-4-

14.3K 1.1K 1.3K
                                    

Marinette observaba a Félix Agreste mientras devolvía los libros que había cogido prestados en la biblioteca. Félix y Adrien no eran iguales, ella trabajaba arduamente en notar las diferencias entre ambos. Había estado yendo frecuentemente a la biblioteca, tratando de darse valor y pedirle una disculpa a Félix por su actitud. Sin embargo, siempre terminaba paralizada. Siempre se decía que debía hacerlo, que no podía seguir cargando en su consciencia que había tratado a alguien mal por equivocación, pero no podía evitar ponerse nerviosa.

—D-disculpa —dijo, al fin llenándose de valor.

—No, no quiero salir contigo. Ya puedes irte —dijo Félix sin voltear a verla.

—¿Disculpa? —le respondió Marinette devuelta, con obstinación.

Félix se volvió a verla.

—Mis disculpas —dijo él—, es sólo que varias chicas me han seguido a la biblioteca estos días sólo para preguntarme eso. Ya me había acostumbrado, lo siento.

Puede que él se estuviera disculpando, pero Marinette escuchó todo como tan vacío, como si fuese una máquina contestadora. O más bien, como si quisiera mandarla al diablo.

—Debería disculparme yo —intervino ella—, no sé si te acuerdas, pero hace unas semanas...

—¿Me confundiste con mi hermano menor y me dijiste unas cuantas atrocidades? Lo recuerdo. Siempre recuerdo todo.

Marinette se puso colorada. ¿Por qué tenía que ser tan pedante? Él no le hacía las cosas más sencillas ni por asomo.

—Realmente lo siento mucho, soy muy despistada, debí haberme dado cuenta de que no eras él —dijo ella, tratando de sonar casual, soltando una risita nerviosa y luego maldiciéndose por dentro; había sonado ridícula.

—No, no debías haberte dado cuenta. Nadie se da cuenta al principio. No te culpo por ello. Estoy acostumbrado. 

—Vaya que eres sabiondo como dijo Adrien —sonrió ella, calmándose un poco por primera vez en la conversación, aunque aún así su corazón latiendo desbocado a causa de los nervios—. Lo siento por estropearte el ego, Félix, pero te aseguro que me hubiese dado cuenta de no haber estado tan molesta.

Félix Agreste enarcó una ceja mientras cerraba el libro que tenía en manos.  Se veía ligeramente molesto... En realidad estaba cabreado. La muchacha no lo dejaba ocuparse de sus asuntos.

—¿Cómo podrías? De no ser por nuestra forma de vestir, de tratar con las otras personas o el ligero cambio en nuestro timbre de voz, no te hubieses dado cuenta. Tú misma lo has dicho, eres despistada. Así que explícame, ¿cómo podrías?

—Puede que sea despistada, pero te aseguro que si me hubiese controlado más, me habría dado cuenta. Tus ojos no son como los de él. 

—¿De qué estás hablando? —preguntó Félix.

— Tus ojos son opacos... Se ven, pues, falsos. Es como si tuvieras una máscara puesta, no importa qué tan serio quieras aparentar.

Félix agrandó los ojos.

—Lo siento —se excusó Marinette rápidamente, pensando que él la enviaría a la mismísima mierda—. A veces meto la pata así, soy despistada, ya lo dije, hablo sin pensar —rió nerviosamente—. Perdón, Félix. Por lo que te dije la vez anterior y por haberte incomodado en esta ocasión.

Félix no respondió a lo primero, pareció como recordar algo, algo importante, y se quedó callado. Marinette no soportó tanta tensión y comenzó a alejarse. Se imaginó contándole aquel encuentro a Alya y casi ríe pensando en la mueca que se reflejaría en el rostro de su amiga. De entre todas las formas que pensó que podría suceder la conversación, jamás pensó en aquella, aunque seguía teniendo miedo.

¿Quién es Ladybug? [#1]Where stories live. Discover now