Las mentiras tienen patas cortas

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Abro mi boca para decir algo pero nada sale. Simplemente no puedo hablar ni menos aún confesarle la verdad, por más que sepa que ya no me queda ninguna otra opción. El sonido de los acelerados latidos de mi corazón me están enloqueciendo, y me ponen más nerviosa de lo que ya estoy. 

Sus ojos verdes me miran fijamente, pero su mirada no me transmite amor ni cariño como normalmente lo hace. Ahora simplemente me observa, sin reflejar ninguna emoción, esperando una respuesta inmediata... Respuesta que no puedo darle. Jamás pensé que iba a enterarse sobre Alexander. Lo único que yo le había contado cuando me preguntó sobre el padre de Mia fue que era un antiguo novio con el cual había terminado antes de que se enterara sobre el embarazo y nada más, no me parecía necesario decirle quién era ni contarle toda nuestra historia, ya que jamás pensé que lo iba a volver a ver. 

Pero ahora estamos aquí, en la ciudad dónde todo empezó. Después de cuatro años me encuentro con mi ex-novio y padre de mi hija, quién se encuentra comprometido y no tiene idea de la existencia de Mia... Y ahora mismo tengo frente mío a Luke, mi actual novio, enfrentándome y pidiéndome que le confiese la verdad sobre la paternidad de la niña a la que quiere como si fuera suya. 

Qué le digo? O más bien, cómo se lo digo? Ya no hay manera de ocultarlo más, además si vuelvo a mentirle, ya no habrá manera en que me perdone ni vuelva a confiar en mi.

-Y bien?- habla Luke con voz seria.

-Luke, yo...- trago saliva mientras me preparo para hablar, pero la verdad es que ni siquiera sé como comenzar.-Está bien, te voy a contar la verdad, pero por favor no me juzgues antes de terminar de escucharme sí?

-Sólo habla quieres?- me contesta. Creo que jamás lo había visto tan molesto.

-De acuerdo. Alexander y yo nos conocimos en el último año de la escuela, cómo ya te había contado. Él recién se había mudado a la ciudad y no conocía a nadie. Eventualmente nos volvimos amigos y comenzamos a pasar mucho tiempo juntos. Inevitablemente nos enamoramos el uno del otro.- Suspiro y desvío la mirada, perdiéndome unos cuantos segundos en los recuerdos de ésa época, tratando de ocultar la pequeña sonrisa que amenaza con formarse en mi rostro.- A decir verdad estábamos realmente enamorados, tanto que yo... perdí mi virginidad con él. Pensé que íbamos a estar juntos para siempre, pero por cosas del destino terminamos separándonos. Él se quedó en Nueva York y yo me fui a California a estudiar. Nunca más volvimos a hablar ni menos aún vernos.

-Así que... él fue tu primer amor?- pregunta, y puedo notar un deje de tristeza en su voz. Yo solamente asiento. 

-Así es. Cuando me mudé estaba devastada por haberlo dejado, pero esa no era la única razón por la que me dolía tanto el haberlo hecho.- muerdo mi labio inferior a causa de los nervios.

-Cuál era entonces?

Trago saliva nuevamente. El nudo en mi garganta vuelve a hacerse presente, imposibilitándome el poder hablar. Había evitado este momento por tanto tiempo que él tener que decirle toda la verdad me pone demasiado nerviosa. No sé que reacción esperar de su parte, tengo miedo de perderlo. Eso es lo que más me asusta. Lo quiero demasiado.

-Días antes de que me mudara a California, yo me enteré... Me enteré que estaba embarazada, y con el único chico con el que estaba había sido Alexander. Así que si. Él es el padre de Mia.

Listo, lo dije. Ya no hay vuelta atrás. Me quedo expectante de su reacción pero el no dice nada. Se mantiene con la misma expresión seria e indescifrable que tenía antes de que le dijera la noticia. Eso me pone más nerviosa aún. 

Me sostiene la mirada por unos cuantos segundos más, pero luego recorre la silla y se pone de pie bruscamente, sobresaltándome. Yo me quedo en mi lugar simplemente mirándolo, con el corazón latiendo a toda velocidad.

-Lo sabía. Desde el momento en que lo vi, me di cuenta que él y tú tenían un pasado, eso sin mencionar el parecido que tiene con tu hija. Es que acaso me crees estúpido? Pensaste que  no me iba a dar cuenta?- habla elevando la voz. Estoy a punto de responder pero me interrumpe.- Porque me mentiste Kendall?

-No lo sé, yo simplemente no vi la necesidad de decírtelo Luke.- respondo apresuradamente, levantándome de la silla para pararme frente suyo.-Jamás pensé que nos volveríamos a encontrar.

-Pero lo hiciste! Entonces porque no me lo dijiste? Cuál era la necesidad de ocultármelo?

-Ya te dije que no lo sé Luke- siento las lágrimas formarse en mis ojos, amenazando con salir.- No quería que me juzgaras de alguna manera o te enfadaras.

-Que te juzgara!?- pregunta alterado- Cómo pudiste pensar eso? Desde el momento en que te conocí supe que tenías una hija, y no me importó. Yo lo acepté porque te amaba, e inclusive llegué a quererla como si fuera mía, tú lo sabes bien. Así que no me vengas con esa mierda de que pensaste que te juzgaría cuando sabes bien que no es así. Porque sigues mintiendo? Es que acaso aún sientes cosas por él!?

Habla con dureza y con un tono bastante elevado, acercándose a mi mientras lo hace, asustándome un poco. Ya no hay manera de retener las lágrimas, éstas caen libremente por mis mejillas.

-No! Cómo puedes siquiera pensar eso? Yo te amo a ti, Luke. Lo mío con él terminó hace cuatro años.- digo dando un paso al frente, pero el se aleja, rechazándome.- En serio tienes que creerme.

-Él lo sabe?

-No- respondo.

-No piensas decírselo?- interroga. Yo niego con la cabeza.- Porque eres tan egoísta Kendall! Él merece saber la verdad, merece saber que tiene una hija!

-Intente decírselo, pero jamás tuve la oportunidad!- alzo la voz.- No intentes hacerme sentir culpable respecto a ese tema. Lo egoísta sería decírselo ahora, que tiene una vida perfecta. No puedo simplemente esperar a que se haga cargo luego de tanto tiempo.

-Entonces vas a continuar mintiendo? Jamás me imaginé que eras una chica así, porque de haberlo sabido nunca me hubiera fijado en ti. Lo pero de que te mientan es saber que no eras lo suficiente cómo para conocer la verdad. Eres una maldita egoísta y mentirosa Kendall.

Escupe esas palabras mientras me dedica una mirada de odio; y yo siento un dolor en el pecho, como si me hubieran golpeado ahí.

-Y tú eres un tremendo imbécil!- grito dándole un golpe en el pecho con ambas manos.

Las lágrimas salen con más fuerza y yo emito un leve grito, que no sé exactamente porque es. Supongo que es una mezcla de dolor y frustración. En eso, nos vemos interrumpidos por una suave voz que proviene desde las escaleras.

-Mami?- pregunta Mia con voz frágil.

Me doy la vuelta y la miro. Está parada en el último escalón de las gradas, abrazada a su oso de peluche, mirándonos asustada y con lágrimas en los ojos. Inmediatamente camino hacia ella, para tomarla en mis brazos. La levanto y ella en seguida se pone a llorar, al mismo tiempo que rodea mi cuello con sus pequeños brazos. Mierda, la asustamos.

Limpio mis lágrimas con una mano sin soltarla para que no me vea llorar y pueda calmarse, pensando que está todo bien, cuando en realidad es todo lo contrario. Luke no dice nada, simplemente lo veo pasar rápidamente por nuestro lado y subir a paso rápido las gradas. Segundos después baja nuevamente, ésta vez con una polera y un par de zapatos puestos y sale de la casa, dando un fuerte portazo.

Abrazo con fuerza a Mia por el susto que nos da a ambas el golpe y luego acaricio suavemente su cabeza para tranquilizarla. Las lágrimas vuelven a hacerse presentes, y no dejan de salir mientras me dirijo a la sala con mi hija en brazos.

Pienso en lo que acaba de pasar y siento como la tristeza y la preocupación me invaden. Todo acaba de arruinarse y mi miedo se volvió realidad: Acabo de perder a Luke.



Caminos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora