Boleto de ida

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Desde mi encuentro con Alexander y su prometida en el supermercado había pasado exactamente una semana. Semana en la cuál, si bien por suerte Mia no había hecho ninguna pregunta sobre él, yo no podía dejar de darle vueltas al asunto. 

Me había causado mucha impresión el volver a verlo. Sinceramente jamás pensé en volver a hacerlo en ningún momento de mi vida, y si algún día lo hacía, esperaba hacerlo cuando ya fuéramos mayores y ambos estuviéramos casados y con la vida completamente hecha. Y, aunque odie admitirlo, él parecía tener la suya bajo control.

Ya está graduado de la universidad, más precisamente de la carrera de Derecho, y está a punto de casarse con una hermosa y joven chica. En cambio yo no me he graduado todavía, trabajo a medio tiempo en un restaurante como mesera y mi relación con mi novio no es tan estable como la suya. Sin mencionar que tengo que cuidar a una pequeña niña de cuatro años por mi cuenta, lo que no es nada fácil, que curiosamente es su hija.

Ese es otro de los temas que desde ese día no ha salido de mi cabeza. Debería haberle dicho todo a Alexander? Debería haberle dicho que la niña a la que acababa de conocer era su hija? Sé que no es su culpa el que no la haya conocido, fue decisión mía, pero cuando los vi juntos no pude evitar sentir una presión dentro del pecho, casi como un sentimiento de culpabilidad.

Las preguntas que me había hecho cuando ella nació también resurgieron luego de ese encuentro. Qué hubiera pasado si le hubiera dicho sobre Mia cuando nació? Hubiera ido a buscarnos? Se hubiera hecho cargo? Seguiríamos juntos?

Ahora mismo me encuentro dando una vuelta por el parque cerca de mi casa mientras troto y escucho música. Había dejado a Mia haciendo una pequeña siesta y mamá se ofreció a cuidarla mientras ella arreglaba la casa, por lo que aproveché de salir a hacer un poco de ejercicio.La voz de Hunter Hayes suena en mis audífonos mientras canta ''I want crazy''. Inevitablemente, la letra me hace pensar en Luke.

En este año que hemos estado juntos me he llegado a enamorar de él. Lo quiero mucho. Amo su forma de ser y amo la manera en la que me trata, la manera en la que me mira, la manera en la que me besa... Me hace reír y me hace sentir querida a su lado, en realidad es un chico extraordinario. Pero no se comporta excelente conmigo, sino también con Mia, y la verdad es que eso es lo más importante. La quiere como si fuera suya, y ella le corresponde el mismo cariño, y eso me hace realmente feliz.

Tengo que admitir que lo extraño. En una semana se cumple un mes desde que no nos vemos, jamás habíamos estado tanto tiempo separados, y realmente estaba siendo difícil. Durante este tiempo habíamos hablado todos los días por teléfono y por videollamadas de Skype, pero obviamente no es lo mismo.

No hablo con él desde ayer, y aunque no quiero que me preocupe, si lo hace. Le habrá pasado algo? Estará enojado? No lo creo, simplemente estoy exagerando. Debe estar muy ocupado con el trabajo. Está haciendo una pasantía en una gran empresa como diseñador gráfico. Ya casi acaba su carrera, por lo que ya no puede esperar para empezar a trabajar de verdad.

La canción acaba y tomo mi celular para buscar otra cuando veo la hora, ya son casi las seis de la tarde. Mia ya se debe haber despertado y debe estar enloqueciendo a mamá. Tengo que ir a casa ahora mismo para hacerme cargo de ella y que mamá se ponga a hacer la cena, papá ya no tarda en llegar.

Me detengo y hago unos cuantos estiramientos de los músculos y luego camino con calma a casa. Cuando llego a la puerta, me quito los audífonos y cuando intento abrir la puerta me acuerdo que dejé mi copia de las llaves en la casa ya que mi calza no tiene bolsillos, así que toco la puerta y espero a que me abran.

Escucho como giran la llave y giran la perilla. Cuando lo hacen, emito un pequeño grito de felicidad y llevo mis manos a mi boca, tapándola mientras abro mis ojos en sorpresa al ver quién me abre la puerta.

-Dios mío, que haces aquí!- digo mientras me lanzo a los brazos de mi novio y aprieto su cuello con fuerza.

-Hola linda- susurra en mi oído mientras enrolla sus brazos en mi cintura.- Las extrañaba demasiado, así que decidí venir a verlas.

Es por eso que no me había hablado, estaba viajando para venir a visitarnos.

-No lo puedo creer- digo separándome de él y mirándolo de frente- Nosotras también te extrañamos.

-No tanto como yo.- responde él y me guiña un ojo.

-Y el trabajo? Cómo hiciste para venir?- pregunto sin salir de mi sorpresa.

-Pedí unas vacaciones, compré un boleto de ida y me vine- responde.- Necesitaba verlas, verte...- acaricia mi mejilla y acomoda un mechón rebelde de mi coleta detrás de mi oreja.

Ahí es cuando recuerdo que estoy sudada por el ejercicio, sin una gota de maquillaje y ligeramente despeinada, pero a él no parece importarle por la manera en que me mira, con ese brillo en sus ojos que siempre aparece cuando lo hace.

-Te amo- es lo único que digo antes de cortar la poca distancia que quedaba entre nosotros dos.

Tomo su rostro con ambas manos y le planto un beso en los labios. Él me corresponde inmediatamente y siento como lentamente lo profundiza. Me pega más a su cuerpo haciendo que lo sienta y yo jalo levemente el cabello de su nuca en respuesta. Nos besamos por un largo rato, saciando las ganas que habíamos tenido de hacerlo durante todos estos días, hasta que escuchamos una vocecita que nos interrumpe.

-Mamá, mamá, Luke está aquí!- dice Mia gritando.

Cuando nos separámos la veo y puedo ver que está dando pequeños saltitos en su lugar mientras aplaude. Yo sonrío al verla mientras Luke la levanta del suelo y la toma en sus brazos.

-Si, lo sé hermosa- respondo mientras acaricio su mejilla.- Estás feliz?

-Si, mucho, mucho!- responde sonriendo.

-Me alegro. Yo también estoy feliz- hablo esta vez dirigiendo mi mirada hacia Luke.

No nos movemos por unos cuantos minutos, hasta que escucho una voz proveniente de la cocina que no podría ser de ninguna otra persona que de mi madre. 

-Chicos, la cena ya está casi lista, pueden venir a ayudarme a poner la mesa por favor?

Me había olvidado que aún seguíamos parados en la entrada de la casa, así que decidimos entrar, cerrando la puerta detrás nuestro.

Avanzamos hacia el comedor y vemos los platos apilados en la mesa listos para ser puestos en su respectivo orden. Luke deja a Mia en el piso y luego de darle un beso en la mejilla, ella se va a ver televisión en la sala y nosotros nos ponemos a acomodar la mesa.

Cuando todo está listo, mamá trae la comida a la mesa y poco tiempo después papá cruza el umbral de la puerta. Al igual que todos, reaccionó con una enorme sorpresa al ver a Luke en la casa, pero para mi suerte se llevaban bien. En las pocas veces que se habían visto antes, se habían agradado mutuamente.

Lo saluda y charla un momento con él y luego todos nos sentamos a la mesa para degustar la cacerola de mamá, incluyendo la a veces malcriada Mia, quién a regañadientes dejó de ver ''My little pony'' y vino a comer.

Entre charlas y comida, observo la mesa y una gran sonrisa se dibuja en mi rostro. El simple hecho de estar sentada en una mesa, compartiendo una comida, rodeada de las personas que más quiero en el mundo, hacen que una felicidad inmensa me invada. Realmente estos son los momentos que más aprecio y valoro, cuánto quisiera que fuera así todos los días. Sé que algún día será así, pero por el momento solo me queda disfrutarlo.

Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora