17.

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Taehyung

—¿De verdad vas a cocinar en este momento? —Pregunté colocando mis ojos en blanco.

—Sí. —Respondió cortante.

—Deberíamos aprovechar antes de que tu madre empiece a merodear por aquí. —Él no respondió, por lo que volví a poner los ojos en blanco, odiaba cuando se hacía el difícil.

Pero esta vez yo me uniría a su juego. Dos juegan mejor que uno, eso era más que cierto.

—Hay mucho calor aquí, ¿no crees? —dije mientras me sacaba la camisa, este me miró de reojo.

—Claro. —Respondió. Bufé lanzando la camisa al suelo al ver que no funcionaba.

—Espero que luego la recojas, no quiero desorden el día de nochebuena. —Le imité por lo bajo haciendo una mueca y decidí observarlo.

Luego de dejar las frutas cortadas en el refrigerador, se alejó y se acercó a mí. — Bien, ¿qué quieres hacer?

—Mmm. —murmuré apoyando mis manos sobre el mesón de la cocina y lo miré a los ojos. — Lo que te plazca.

—No lo sé, estoy sin ideas. —Contestó apoyando su mano sobre su espalda baja, haciendo una mueca.

—Tengo ideas, pero son muy indecentes. —Bromeé aún mirando sus ojos y sonreí despacio.

Su cara comenzó a arder y soltó una risa negando con la cabeza. — Eres increíble. —Mordió su labio, reprimiendo una sonrisa.

— ¿Por qué lo soy? —Elevé una ceja, miré sus mejillas sonrojadas, deslizando el dedo índice sobre una de estas. — Has vuelto a ser una manzana, a las serpientes les gustan las manzanas. —Reí. Con mi pulgar tiré de su labio inferior hacia abajo, causando que lo soltara. — No hagas eso.

—Ya deja de decir esas cosas, me haces sentir como un tonto.—Contestó riendo leve —¿Eres una serpiente?

—¿Y qué tiene de malo, eh? —Pregunté divertido despeinando su cabello.— Los tontos también tienen derecho. —Murmuré, negando con la cabeza ante su pregunta.—No soy una serpiente... Pero, si un lobo. —Mordí su mejilla con delicadeza de forma juguetona, luego me aparté.—Vamos. —Dije señalando la salida que nos dirigía a la sala y él tocó su mejilla apartándose para ir avergonzado.

Le miré extrañado y luego reí siguiéndole. Le tomé del brazo, deteniéndolo en seco e hice que me observara. — ¿Por qué huyes? — Murmuré haciendo que mi aliento chocara sobre su mejilla.

Hizo un mohín viéndome. — Me dijiste "vamos."—Contestó desviando la mirada.

Lo tomé del mentón apretando sus mejillas y miré sus labios. — Los pucheros son irresistibles para mí, así que te recomiendo que no los hagas.—Lo solté despacio sonriendo y le rasqué la nuca.— Vamos.—Me acerqué al sofá tomando asiento sobre este.

—Ni que fueras mi madre para hacer lo que digas. —Rodó los ojos y se sentó a mi lado.

Solté una fuerte carcajada tomándome el estómago. — ¿Qué tiene que ver ella en todo esto? —Pregunté colocando toda mi atención en él. —No ruedes los ojos. —Le di un leve golpecito a su cabeza.

—Lo siento. —Ríe suspirando— ¿Por qué no puedo hacerlo?

—Porque no me gusta que me pongan los ojos en blanco, es de mala educación. —Toqué su nariz con mi dedo índice.

Volvió a rodar los ojos.— ¿Quieres ver algo gracioso?—Preguntó sacando su celular.

Lo miré sorprendido por su acción y volteé su cara bruscamente apoyando mi frente sobre la suya para mirar más de cerca sus ojos. — No lo hagas, hablo en serio.—Dije con voz ronca y me alejé despacio.— Y si quiero ver. —Sonreí cambiando mi semblante.

Last HeartbeatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora