37. No vueles sin mí

11.6K 1.4K 242
                                    

Antes de empezar la lectura, reproducir canción adherida en la parte de arriba.

Mis tímpanos zumbaban exageradamente y yo no podía creer lo que frente a mis ojos ocurría. Mis manos no dejaban de temblar y por más que quisiera tocarlo, era incapaz. No podía dejar de culparme una y otra vez.

Soy un maldito idiota.

Mis dientes se apretaron contra sí y por primera vez el esfuerzo por no llorar, era en vano.

Las gotas eran lo suficientemente grandes como para incluso manchar mi camisa y dejarme en cegueras de corto plazo.

Y cuándo al fin pude reaccionar, desde lo más profundo de mis pulmones, un alarido desgarrador surgió. Lo tomé entre mis brazos como pude, estaba muy golpeado, podía ver las hematomas y una gran cantidad de sangre derramada en el suelo, manchando gran parte de su ropa. Él estaba muy herido pero su pulso aún seguía allí, que clase de cautiverio tuvo que haber vivido. Me causaba gran agonía ese maldito hombre, sabía quien era. Debí haber detenido a tiempo a Jungkook y llevármelo lejos, ese diablo iba a pagarlas.

No podía siquiera con el peso de mi corazón, el simple hecho de saber como lo lastimaron, como lastimaron a mi pequeño Ángel sin culpa, como lo han jodido por ser un corazón demasiado noble que solo quería amor, que solo quería ser feliz siendo él, una maravilla.

¿Porqué? ¿Porqué personas como él tenían que ser constantemente atacados por la perversión de este mundo? Eran pocas aquellas personas a las que se le podían percibir la pureza de su alma, él era uno.

Corrí velozmente hacía mi auto como nunca antes había hecho y lo dejé a mi lado entrelazando nuestros dedos, él aún permanecía con sus ojos cerrados pero la mueca de dolor en su rostro, lo era todo.

Golpeé el volante jadeando y sorbí por la nariz comenzando a conducir a la clínica más cercana.

Su sangre había manchado incluso mis pantalones, estaba lleno de su inocencia, de su inocencia malditamente corrompida y abusada.

Un día como lo era hoy, le había pedido incontables veces a Dios que yo estuviera en su lugar y no él, que ese fuera yo. Solo quería que él viviera la vida que nunca ha podido tener, solo quería que él fuera libre y que las personas pudieran admirar aquella fuerza que él pensaba que no tenía, descubriendo que cada una de sus imperfecciones no eran mas que pequeñas situaciones admirables.

"Todo va a estar bien." Dijo mi voz rota, llena de esperanzas. Mis brazos temblorosos lo tomaban de nuevo, esta vez en un fuerte abrazo, besando cada una de sus heridas mientras corría en la clínica.

Varias enfermeras me atajaron y lo colocamos en una camilla, yo no soltaba su mano, corría con ellos. No dejaría a mi amor, no lo dejaría ir. Este infierno tenía que acabar, si, tenía que hacerlo cueste lo que cueste.

Tuve que separarme de él, por obligación y una buena razón. Tenía toda mi fe puesta en aquellos doctores, al salir me encontré con su madre envuelta en lágrimas, esta vez ambos nos estábamos entendiendo, compartíamos algo.

Me acerqué a ella lleno de vergüenza y no se me ocurrió otra cosa que pedir disculpas mientras la abrazaba. Para mi sorpresa su abrazo fue mas fuerte.-No es tu culpa cariño.

Me aparté de ella sintiendo las lágrimas volver, mientras me pasaba una mano llena de frustración sobre el cabello.-¿Sabían que su padre estaba aquí?-Pregunté notando que mi voz aún temblaba.

-Sí. Se supone que él se hubiera ido hoy.-Murmuró suspirando.-Pero no lo hizo porqué el quiso esperar por ti primero.

Y aquella frase me hizo caer de golpe sobre mis rodillas ¿Era yo peor monstruo que ese hombre? Cada vez las cosas señalaban más a que yo era el culpable de todo esto, tenía que repararlo de alguna manera.

Mis puños descontroladamente golpeaban el suelo y por mas que su madre intentaba detenerme, yo no quería hacerlo. Ni siquiera lo roto de mis nudillos se podrían comparar por lo que Jungkook se encontraba pasando, no había manera de explicar mis emociones, de decirlas o ponerse sobre mis zapatos. La palabra infierno se quedaba muy pequeña en ello.

Jin había llegado al lugar, no quería verle la cara. Sabía que me señalaría de mil maneras y yo sólo quería mantener mis pensamientos en Jungkook.

No sabía si podía estar allí y tampoco me importó del todo, pero me mantuve sentado en el suelo recostado sobre la puerta de aquél quirófano, en donde él se encontraba luchando por su vida, él podía, yo lo sabía.

Mis manos se apoyaron en mi pecho como si de alguna manera esa fuera una conexión y empecé a murmurar apenas por lo bajo, con la esperanza de que él pudiera escucharme en algún lugar donde su conciencia estuviera ahora.

-Dime que podría hacer para que te quedaras por mucho tiempo más, si pudiera ser yo quien tomara tu lugar, sin pensarlo lo haría, yo moriría por ti.

¿Esto es cierto? No quiero creerlo más. Puedo ignorar esto, crear mi propia historia donde tu estas libre de todos tus dolores y vuelvo a verte sonreír, pero cuándo la burbuja explota yo solo quiero gritar.-Negué con mi cabeza encontrándome a mi mismo de nuevo en un río de lágrimas con piedras incluidas que atormentaban en el alma.-Nunca le tuve miedo al futuro hasta ahora, dime ¿contra qué puedo luchar? Quiero rescatarte pero no tengo armas que utilizar, dime que esto es mentira y que solo es una broma, que te quedarás aquí y me recordarás que me amas. Si te vas ¿Cómo se puede vivir sin corazón? Déjame volar contigo, quiero volar contigo, volemos juntos hasta el final.-Continué murmurando observando el anillo de promesa en mi dedo y suspiré.- Una distancia de mierda que me aparta de ti cuándo necesito abrazarte, dame todas tus tristezas, yo las tomaré. Dime como hago para volver a ver aquella sonrisa, escápate conmigo, olvidémonos de esto y del pasado, yo te obsequiaré mi vida si te has quedado sin una.-Me puse sobre mis pies y dejé mi frente sobre aquella puerta contando cada uno de mis suspiros.- Por favor, despiértenme de esta mala pesadilla, quiero abrazarle sin pensar que algún día se irá. Quédate una eternidad a mi lado, Jungkook; Solo quiero recordar aquellos tiempos en los que reías sin preocuparte.

La presión en mi cabeza era cada vez más prominente, un aire recorría toda mi espalda inundando incluso mi pecho y era como si mi garganta comenzara a cerrarse, estaba completamente seca.

Me arrodillé en el suelo presionándome a mi mismo, por más que necesitara ayuda por lo que aquellos nervios comenzaban a atacar en mi, merecía esto.

Solo pedía a Dios que me cambiara hacía su lugar de alguna manera, me estaba comenzando a deshidratar de tantas lágrimas. Aquél fuerte zumbido en mis orejas me provocaba ceguera, todas aquellas voces en mi cabeza gritaban demasiado alto y no había manera de callarlas, no si él no estaba en mi vida.


Vivimos en un mundo donde preferimos ocultar las lágrimas y lo que sentimos sólo porque la sociedad tiene un concepto equivocado de fortaleza.

Entonces ¿ser "fuerte" te ha hecho ser feliz?

Last HeartbeatDove le storie prendono vita. Scoprilo ora