VII - Labios Sellados, Planos No Hallados

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Viernes, 1 de octubre de 1885.

La Dansé des Merveilles, Montecarlo (Francia)

Dormitorios

Se oían sus pasos a kilómetros de distancia, por lo que cuando Fleurie abrió la puerta del dormitorio de sopetón, Matildè ni siquiera profirió una mueca de sorpresa. Sólo se dignó a otearla de reojo, y no supo por qué lo hizo, ya que el mismo rostro arrogante pasaba de ella con indiferencia. Sin embargo, la curiosidad era algo que no podía controlar, y sus ganas de seguir estudiando eran nulas...

—¿Has encontrado algo interesante? ¿Te han pillado? —preguntó tras un debate en su conciencia.

Fleurie guardó los libros que dejó olvidados sobre su cama y se tiró en ella, observando fijamente el techo. Dejó algo más en el cajón de su mesilla, pero su compañera no tenía por qué saberlo. Tras ella, un espectacular paisaje que contemplar se hallaba apenas a unos centímetros del dormitorio, pero no quería disfrutar de las vistas. Simplemente, quería perderse en su propio mundo. Un mundo que gracias a Matildè no tardó mucho en colapsar.

—Te he hecho una pregunta. Deja de ignorarme, Fleurie —ordenó. La joven nombrada casi rió al escuchar tales palabras.

—Creía que a ti sólo te interesaba tu obra maestra.

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Lunes, 4 de octubre de 1885.

La Dansé des Merveilles, Montecarlo (Francia)

Aula Escolar / Dormitorios

En un acto reflejo, Fleurie vislumbró a su compañera caminando de nuevo hasta su sitio. Acababa de llegar a clase y casi se camufló entre el gentío y la algarabía de los estudiantes, de no ser por su buena vista. Ni siquiera le dirigió un "hola" cuando ocupó el asiento a su lado. Seguían enfadadas, aunque cada una por sus propios motivos. Fleurie sólo sabía que no le interesaba saberlos.

Por una vez, casi sintió hasta alegría cuando Emmanuel Lombardo se presentó en el aula y se sentó en el único hueco libre que quedaba: a su lado. «Estoy rodeada de gilipollas y raritos» pensó amargamente mientras se revolvía en su sitio. Sacó su cuaderno y un lápiz con la única intención de librarse de los rostros que la atormentaban, pero un poder mayor se lo impidió.

—Alumnos, atiendan. Pasaré orden de lista y, cuando diga sus nombres, levántense y quédense de pie.

La extraña petición fue motivo de sorpresa entre el alumnado. Olía a chamusquina. Uno a uno, desocuparon sus sillas mientras que Fleurie tan sólo se preguntaba cuando había llegado la Sra. Monsielle al aula. Llegó su turno y sus hombros quedaron a la misma altura que los de Matildè... y los de Emmanuel. Sin previo aviso, varios profesores irrumpieron en la clase.

Por su apariencia, parecía que daban clase en cursos superiores al suyo, lo cual no tenía sentido. Sus rostros y las emociones que reflejaban tampoco daban la sensación de que fueran a repartir rosas. Más bien parecía que querían pegarles a todos un puñetazo en la cara. Por eso, nadie se atrevió a pronunciar ni una sola palabra de protesta al ver que inspeccionaban las posesiones materiales de todos los estudiantes sin su consentimiento.

Death's Lullaby (Novela Histórica de Misterio & Suspense)Where stories live. Discover now