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Mientras terminaba de preparar la cena, intentaba recuperar la cordura luego de ese pequeño momento con Adam

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Mientras terminaba de preparar la cena, intentaba recuperar la cordura luego de ese pequeño momento con Adam.

Mi corazón aún latía con fuerza y me costaba regular la respiración.

¿Qué hubiera pasado si lo besaba?
Oh dios.
Podría haber lastimado a todos con tan sólo una acción.
Debo comportarme.
No dejo de preguntarme si alguna vez dejé de amarlo.

Cuando terminé de preparar la cena, la llevé hacia la mesa. Ellos conversaban como si fueran amigos de toda la vida. Me gustó verlos así.

—Oh Julia, esto está delicioso—anunció Adam.

—Coincido con Adam, esto está muy rico amor.

Lucas nunca decía esas cosas. Evidentemente la presencia de Adam en la casa lo hacía actuar diferente.

—Gracias, que lo disfruten.

—Adam, tengo algo que preguntarte—exclamó mi prometido, haciendo que casi me atragante con un pedazo de pollo.

Mi novio es una de esas personas que no tienen filtro al hablar. Me preocupaba lo que pueda preguntar.
Me pregunto si recuerda que mi amigo es sacerdote.

—Adelante.

—¿Cómo puedes vivir sin sexo? ¿Al menos te satisfaces a ti mismo de alguna manera? No puedo comprender como una persona podría vivir sin algo tan fantástico como el sexo.

Oh no, el no acaba de preguntar eso.
Quería morir ahí mismo.
Tal vez atragantarse con el pollo no sea tan mala idea después de todo.
Su pregunta estuvo absolutamente fuera de lugar.
Lo fulminé con la mirada de inmediato.
Adam se veía completamente incómodo.
Me sorprendí ante su reacción.
Yo me hubiera marchado ante tal falta de respeto. Sin embargo el sonrió y contestó.

—Lucas no creo que puedas entenderlo.

Claramente no.
Mi prometido es un cavernicola.

—Yo hice una elección, y al hacerla era consciente de cuanto dejaba atrás, de todo a lo que renunciaba—clavó sus ojos en mi y luego bajó la mirada—cuando tienes vocación y tomas una decisión como la mía renuncias a todas las tentaciones. Soy feliz ayudando a las personas y en los brazos de dios. No necesito nada más para ser feliz. Lo más difícil para mi fué dejarte a ti—dijo, volviendo a fijar su mirada en mi.

Le sonreí con ternura.
Lucas abrió los ojos, con cinismo. Como si esa no fuera una explicación justa.

—Tu naciste para eso, tienes un gran corazón—admití.

Luego de terminar el postre nos íbamos a dormir. Lucas se levantaba temprano a la manana para ir al trabajo y yo pensaba pasar un excelente día junto a Adam. Además debía hacer la prueba del vestido de bodas, la fecha se acercaba y tenía mucho por hacer. El se ofreció a ayudarme.

Le mostré su cuarto y me dirigí hacia mi habitación.
Lucas leía un libro en la cama.

—Al fin estas aquí. Te estaba esperando—dijo el, sacándose el pijama.

—¿Qué rayos pasa contigo? ¿Cómo puedes preguntarle algo así? Quería matarte ahí mismo, lo juro. Eres un idiota Lucas.

—Oh, ahora que el señor perfecto esta aquí, yo soy un idiota.

—Vete al diablo. Que duermas bien—dije, antes de girarme en la cama y dormirme, dándole la espalda.

Me fastidiaba su actitud.
Entiendo que la presencia de Adam lo altere. Pero no es para que se comporte como un completo idiota.

Cuando desperté, el ya no estaba.

Salí de mi habitación solo con mi pijama, para dirigirme a la cocina. Me sorprendí al sentir un agradable aroma a comida.
Adam preparaba el desayuno, mientras cantaba una canción.

Me quedé unos minutos observándolo en silencio.
Pensando en cuanto amaba y extrañaba a mi amigo.
Me paré en la puerta con una enorme sonrisa y aclaré mi voz para que sepa de mi presencia.

—Buen día dormilona. Te iba a llevar el desayuno a la cama.

—Oh Adam, no te hubieras molestado. Huele delicioso.

Lo abracé y el besó mi frente.

Que felicidad sentía al tenerlo aquí.

—Debes acompañarme a probar mi vestido—anuncié, sonrojada.

—Será un placer—respondió, dedicándome una enorme sonrisa.

¿Por qué tiene que ser tan guapo?

—¿Lo amas?

Su pregunta me despertó de mi trance.

—Claro que si.

—Ah.

—¿Por qué me preguntas eso?—indagué, sintiéndome incómoda.

—Solo quiero saber si estas segura de esto. Ya sabes, si sientes que el es el amor de tu vida.

¿Por qué me decía estas cosas?

—Adam, el amor de mi vida eras tu. Cuando te fuiste mi corazón se rompió, dejando un vacío irreparable. Nadie puede reemplazarte a ti en mi corazón. Sólo intenté seguir adelante. Fué difícil ¿sabes? No creo que alguna vez sienta algo como lo que sentí por ti. Sólo intento ser feliz ¿Esta bien?

Sentía mis ojos humedecerse ante mis palabras.
No se si esa era la respuesta que el esperaba, pero ciertamente era la correcta.
Me pasé la vida anhelando su amor.
Pero el me había dejado.
Yo solo quise continuar con mi vida, ser feliz. Aunque toda mi vida me sienta miserable al estar lejos de Adam.

—Yo... Lo siento Julia. No quise ponerte triste. Realmente lo lamento. Fué muy difícil para mi dejarte. Cuando me subí al avión ese día, quise volver a buscarte y ya era tarde.
Durante el viaje me convencí a mi mismo de que yo no era lo mejor para ti. Que debías vivir tu vida, conocer a otras personas. Yo... Te amaba Julia.

Me acerqué  a su rostro y lo besé en la mejilla. Sentía las lágrimas recorrer mi rostro. El acarició mi mejilla y me devolvió el beso.
Su boca estaba tan cerca de la mía que casi me da un paro.

Me alejé de el bruscamente.

—Yo lo lamento. Tu presencia aquí me hace sentir muchas cosas. Ya vámonos ¿si?
El asintió.
Y en silencio nos fuimos a buscar mi vestido.

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