FlashBack N° 3: Perdida a la Luz del Día, Fundida en la Oscuridad de la Noche

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Sábado, 18 de septiembre de 1885.

Periferia de la ciudad de Tours (Francia)

Piso Franco

Out on the road there are fireflies circling
Deep in the woods, where the lost souls hide
Over the hill there are men returning
Trying to find some peace of mind

Sleep my child

Under the fog there are shadows moving
Don't be afraid, hold my hand
Into the dark there are eyelids closing
Buried alive in the shifting sands

Sleep my child

Speak to me now and the world will crumble
Open a door and the moon will fall
All of your life, all your memories
Go to your dreams, forget it all

Sleep my child

Unos instantes, segundos, que para Evelyn significaban todo el tiempo de su mundo. Su mano acarició el cabello de Fleurie con suavidad, deleitándose con el hermoso rostro de su hija. Una joven niña llena de vitalidad, fuerza y sueños por cumplir; sobre todo los que la nana cantada por su madre despertaron en su mente. La noche se había cernido hace tiempo sobre las dos mujeres.

Y allí estaban. Tan frágiles, y a la vez, tan fuertes. Su vida siempre fue una serie de ironías. Hasta ahora. Desde el primer momento en el que sostuvo conscientemente a su hija en sus brazos supo que sostenía esa razón a su existencia que por tanto tiempo anduvo buscando. Vagó sin rumbo, perdida, y de ese modo consiguió encontrar su camino. Fleurie, su primogénita, la llevó de nuevo al mundo real.

No hacían falta más despedidas. A la mañana siguiente Fleurie se separaría de su madre con la convicción de que no sería la última vez que la vería... aunque nadie podría asegurárselo. Ya habían derramado suficiente lágrimas y habían dejado suficientes palabras en el olvido. El lazo, el vínculo, se desanudaba. Se rompía. Desaparecía y fluía en el olvido.

Cuando Fleurie se encontró sumida en un profundo sueño, Evelyn dejó de acariciarla y bostezó en silencio. El manto nocturno, el halo de plata, el fulgor de las estrellas le gritaba que ella también debía descansar. Cerró la puerta muy despacio, dejando atrás el dormitorio de la niña. Una sonrisa modesta se instauró en sus labios. Esa sonrisa que por tanto tiempo había deseado mostrar al mundo entero, en vez del rostro apagado que pareció fijarse en su cara por mucho tiempo.

Una vez en su propia habitación, la joven se quedó desnuda frente al espejo. Se sentía extraña. Durante unos minutos se quedó totalmente quieta frente a él. Ese cuerpo traía a sus memorias recuerdos que prefería olvidar. Ese cuerpo sufrió, se llenó de heridas y cicatrices que tendría que cargar por el resto de su vida. Pero luego pensó en Fleurie. Decidió que mereció la pena.

Eran las 00:00 cuando se puso el camisón encima, dispuesta a dejarse llevar por el sueño. Todo en su vida cambió hacia mejor desde el nacimiento de su hija. Parecía haber revivido en el mundo en que realmente merecía vivir. Pobre Evelyn. Olvidó que tras las aguas en calma siempre venía la tormenta. Y esta vez, en forma de timbre. Llamaron a la puerta.

Sorprendida, desconfiada, pero sobre todo precavida, Evelyn corrió hasta la cocina y rebuscó entre los cubiertos del cajón más cercano hasta encontrar lo que buscaba: un cuchillo. Deslizó su fina hoja por la yema de su dedo índice hasta que el timbre de la puerta produjo en ella un sobresalto. En décimas de segundo lo guardó en el bolsillo de su camisón y corrió hasta la puerta. Hizo lo correcto. Lo tuvo claro al abrir la puerta.

Death's Lullaby (Novela Histórica de Misterio & Suspense)Where stories live. Discover now