar para llevar a una chica en la primera cita, menos si ésta es sorpresiva —bromeaste.

—No... no es una ci...cita —balbuceé, sentía mi cara arder y estaba hiperventilando—. Por más que...que seas linda... mucho... no es nor...normal. Soy chica, eres chi...chica... —seguí tartamudeando, y me insulté mentalmente por actuar de forma tan estúpida.

Reíste a carcajadas. Te observé confundida.

—Dios, ¡es una broma, Isabel! —exclamaste, sin dejar de reír—. Pensé que lo captarías, lo siento. —Respiraste varias veces para calmarte, tenías lágrimas en los ojos.

—Se supone que eres la seria aquí —murmuré. Me sentía tan estúpida. De seguro mis orejas estaban rojísimas—. Mejor sigamos con lo que te iba a mostrar.

Entré al cementerio lo más rápido que pude, escuchaba tus pisadas detrás de mí; no te miré en ningún momento, aún avergonzada, hasta que llegamos a nuestro destino.

«Andrés J. Villarreal S.

29/04/1900 – 16/02/1942»

—¿Qué hacemos aquí? —En tu voz no había ni rastro de tu estado de ánimo anterior.

—Hace años me pediste que te trajera, querías darle a tu padre esto. —Saqué el viejo dibujo de mis bolsillos, estaba pegado con cinta adhesiva—. Creí que te gustaría dárselo. Mejor tarde que nunca —añadí, con un nudo en la garganta—. Puedes decirle que fue mi... —Antes de que pudiese decir algo más, te habías lanzado a mis brazos.

Te devolví el abrazo con todas mis fuerzas. Escondí mi cara en tus rubios cabellos y comenzaste a llorar en mi cuello; aflojé el abrazo para darte tu espacio, mas no me dejaste.

—Gracias, Isabel, de verdad gracias.

Con amor,

Isabel

Un minuto másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora