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Ladybug estaba exhausta. Habían vencido a un akuma más. Esta vez se trataba de una chica de tercer año que, estaba segura, había sido atormentada por Chloé. Recordó en la mañana el post de la rubia donde hacía un directo de su rutina, había chocado con una chica y la culpó del accidente; si pudiera existir la miel ácida, ese hubiese sido el sabor de las palabras de Chloé. Al menos había tenido el apoyo de Chat Noir: había estado ocupada poniéndose al día con las clases, se desvelaba mucho e iba a la biblioteca a hurtadillas, con la esperanza de no tropezarse con Félix Agreste.

Soltó un suspiro largo mientras se dejaba caer en la cornisa del edificio administrativo. Chat Noir se sentó a su lado, con los ojos entrecerrados.

—Te ves cansado, gatito —le sonrió ella a Chat.

—No tanto como tú, mi Lady.

Él cruzó sus piernas. Tenían unos minutos antes de que volvieran a la normalidad, así que no le importó quedarse allí un rato y reponer sus fuerzas. Casi anochecía. Ella no podía evitar pensar que debía buscar un libro a la biblioteca antes de que la cerraran, pero estaba tan cansada que pensar en aquello hacía que casi cayera dormida. Tragó saliva con dificultad, estaba segura de que estaba deshidratada.

—Estuve pensando —comenzó Chat Noir—, ¿te das cuenta de que podríamos conocernos debajo del antifaz?

—No lo creo —rió Ladybug—. Sería demasiada coincidencia. Imposible.

—Nada es imposible, Ladybug.

—Hay cosas que parecen serlo —dijo ella, como distante.

Chat Noir tuvo ganas de preguntarle qué le pasaba, pero no pudo. Tenía miedo de que Ladybug se tomara mal el hecho de que él preguntara por su vida privada.

—Sé a lo que te refieres —dijo él, en cambio—. Sin embargo, creo que ya es tiempo de que nos conozcamos, mi Lady.

—Pero si ya nos conocemos, Chat —le sonrió Ladybug.

—Me refería a ver quién está detrás del antifaz.

—No.

—Ladybug, podríamos conocernos y, ¿qué con lo de las identidades? ¿No sería todo más sencillo?

—Hay al menos 10 tipos de salones repletos de personas en el mismo grado que yo. Chat, que no conozcamos en nuestras formas civiles tendría que ser un raro giro cósmico del destino, y estamos bien grandes para creer eso. Además, ¿no te importan las personas que amas? Conocer nuestras identidades puede resultar muy peligroso, tanto para ti como para ellos.

—Yo creo que... 

Bip, bip, bip...

—Yo ya me tengo que ir—le dijo Ladybug—. Lo siento. Hablaremos en el patrullaje de mañana. Descansa, Chat Noir. 

—¡Espera!—gritó él.

Ya era tarde: Ladybug había alistado su yo-yo y ahora sólo era una silueta en la distancia. Chat Noir soltó un suspiro ruidoso y se le quedó viendo hasta que despareció de su vista. Sólo cuando su anillo también comenzó a pitar, él se resignó y se fue.


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Adrien llegó a tiempo a su habitación para transformarse. Plagg salió volando fuera del anillo y Adrien fue a la neverita a sacarle algo de Camembert. Se había acostumbrado a dejar únicamente la luz de la lámpara de su escritorio encendida, por lo que Nino nunca sabía si estaba allí o no, así que tocaba la puerta. Podía fingir que no estaba y Nino igual pensaría que él no se encontraba.

¿Quién es Ladybug? [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora