Capítulo N°10

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  La tenue luz del día se hizo aparecer por mi ventana, despertándome de mal humor

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  La tenue luz del día se hizo aparecer por mi ventana, despertándome de mal humor. Había olvidado cerrar las cortinas la noche anterior y el reflejo de las espesas y grises nubes que comenzaban a aparecer en el cielo, reflejaban en mis ojos.

  Me comencé a desperezar, a la vez que me levantaba de mi tan cómoda cama, con la esperanza que este día sea mejor que los anteriores, muy probablemente una torpe idea.

  Los días pasaron y las novedades del rubio eran cada vez menos. La última que supimos de él, fue hace cuatro días. Austin le vio en su forma humana, cerca de su casa, me contó que se encontraba a gusto en su nueva manada, que no le insistamos en volver, no quiere hacerlo. Me reusaba a creer eso, intentando aferrarme la idea que él volverá pronto y será como si nunca se hubiese ido. Una torpe esperanza que se estaba desvaneciendo conforme iban transcurriendo los días. Aun así, necesitaba volver a verle, escuchar su risa tan despreocupada, el ver como inventaba tontas excusas para seguir fingiendo ser humano o simplemente, verle.

  Me levanté a cerrar las cortinas, pero mi vista quedo en la casa de mis vecinos. En ella, pude localizar una ventada que apuntaba a la mía, parecía la de un dormitorio. Me dio pena que mis vecinos pudiesen verme si se asomaban por allí. Intenté cerrar la cortina, pero me llamó la atención otra cosa en el patio frontal. Mi ventada daba del lado izquierda de la casa, pero aun así pude ver el color gris metálico del Volkswagen de mi madre. Aún se encontraba en casa. Hace mucho no le veía por la mañana. La esperanza de verle aquí me hizo correr escalera a bajo para buscarles.

  En la pequeña cocina, sentada en la mini mesita desayunador, se encontraba tomando su taza de café matutino. Al verme, levantan su mirada posando sus ojos café en mí, con una pequeña sonrisa en su rostro.

  Ella fue la primera en saludarme, su voz dulce y tierna como la de siempre me hizo sonreír, borrando el mal humor que provocó la luz del día. Ella traía un pantalón de vestir gris con una camisa blanca, le quedaban muy bien con su tono de piel blanquecina. Su cabello rubio, se encontraba recogido en una coleta y traía un maquillaje sutil.

  – ¿Aún aquí? -pregunté sorprendida, pero con un pequeño tono de felicidad.

  – Son las seis y cuarto de la mañana -me informa- Te haz levantado más temprano de lo usual.

  No me esperaba que sea tan temprano, tiene sentido, al ver el auto estacionado, salí apresuradamente a ver si mis sospechas eras ciertas y no me fije hora.

  – Desperté por culpa de la luz de mi ventana.

  – Debes recordar cerrar tus cortinas, hija - dice con una sonrisa-. ¿Quieres desayunar?

  – Claro.

  Me acerque, tomando asiento en una de las sillas libres. Me serví un poco de café y solo me dediqué a beber de la taza con lentitud.

  – ¿Cómo te va en tus estudios? -pregunta repentinamente.

  – Bien. Gracias a un amigo, ya puedo estar al corriente de todo.

Entre Vampiros y LobosWhere stories live. Discover now