IV - De Pactos Afianzados & Planos Robados

1.7K 228 19
                                    

Martes, 21 de septiembre de 1885.

La Dansé des Merveilles, Montecarlo (Francia)

Dormitorios

Bajo la luz de dos velas candentes y el halo nocturno de una luna tan blanca como la nieve, las sombras de las dos chicas se reflejaban por el suelo de la habitación, danzando, una y otra vez. Fleurie observó a su compañera, molesta. La había hablado de corazón, recibiendo una burla por respuesta. Pero aquel no era el momento de discutir. Era el momento de actuar.

—Escucha y baja la voz. Podrían oírte y ya deberíamos estar dormidas —ordenó—. Mi plan es exactamente el siguiente. Yo buscaré el lugar donde se encuentran los planos de la Academia en la biblioteca, y tú te escabullirás en el despacho del director para robar los expedientes.

–¡Sí claro! Yo hago la parte difícil de tu estúpido plan y tú la pregunta inocente. Juégate tú el pellejo... —le espetó.

—¡Está bien, pero no grites! Yo buscaré los expedientes en el despacho del director y tú preguntas por los planos en la biblioteca ¿De acuerdo?

Matildè asintió, más por una cuestión de comodidad que de interés. Sabía que su amiga requería de su ayuda y no aceptaría un no por respuesta. Las dos chicas hicieron un juramento y prometieron no desvelar nada a nadie. En ese momento, las estrellas ya lucían en todo su esplendor, colgadas del manto lóbrego y oscuro al que llamaban noche. Fleurie imitó a su compañera y se metió en su cama.

Por más que cerrara los ojos, no podía dejarse llevar por el sueño. No sabía exactamente si era por la excitación del plan, o por el peligro que éste desentrañaba. Sólo deseó que los curiosos ojos de Emmanuel no se posaran en sus actos.

• • • • • - • • • • • - • • • • • - • • • • • - • • • • •

Miércoles, 22 de septiembre de 1885.

La Dansé des Merveilles, Montecarlo (Francia)

Aula de Música / Biblioteca / Despacho del Director

Una vez ubicadas en sus sitios correspondientes, Fleurie y Matildè sacaron sus respectivos materiales de trabajo y los colocaron sobre la mesa, es decir, su cuaderno y utensilios de escritura. Desde aquel lugar se podían observar a la perfección todos los puntos del aula. Mientras, esperaban a que llegara el profesor para poner fin al barullo que causaban los excitados estudiantes.

Fleurie supo que Dios no escuchó sus plegarias cuando un irascible Emmanuel ocupó el lugar junto a ella, al igual que el día anterior. La joven, cabreada, abrió su cuaderno y comenzó a escribir con furia. Sentía la mirada de su compañero sobre ella, examinando su caligrafía, su expresión, sus gotas de sudor,... Cuando llegó el profesor, dejó inmediatamente de escribir para prestarle atención.

Sus últimas palabras: «Deja de mirarme, puto acosador»

—Por favor, sin montar un alboroto, cojan sus cuadernos y abandonen su puesto. La clase de música tendrá lugar en el aula al final del pasillo. Si son tan amables de acompañarme...

Un rostro arrugado pero amigable comenzó a pronunciar aquellas palabras. Sus pelos canos tenían densidad, sus ojos caoba se asemejaban al de ciertos árboles del jardín de la Academia, y el tono moreno de su piel denotaba que posiblemente habría trabajado en el campo por un largo periodo de tiempo. La cola de su chaqueta se ondeó conforme salía de la clase, seguido por sus fieles pupilos.

Death's Lullaby (Novela Histórica de Misterio & Suspense)Where stories live. Discover now