Capítulo 3

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III




—Tenemos un problema, Kriegger.

—Doctora, no sea exagerada, tan solo llevan diez días conscientes. Es normal que tarden en recuperarse.

—No hablo de problemas físicos o mentales: hablo de su conducta. Esa mujer...

—Doctora por favor, está asustada. Como comprenderá, desde que ha despertado no ha dejado de clavarle agujas e insertarle tubos por todos los orificios habidos y por haber. Es normal que no quiera hablar con usted.

—Me limito a cumplir con mi labor, Kriegger.

—Y lo hace maravillosamente bien, pero ha llegado el momento de que me deje intervenir.

Durante los últimos días, Kriegger apenas había tenido contacto con los pacientes debido al gran volumen de información transmitido por Berith. Las pocas noticias que tenía eran las que le transmitía la Doctora, y no eran especialmente buenas. Al parecer, los pacientes se habían vuelto problemáticos, y aunque no habían llegado a emplear la violencia en ningún momento, sí habían empezado a desobedecer a absolutamente todo.

La Doctora estaba desconcertada. Los informes médicos reflejaban una mejoría importante, pero no la suficiente como para que hubiesen podido tomar conciencia de dónde se encontraban. Estaban mejorando, desde luego, pero aún faltaba mucho para que pudieran recuperar los rasgos distintivos de la personalidad que Spectrum se había encargado de eliminar junto al resto de recuerdos. Precisamente por ello, porque eran poco más que cuerpos vacíos, que la Doctora no comprendía lo que estaba sucediendo. Además, dado que los días de control habían acabado hacía ya una semana, se descartaba que las reacciones pudiesen ser causadas por el instinto. Así pues, en conclusión, algo fallaba.

Ever tenía sus propias sospechas al respecto, pero no sabía en qué fundamentarlas. Descuidos, errores... ¿pero qué clase de errores podía haber? Sabía que era imposible, pero empezaba a plantearse la posibilidad de que el sistema de reinserción hubiese fallado.

A Lucius, en cambio, no le preocupaba lo que estaba ocurriendo. A él únicamente le interesaban los avances, y sin duda aquellas demostraciones de fuerte carácter eran la prueba más clara de ello.

Haciendo caso omiso de las indicaciones de la Doctora, Lucius decidió entrar en la sala donde se hospedaba Sena Valdis. La última vez que la había visto ella dormía en la planta inferior, con el rostro apretado contra la almohada y el cuerpo rígido. En aquel entonces, sin embargo, la paciente estaba en plena forma y con los sentidos totalmente recuperados. Eso sí, no tenía ganas de hablar. De hecho, tal era su silencio que la Doctora había llegado a barajar la posibilidad de que hubiese perdido la facultad. Incluso barajaba la posibilidad de que no comprendiera el idioma. Afortunadamente, cierto suceso acontecido poco antes evidenciaba que se equivocaba. Horas atrás, Ravenblut había intentado hacerla hablar. Había hecho todo lo que había podido, empleando para ello todos los trucos que guardaba bajo la manga, y aunque no lo había conseguido, al menos había logrado que riera, demostrando así que comprendía perfectamente su idioma, y lo que era mucho peor, sus bromas.

Lucius se abrió paso a grandes zancadas por el corredor. Una vez alcanzada la última sala, se detuvo ante la puerta. Más allá de una amplia zona de camillas separadas por cortinas estaban las salas de aislamiento donde, dependiendo del caso, los pacientes pasaban sus últimos días. En el caso de Kriegger, su alto rango le había permitido disfrutar de aquella estancia en varias ocasiones, pero también de perder la oportunidad de rodearse de la grata compañía de camaradas que, al igual que él, habían sido gravemente heridas. En aquella ocasión, Valdis únicamente ocupaba aquel lugar por sus tres años de inconsciencia y el interés que despertaba en Tempestad. De haberse tratado de cualquier otro despertar, a aquellas altura ya estaría tumbado entre cortinas y bromeando con el resto de heridos.

Sujeto 5.555Where stories live. Discover now