Don't Leave [Yoon Gi - BTS]

v e i n t i c i n c o

Después de salir de su visita semanal en el hospital, Ha Neul se sentó en el autobús con la mirada perdida en el exterior, observando las gotas de lluvias golpear la ventana a su lado mientras las personas corrían y buscaban refugio debajo que algún techo. Como había supuesto, Ji Min todavía seguía enfadado con ella a pesar de lo sucedido en la fiesta en la casa abandonada, evitándola lo máximo posible al pasar casi todo su tiempo fuera del apartamento con la excusa de querer practicar coreografías. Según lo que Ho Seok le había dicho, bailar era el modo de su amigo para descargarse. Por lo que aceptó su decisión y no volvió a llamarlo ni molestarlo. Por el otro lado, tampoco quería irrumpir en la felicidad de Chun Hei al saber que su amiga seguía encontrándose casi todos los días con Jung Kook, ya que no sólo ella se lo decía sino que Seok Jin y Ho Seok también.

- Me siento como una anciana chismosa – había admitido ella en una ocasión en que los tres se encontraban en la mesa de la cocina, hablando en susurros.

Se vio pasando mucho tiempo con ambos muchachos, además de Nam Joon y Jung Kook – cuando tenía tiempo, claro -, descubriendo cada día alguna razón que le ayudara a entender más a Tae Hyung y el por qué habían sido mejores amigos. Mientras más los conocía, más sentía que se acercaba a él. Sin embargo, lo contrario sucedía cuando estaba con Yoon Gi. Después de la fiesta, tampoco volvió a verlo de nuevo, al igual que a Ji Min. Ni siquiera pareció haber recordado sobre la visita al hospital a pesar de verse tan interesado la primera vez. ¿Estaría evitándola? Ella lo hacía. Acobardada por los sentimientos que el rubio le provocaba, estaba intentando alejarse poco a poco para no comprometer aún más su relación. Pero le resultaba increíblemente difícil. No tener su presencia cerca sólo lograba acentuar el vacío en su interior, ese vacío que había dejado Tae Hyung al morir.

El sonido de su teléfono vibrar la sacó de sus pensamientos, tratándose de una alarma que había olvidado quitar semanas atrás que solía anunciarle la hora en las tardes que se quedaba practicando con Yoon Gi hasta demasiado tarde, sin darse cuenta. La apagó de mala gana y, como por reflejo, abrió la fotografía que tenía del rubio durmiendo. Lo extraño, se dio cuenta al ver su rostro en la pantalla. En verdad, lo extraño. ¿Por qué debía tener tanta importancia en su vida? ¿Por qué todo parecía estar mal cuando él estaba cerca, pero seguía queriéndolo a su alrededor? ¿Por qué esos sentimientos no podían dejarla en paz? Al pasar su conversación por teléfono, no habían hablado ni una vez acerca de todo lo que ella le había dicho. No sabía si lo había lastimado o qué pensaba al respecto. ¿Por qué no estaba enfadado después de culparlo de todo lo que le ocurría? ¿Por qué no la había mandado al diablo? Incluso sin haberlo notado, Yoon Gi siempre la había cuidado. ¿Wae?

- Nunca dejarás de importarme, Ha Neul – le recordó decirle al salir del incendio.

Decidiéndose por dejarse llevar por al menos esa ocasión, Ha Neul colgó su mochila al hombro, se aferró a sus muletas para ponerse de pie y bajó del autobús en la primera parada que hizo para luego tomarse el que sabía que la llevaría al lugar donde quería ir, sin preocuparse en la lluvia. Tuvo que caminar unas pocas manzanas y finalmente se encontró a sí misma de pie frente a la puerta del apartamento de Yoon Gi. Tardó algunos minutos para tocar con dedos temblorosos pero, casi al instante, el muchacho abrió con los pies descalzos, vistiendo unos pantalones de algodón y una camiseta blanca sin mangas que dejaba sus brazos gruesos desnudos – mostrando su tatuaje - mientras se rascaba la cabeza con el cabello desordenado, adornado por unas gafas cuadras iguales a las suyas. Al reconocerla, abrió los ojos como platos y vio su atuendo mojado por la lluvia.

- ¿Qué haces aquí? – fue lo primero en preguntar antes de hacerse a un lado y permitirle el paso – Entra, debes estar congelada.

Dio un paso adentro sin decir una palabra y advirtió en el desorden de libros y partituras sobre la cama y la mesa.