t r e s

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¿Qué había hecho? ¿Qué se supone que hacía al prometer volver a ver a un extraño del que ni siquiera conocía su nombre? ¿Había perdido la cabeza? Pensó en retractarse mientras lo veía alejarse por la acera desierta – aquella zona estaba desalojada después de que la estación de trenes cerrara -, pero no tuvo el valor de hacerlo después de ver la vehemencia en su mirada al hacerle esa pregunta, como si él mismo dependiese de su respuesta. ¿Por qué se había visto tan exaltado? Se pareció a ti por un momento, Tae Hyung, admitió.

- Siempre estaba nervioso – se retractó la voz en su cabeza.

- ¿Waeyo?

- Porque eras tú.

Se alegró de encontrarse a solas ya que cualquier persona normal no habría entendido el porqué de su sonrojo. Nadie lo entendería; nadie le creería el hecho de que todavía podía escuchar su voz y que ésta le respondía e, incluso, mantenían cortas conversaciones. Nadie entendería lo que sentía. ¿Qué pensarían de ella? Ni siquiera su hermano ni sus mejores amigos estaban al tanto de la realidad por la que estaba pasando. Debido a su incapacidad de dejar el pasado atrás, su mente probablemente trataba por todas las formas de mantener su cordura al imaginarse a Tae Hyung en su cabeza. No obstante, no estaba segura de que todo estuviese en su mente y tenía la esperanza de que, tal vez, él tampoco podía dejarla ir al igual que ella a él. ¿Qué ocurriría si le dijese a alguien sobre sus dudas? ¿La llevarían a un doctor? ¿La creerían loca?

- Ellos nunca pensarían eso de ti.

- No estoy segura – admitió Ha Neul en voz baja. ¿Quién podría entender que todavía podía oír la voz de su novio muerto?

Admiró el balón naranja en sus manos por algunos segundos en busca de una distracción, sintiendo la textura sintética de nuevo con sus dedos después de la noche del partido. Recordó el rostro del desconocido de piel blanca como la nieve y caminó al área de tiro libre que consistía en una línea blanca, mayormente desaparecida por los años. Se quedó allí, de pie, por lo que le parecieron horas, alternando la vista del balón a sus alrededores. Su cabeza volvió a doler, aunque se trató de un dolor diferente, más constante, más profundo, que se extendió desde la parte de atrás de su cabeza hasta sus cienes, casi sintiendo una molestia en los ojos. Pero no se sintió desconcertada por ello. Desde los últimos años, desde niña, esa clase de daño le era habitual cada vez que intentaba pensar demasiado o concentraba su mirada en un punto específico.

El moverse por los alrededores la ayudaba siempre a olvidarse de ese dolor, además de que le servía para repasar lo sucedido. Después de la muerte de Tae Hyung, no había vuelto a recapacitar sobre su futuro ya que estaba convencida de tenerlo planeado; sin embargo, la sola idea de que el baloncesto no formara parte de él le producía un malestar en el estómago. Buscó sentido a las últimas palabras que el entrenador Lee le había dicho tratando de conseguir una solución, pero le resultó inútil. Y tampoco se atrevía a hablarlo con Ji Min o Chun Hei. ¿Cómo les explicaría lo importante que era mantener viva la presencia de Tae Hyung en su cabeza? ¿Cómo les diría lo asustada que estaba por perderlo al abandonar el baloncesto cuando ya debería haber superado su muerte meses atrás? Aunque no se tratase de algo sano, irónicamente, el oír su voz todos los días era lo único que la mantenía todavía cuerda.

- Dijiste que no me dejarías – soltó después de limpiarse el sudor de su frente, recuperando el aliento.

- No lo haré.

Era egoísta, lo sabía, pero lo necesitaba más que a nada.

Sacándola de sus pensamientos, su teléfono celular comenzó a sonar en su mochila, por lo que caminó a buscarlo, se dejó caer sentada en el suelo con el balón entre las piernas cruzadas y miró la pantalla del aparato para encontrarse con una fotografía vieja de Ji Min durante el tiempo en que llevaba el cabello azabache.

Don't Leave [Yoon Gi - BTS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora