IX - Esperanza & Vida, Ambas Abatidas

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Martes, 5 de octubre de 1885.

La Dansé des Merveilles, Montecarlo (Francia)

Aula Escolar / Pasillos

—¿Esto? Pues... Esto es un ataque a mi privacidad, clarísimamente —respondió con descaro. Fleurie miró a los ojos a la Sra. Monsielle, desafiándola. Algo en su interior le decía que no estaba para bromas, pero la única solución posible para escapar de aquel lío era indignarse como nunca antes lo había hecho. Exceptuando el numerito del falso ratón en su primer día en la Academia—. Esta es una nota muy personal que me entregó mi madre poco después del fallecimiento de mi padre, algo completamente irrelevante en su búsqueda del tesoro.

—Cuidado con tus formas, Fleurie. Cosas muy extrañas están sucediendo ahora en la Academia, y no eres precisamente el modelo de alumna estándar que todo profesor quiere moldear.

—¿Porque tengo principios éticos?

Jamás vio en su tutora una mirada tan fría como la que le dirigió en aquel instante. Pánico. Esa era la palabra que definía su estado de ánimo mientras la profesora la escrutaba con su mirada. Parecía haberla cabreado de una manera bastante fuerte, aunque tan sólo había reivindicado sus derechos a la libertad de expresión, intimidad y dignidad.

—¿Tienes esa llave aquí, en La Dansé? —cuestionó, intentando sonar lo más calmada posible. Su expresión la delataba. Fleurie negó con la cabeza y siguió manteniendo su semblante duro y confiado. A ningún profesor le había agradado nunca una mente progresista y liberal. Sobre todo si esa mente era la única capaz de desafiarles.

La Sra. Monsielle dio por acabada la conversación y dejó que la niña se reuniera con sus compañeros en el aula de música. Tomando de nuevo su material entre sus manos, Fleurie se despidió de forma cortés quedándose con las ganas de sacarle la puñeta. La pura verdad era que estaba harta de tantos secretos, y la ironía es que todo ese alboroto se formó por su curiosidad hacia uno de ellos. Por lo menos, el mayor peligro había pasado. Su secreto seguía a salvo y, aparentemente, su profesora no tenía la menor idea de todo lo que ocultaba a ojos de la gente.

Al abandonar el aula, sus pasos hicieron eco por los silenciosos pasillos de la Academia conforme se acercaba a su destino, a la vez que las gotas de lluvia resbalaban todavía por los gruesos cristales de las ventanas. Conforme iba aproximándose a su destino, la figura de una joven se le iba haciendo cada vez más reconocible. Aquel rostro familiar escrutaba cada uno de sus pasos como si no quisiera perderse ni uno sólo de sus movimientos.

—¿Matildè? —susurró Fleurie al asegurarse de que era ella quién yacía sentada fuera del aula de música—. ¿Qué haces aquí? ¿Te han echado de clase?

Matildè negó con la cabeza. Desde el ángulo en el que se encontraba pudo ver que su compañera de cuarto se encontraba totalmente pálida, como si una criatura de otro mundo le hubiera robado el color. Su expresión triste acompañaba a esos ojos vacíos que parecían observar al infinito. Por primera vez en todo el tiempo que llevaba en la Academia pudo ver el terror reflejado en el rostro de Matildè.

—¿Qué ocurre? Me estás asustando —aseguró, tomando asiento junto a ella. El suelo estaba frío como el cuerpo de su compañera. Todo lucía tan irreal que apenas se dio cuenta del momento en que la miró a los ojos y comenzó a explicar lo sucedido, entre gotas de sudor.

Death's Lullaby (Novela Histórica de Misterio & Suspense)Место, где живут истории. Откройте их для себя