𝓞𝓷𝓬𝓮

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𝑻𝒂𝒆𝒉𝒚𝒖𝒏𝒈

Jungkook no dejaba de jadear mientras incontables lágrimas aparecían, esto realmente lo estaba matando por dentro, yo simplemente no podía creer lo que había escuchado. Lo abracé con tanta fuerza como pude queriendo protegerlo de esos monstruos que querían destruirle, Pero ¿Cómo podía defenderle de fantasmas que solo él podía ver? Realmente quería ayudarlo y sin conocer a aquel hombre que lo hizo ser tan inseguro, lo hizo ser de esta manera, lo hizo ser... Miserable. Lo odiaba, realmente lo hacía.

—Desde aquel día a pesar de haberme alejado de mi padre, ya el daño estaba hecho. Sus palabras se han repetido dentro de mi cabeza un millón de veces, en ocasiones me pesa tanto el corazón que tengo que encerrarme porque no puedo hacer nada más, no puedo con mi propia vida. Esa ha sido la razón por la que no me has visto, porque he caído en un abismo, en mi propio abismo. —Sus ojos se apretaron mientras escondía su rostro sobre mi camisa ya humedecida. Lo tomé de las mejillas apartándolo un poco para mirarle los orbes.

Yo igual tenía mis propios problemas, pero los míos no se comparaban con los de él y aun así al mirarle a sus ojos siento como si en cualquier momento me fuera a romper y quisiera que alguien se encargara de hacerlo porque ya no soporto estar unido a tanta miseria y si yo lo sentía así ¿Cómo lo habrá sentido él?

Su rostro era similar al de un ángel, su sonrisa era pura. El viento le acariciaba toda su aura de inocencia, aunque cuando se le miraba a los ojos el paisaje era distinto. Podías ver la próxima tormenta acercarse y la siguiente catástrofe, aquella oscuridad en ellos que trataban de cerrarse en busca de protección, queriendo tragarse su propio miedo en el mar de decepciones, la felicidad no llegaba a sus ojos, su piel lucía demasiado limpia, pero las cicatrices se encontraban en otro lugar, él ya estaba roto y estaba intentando componer sus piezas a pesar de que aquellas no podían ser de esa hermosa forma que alguna vez fueron.

Tantos años buscando una solución que nunca había existido, una pérdida de tiempo que le impulsaba a encerrar sus manos como un puño y querer destrozar todo a su alrededor, sus nudillos ensangrentados no ardían como lo hacía su estómago al tragar sus propios nudos ¿Quién podría hallar su voz? Él definitivamente no sería una opción, si aquél deseo de poder gritar y que todo salga a través de su aliento, se hiciera realidad, tal vez pudiera darle un poco de descanso a su alma.

El hermoso bosque por el que corría con libertad solo era parte de su imaginación, ¿Cómo podría llevarlo a la realidad? Aunque algunas veces comenzaba a hacer tanto frío que se obligaba a mirar nuevamente hacia el nublado cielo de su realidad ¿Por qué era tan incomprensible? ¿Por qué nadie podía entenderle? No quería dar ninguna explicación, no quería sentirse una molestia porque era así como siempre se sentía.

El silencio lo estaba matando pero ni el mismo podría abrir los labios para explicar si no se encontraban palabras para ello, si tan solo una persona tuviera aquella disposición de ayudarle por más frías que sus manos se sintieran, por tan tibias que sus lágrimas fueran, por más intimidante que su mirada pareciera y por tan distante que se viera, si tan solo aquél ser le hallara un significado a su vida y le considerara necesario, si tan solo pudiera calentarle el corazón con sus brazos y ayudarle a ignorar aquel dolor. No buscaba que le repararan un objeto que estaba lo suficientemente dañado, pero si alguien que hiciera el intento de colocar un sincero parche en ello, el intento de querer sanarle le era suficiente.

Necesitaba alguien en el que pudiera llorar como si fuera un niño perdido, realmente lo era. ¿Por que nadie intentaba comprenderle? ¿Por que solo molestaba? No era más que él y su simple soledad en un incomprendido mundo con fallas a la hora de hallar el amor que desconoce en alguien más. Aquél chico podía ser luz entre multitud de obscuridad, su brillo era distinto y llamativo. Pero era como aquella luciérnaga que se escondía o aquella última estrella en el cielo que suponía que ni en medio del azabache era presente. Verle caminar por las calles húmedas debajo de una llovizna similar a la de sus ojos y notar sus grandes alas rotas intentando volar lejos, se les veía que eran hermosas aun estando quebradas ¿Cómo habrían sido sin ser tocadas? ¿Quién ha sido capaz de hacerle daño a este ángel sin rumbo?

—¿Entonces te gustan los chicos? —Pregunté sentándome a su lado cuando este se había calmado.

—Sí... Y si vas a juzgarme por favor no lo hagas porque ya ha sido suficien...—Apoyé mi dedo índice sobre sus labios, eran tan suaves que no pude evitar acariciarlos con el mismo.

—No lo haré, Jungkook. —Murmuré mientras este solo me observaba un poco atónito. — Aunque si te soy sincero, era uno más de esos canallas que odiaba a los chicos con esas preferencias hasta hace un momento.

—¿Qué te ha hecho cambiar de parecer?

No lo pensé dos veces para responder. —Tú.

—¿Por qué?

—No lo sé. —Presioné mis labios en busca de alguna respuesta coherente. — Pero al escucharte y ver por todo lo que pasas, me ha conmovido el corazón, tampoco soy una persona muy feliz que se diga y hasta llegué a pensar que mi infierno no lo entendería nadie, pero, mi situación no es un infierno comparado con la tuya. Si lo mío se siente tan mal, de tan solo imaginarte a ti, me siento miserable. —Me sinceré. — Y no me parece justo todo lo que has pasado por tan solo querer ser feliz, las personas no deberían juzgarte por tus elecciones, es solo tu vida. ¡Que les den! —Él comenzó a reír un poco ante lo que había dicho, pero nunca llegó a sus ojos, ellos seguían vacíos. Ansiaba ver el brillo que una vez vi en ellos. — Qué no te importe lo que los demás digan. —Susurré.

—Es difícil porque por más que no les preste atención, harán que lo haga y utilizarán lo que sea para ello. Hasta los golpes. —Hizo una mueca de dolor.

—Si alguien intenta golpearte, yo le dejaría la cara irreconocible.

—¿De verdad? —Me miró con esperanza y asentí. — Nunca pensé que alguien más quisiera defender a una persona como yo.

—Kook, desde el momento en el que te vi me di cuenta de lo puro que eras. Eres una gran persona ¿Por qué no hacerlo? mereces más que eso.

—¿Por qué estás aquí?

Tragué bilis ante su pregunta y observé hacía todas partes queriendo evitarle, pero sabía que no podía, volví mi mirada hacia él y este ya se encontraba con la suya atenta a mis expresiones. —Por una extraña razón, me importas. —Él sonrió negando con la cabeza como si no pudiera creerlo.

—¿Y porque sigues aquí? —Murmuró.

—Porque quiero salvarte. —Nuestras pupilas se conectaron y no pude evitar acercarme para apoyar mi frente sobre la de él, gesto que le hizo sonrojarse.

—Tae-Hyung. —Tartamudeó. —¿Puedo preguntar algo más? —Sus ojos se encontraban muy cerca de los míos, tanto que me distraían.

—Lo que sea. —Contesté.

—¿Por qué has dicho que no has podido sacarme de tu cabeza? —En medio del asombro ante la inesperada pregunta, fui incapaz de articular al menos un monosílabo.


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