~Capítulo 17
-¡No llego, no llego!-grito Marian al ver la hora mientras corría por la cocina para sacar del microondas su cola cao.
La tarde anterior, María había llamado a Marian para comunicarle que no harían clase porque había una huelga de estudiantes para reivindicarse por los recortes universitarios que el gobierno central estaba haciendo.
A la rubia le pareció buena idea ir porque, aunque ella tuviera la suerte que sus padres le pagaban la carrera, era también una estudiante universitaria.
Quedaron a las nueve de la mañana en Plaza Catalunya, donde todos los universitarios de toda Barcelona y alrededores habían quedado.
Y bueno, como propio de Marian…se había quedado dormida, o bueno, para ella la alarma no le había sonado pero era mentira, ella misma la había tirado a algún lugar de la habitación para darse media vuelta en la cama y seguir durmiendo.
La chica no se fijó si el vaso quemaba por lo que ella, tan decidida, lo cogió con ambas manos y a la vez, no tardó mucho en estallarse en el suelo, rompiendo el vaso en mil pedazos y dejándolo todo perdido por su contenido de dentro.
-¡Ala! Otro vaso roto.
Mientras estaba de rodillas en el suelo, cogiendo los cristales rotos-con unos guantes de limpiar los platos-llamaron al timbre.
Y volvieron a insistir. Y volvieron.
Como pudo, Marian se levantó intentando no resbalar y pegarse la ostia de su vida y fue hacia la puerta.
-Has tardado mucho en abrir.-le dijo el rubio.- ¿Por qué llevas unos guantes de lavar platos? ¿Sabes acaso que llegamos tarde para ir a la huelga?
-¿Y qué haces tú aquí?
-Pues llevarte ¿no es obvio?
Marian suspiró profundamente, dejo la puerta abierta y se fue otra vez a la cocina.
-¿Y este estropicio?-le pregunto el rubio, detrás suyo, pegándole un susto.
-¡Joder! No sabía que estabas detrás. Si, se me ha caído un vaso.
La rubia volvió a hincar las rodillas en el suelo recogiendo los cristales que quedaban.
-¿Te ayudo?
-Me ayudarías yéndote de aquí.-le dijo Marian con cierta mala leche.
-¿Otra vez te has levantado con el pie izquierdo?
-Oh cállate.
Al levantarse, la rubia perdió el equilibrio y Pablo la agarro pasando sus fuertes brazos por la pequeña cintura de la chica.
-Eres patosa ¿eh?-le susurró al oído haciéndole cosquillas.
En cuanto pudo, Marian se apartó de él y cogió la fregona para limpiar las manchas que quedaban del cola cao.
-¿No vas a decir nada?-le pregunto el rubio sentándose en un taburete de la cocina.
-Decir ¿de qué?
-Pues te he llamado patosa, ahora tendrías que devolvérmela, insultarme o algo por el estilo.-se encogió de hombros.-estás rara.
-¿Para qué quieres que te siga la corriente? Ya me he dado cuenta que es mejor callarse a seguirle la corriente a un tonto ¿sabes?
-Pero lo hacía todo más divertido e interesante.-dijo Pablo mientras subía y bajaba una ceja, sonriendo.
-Cuando te lo propones puedes llegar a ser tonto de verdad. ¿No ves que no quiero seguir con esto?
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Nada fácil
ChickLitUn tropiezo, una mala mirada y algún que otro insulto. Este fue el principio en el que Marian y Pablo se conocieron. Ninguno de los dos se cayeron bien, ninguno de ellos dos se soportaban. Marian, una chica independiente e irónica que no tiene ning...