Capítulo 4. "Ojalá pudiera abandonar"

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Tren. Panem.

Ya estoy un poco más calmada e intento levantarme, ya que tengo las piernas algo agarrotadas, pero me sobresalto al escuchar la puerta abrirse. Entra un agente de la paz.
-Suzanne le espera, deben marcharse ya.
No reacciono enseguida y el hombre se impacienta. Cuando me reúno a su lado me escolta hasta la puerta donde están Suzanne y Chad.
-¿Estáis?-Pregunta Suzanne.
Chad me mira algo mal cuando llego. Sé que tendré los ojos hinchados de llorar y deduzco que probablemente él no quiera que los periodistas del Capitolio lo saquen con la chica vulnerable del 7, bien, ya tengo un apodo.
Los periodistas nos acosan con sus flashes e intento taparme la cara, pero si no me pillan unos, lo harán otros. Por fin, cuando salimos del andén veo el tren: uno de los de alta velocidad enviado desde el Capitolio, estaremos allí en menos de un día.
Cuando entramos me sorprendo de que todo es plateado y de colores elegantes. Sigo caminando detrás de Suzanne y Chad y llegamos al comedor, una extensa sala  con una gran mesa llena de alimentos y otras mesas menores con todo tipo de manjares. Se me hace la boca agua al instante. Observo todo con delicadeza, cada detalle.
-Bien, tenéis todo a vuestra disposición. Si necesitáis algo, los sirvientes saciarán lo que queráis.
Lo que Suzanne llama sirvientes son avox. Los avox son traidores a los que el Capitolio cortó la lengua.
-Bien, los aposentos están por allí.-Continúa, señalando un pasillo.-El más cercano es el de...-No parece recordar nuestros nombres.-Chad.
<<Os quiero a las nueve para la cena, no tardéis.>>Ambos asentimos y nos retiramos.
Cuando llego a mi habitación me quedo sorprendida: es más grande que la que tengo en casa, las paredes y el suelo son de color plateado apagado y la cama es grande, muy grande y con las sábanas de tonalidades violeta; las cómoda es más de lo mismo, elegante y cuando abro el cajón está lleno de ropa, de todos los colores; la mesa es pequeña en comparación y encima solo tiene una lamparita.
Me quito la ropa de mi madre y me la llevo a la nariz, huele a casa, a mi familia a...bosque. Suspiro. Cojo un vestidito corto por encima de la rodilla, es azul y es de manga corta, lo veo muy cómodo para dormir y cuando miro el reloj veo que son casi las nueve. El día de hoy se me está haciendo eterno. Salgo de mi habitación hacia el comedor, me siento con los demás y los avox comienzan a traer platos de comida. Como todo lo que puedo pero mi estómago no da para mucho. Todo está buenísimo, ojalá pudiera llevar algo a casa, casa...Aparto los pensamientos de mi cabeza y me centro en ser educada con nuestro mentor: Sly Downey. Es un hombre de tal vez tenga treinta años. Es alto, fornido y delgado y su mente marcha casi perfecta, pero dicen que suele tener pesadillas cada noche con los Juegos que ganó: los sexagésimo primeros Juegos del Hambre con dieciocho años. Su piel es blanquecina, su pelo rubio casi pelirrojo y sus ojos son castaño claro. No se puede decir que sea un hombre atractivo pero es simpático.
-¿Qué armas deberíamos coger?-Pregunta Chad mientras come un panecillo.
-Mi consejo es que no cojáis armas. Las armas van a estar en la boca de la Cornucopia y es donde van los profesionales del 1, 2 y 4 y sus aliados, que no suelen tener. Por eso lo llaman el baño de sangre, ya que los profesionales van a por las armas y matan a cualquiera que esté a su alcance.
-Entonces, ¿y si nos atacan?
-O un cuerpo a cuerpo o correr.
-¿Y qué hay de malo en aliarse con los profesionales?
-Primero: Tu vida no les importa, así que en cuanto hagas algo que no sea de su agrado te matarán y segundo: no suelen hacer tratos con el 7.
Comemos durante un rato en silencio sin interrupciones.
-¿Tenéis algún hobbie, don o algo por el estilo?-Pregunta Sly.
Me mira a mí primero y pienso...
-Me gusta trepar árboles, pero no he hecho nunca nada que me sirva para la arena.
-¿En qué trabajas?
-Podo los troncos hasta dejarlos lisos. A veces uso un cuchillo pero solo soy capaz de decorar y no de lanzarlos.
-¿Tú?-Dice, mirando a Chad.
-El hacha.
-Bien, pues centraros en vuestros dones. Deanne, tu eres ágil, si no estás nerviosa.-Seguro que ha recordado mi caída en la cosecha.-también veo que eres rápida, a lo mejor la espada te ayudará si fortaleces tus brazos. Chad: tu céntrate en el hacha y deberías probar los cuchillos y las lanzas. En los entrenamientos centraros más en cuestiones de supervivencia, ya que las probabilidades de que consigáis un arma son escasas.
No seguimos hablando. Nos sentamos a ver los resúmenes de las demás cosechas. En el 1, la chica es voluntaria pero el chico salió elegido y no admitió voluntarios. En el 2 más o menos lo mismo, ninguno de los dos admitió que alguien ocupara su puesto...¡se podrían venir al 7! En el 3 los tributos intentaban sonreirse mutuamente pero, ¿para qué? Resultaba patético. En el 4 un chico se presto voluntario y la chica quiso quedarse, aunque muy, muy asustada. El 5, 6, 8, 9, 10, 11 y 12 son prácticamente lo mismo: reina un silencio sepulcral cuando salen elegidos los tributos. La retransmisión del 7 es un poco vergonzosa ya que mi caía habrá resultado encantadora. Enfocan a mi madre cuando Suzanne lee mi nombre y veo que se apoya en Bran que comienza a mover la cabeza en todas direcciones, mi padre mira al suelo, imagino que sin saber cómo reaccionar. Entonces enfocan a Dylan y mis ojos se llenan de lágrimas. Se le ve gritando mi nombre y salir corriendo pero los agentes lo cogen mientras él forcejea inútilmente. Y ahí sube Chad, con sus ojos castaños observando en todas direcciones.
No puedo seguir con esto, ojalá pudiera abandonar.

LOSS. (FanFic The Hunger Games)Where stories live. Discover now