Caminos Cruzados

Gregory Abbott

(-Narra Alex-)

Tiro un portazo al salir de la casa y camino a paso rápido hacia mi auto. Tardo solo unos cuantos segundos en llegar a éste. Abro la puerta y me subo, cerrándola después con fuerza. Me quedo quieto por un momento pero después comienzo a golpear los costados del volante con fuerza hasta que termino derrumbándome sobre éste y rompo en llanto.

Las lágrimas que salen son una mezcla de emociones que ni siquiera yo logro descifrar. Es rabia, dolor y tristeza, todo mezclado dentro mío y ahora estoy dejándolo salir. Lo que acabo de vivir ahí adentro realmente me afectó emocionalmente. Dios, acabo de conocer a mi hija. Pensé que iba a ser más fácil pero fue todo lo contrario.

Verla ahí sentada, tan distraída, jugando con sus juguetes sin saber lo que pasaba a su alrededor fue tan tierno y hermoso de observar. Luego el enterarme su nombre: Mia Alexandra. Tiene mi nombre, y eso me hace sentir una alegría inexplicable  pesar de que no sea el primero. Cuando me arrodille a su altura y pude observarla con detenimiento, no sé cómo no me dí cuenta aquel día que nos encontramos en el supermercado. Es un reflejo mío.

Tiene el cabello y la nariz de su madre, eso hay que admitirlo, pero definitivamente tiene mis ojos y mi sonrisa. Es realmente hermosa, apenas la vi ya me enamoré de ella. Jamás me imaginé lo bien que se sentía ver algo tuyo en una versión más pequeña.  Luego de eso cuando Kendall le explicó que yo era su padre y ella saltó a abrazarme me conmovió de una manera que no puedo describir. Escucharla decir esas cuatro palabras, ''papi te quiero mucho'', fue lo mejor que me ha pasado.

Abrazarla después de cuatro años fue un sentimiento tan reconfortante que no quería soltarla. Quisiera volver al pasado para poder cuidarla y darle los abrazos que yo quiera sin tener que perderme un solo día de su vida. Me perdí tantos cumpleaños, fiestas y momentos que no pienso volver a hacerlo. Voy a estar ahí para verla crecer y no pienso volver a alejarme de ella.

Realmente lo decía en serio cuando le dije a Kendall que voy a pelear por la custodia de la niña. Probablemente fui un poco brusco en la manera que lo hice pero es que el enojo me controlo en ese momento.  Quién le dió el derecho de esconderme su existencia durante tanto tiempo? Es tanto su hija cómo la mía. Sé que no debe haber sido fácil para ella, no se lo discuto, pero cómo le dije yo podría haberla ayudado a que todo sea mucho más fácil si me lo hubiera dicho a tiempo.

Cuándo se fue yo seguía amándola. Realmente estaba destrozado por su partida y por que ya no iba a poder verla ni estar a su lado nunca más. Estuve deprimido por bastante tiempo por su culpa. Creo que esa vez fue cuando verdaderamente experimenté lo que es tener el corazón roto. 

Es por eso que cuando conocí a Hunter, mi actual mejor amigo y compañero de piso, me volví un mujeriego si podría decirse. Él me introdujo a la vida nocturna, a salir cada fin de semana y a besar a chicas diferentes o hasta más, cosas de una noche. Yo no era así antes, pero para ser honesto ese estilo de vida me gustó. Era la distracción perfecta para no pensar en Kendall y olvidarla por un momento. Obviamente todo eso hasta que conocí a Juliet, la mujer que amo y con la que voy a casarme.

El problema ahora va a ser: Cómo voy a decirle que tengo una hija con mi ex-novia? Sé que es una chica bastante relajada y que no se hace problema por casi nada, pero no creo que esto se lo tome bien. Digo, qué mujer lo haría? Además, ella tiene un carácter fuerte, por lo que si reacciona negativamente a la noticia puede ser bastante feo.

Levanto mi cabeza del volante y con uno de mis brazos limpio los restos de lágrimas de mi rostro. Ahora que lo dejé todo salir me siento mucho mejor y más aliviado. No puedo quedarme más tiempo aquí afuera, por lo que decido que lo mejor es ir a mi departamento. Busco las llaves del auto en mi bolsillo y cuando las encuentro las pongo en el contacto y arranco el auto, partiendo rápidamente lejos de allí.