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Llegamos a la tienda donde compraría mi vestido

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Llegamos a la tienda donde compraría mi vestido.

Yo sólo podía pensar en las palabras de Adam.

Que diferente hubiese sido mi vida si el se hubiera quedado a mi lado.

Estaba sumida en mis pensamientos cuando el habló.

—¿Dónde será la boda?

—En la casa de los padres de Lucas, tienen una enorme mansión antigua en las afueras de la ciudad. Es preciosa y perfecta para la ocasión.

—Oh, será lindo.

—Agradezco mucho que aceptes casarnos, es muy importante para mi que seas tu. Tú haces que vuelva a tener fé.

—¿Has perdido tu fé?

—Hablaremos de eso luego, hemos llegado—anuncié, mientras estacionaba mi coche.

Una mujer rubia de probablemente unos cuarenta años nos atendió.
Elegí los vestidos que más me gustaban y me fui hacia el probador.

El primero me hacía ver como una vaca. Soy delgada, pero tengo mis rollos. No voy a ser unas de esas novias que pasan meses haciendo dieta para verse mejor en su boda. Me gusta comer.

El segundo vestido que me probé se veía demasiado sexy en mi.

—Julia, creo que algo más tradicional se vería mejor en ti.

—¿Tu crees que me veo sexy?

—Yo..

—Oh, lo siento. A veces olvido que sos cura—dije,riendo.

Soy una tonta.
El se sonrojó y me resultó adorable.

El tercer vestido que me probé tenía un escote en forma de corazón y con el parecía una princesa salida de un cuento.

—Creo que este es el indicado—anuncié, sintiéndome satisfecha.

Adam me miró unos segundos y volvió a sonrojarse.

—Te ee.. Ves increíble.

Desde niños que no lo escuchaba tartamudear.
Este vestido debe ser el indicado.
No pude evitar preguntarme
¿Por qué se ponía tan nervioso?

Encargué el vestido y nos fuimos a almorzar a un restaurante cercano.

Adam permanecía en silencio, por lo que le pregunté que le sucedía.

—No es nada.

—Vamos Adam, te conozco bien. A mi no puedes engañarme. Algo te sucede.

—Creo que debería volver con mis padres. He pasado poco tiempo con ellos. Podríamos volver a vernos el fin de semana ¿quieres?

No comprendía que le sucedía.
¿Acaso he hecho algo mal?

—Esta bien, si es lo que quieres.

El asintió.

—Pasemos por tus cosas.

Cuando terminamos de comer volvimos a la casa.
Lucas aún no había llegado.
Dejé una nota, para que sepa que llevaría a Adam y me quedaría en casa de mis padres para no viajar durante la noche.

Tomé las llaves del coche y fui hacia el cuarto de huéspedes a buscar a Adam.
El estaba diciendo una plegaria.
Esperé unos minutos y cuando terminó se giró hacia mi.

Se acercó lentamente hasta quedar a pocos centímetros de mi rostro. Lentamente acercó sus labios a mi frente y me dió un beso. Se quedó unos segundos así y lo abracé.

—¿Qué te sucede Adam? ¿Por qué no quieres estar conmigo?

—Como no voy a querer estar contigo Julia. Eres la persona más importante en el mundo para mi.
—Después de tu dios—bromeé, pero a el no le hizo ninguna gracia.

Ups. Metí la pata.

—Lo siento Adam.

—Dijiste que lo hablaríamos luego, pero quiero saber ¿por qué has perdido tu fé?—interrogó y su rostro se tornó serio de repente.

Me senté en la cama y di un largo suspiro. Algún día tendría que decirle lo que había pasado.

—Tuve un aborto Adam. Perdí a mi niño—rompí a llorar.

Las lágrimas caían sin cesar por mi rostro.
El se acercó rápidamente y me abrazó, colocó mi cabeza en su pecho y empezó a acariciar mi cabello.

—Lo siento Jul, no tenía idea. Lo lamento mucho. Tranquila, déjalo salir.

Lloré unos minutos y de a poco los sollozos se volvieron suspiros. Y pude calmarme.

—¿Por qué Adam? ¿Por qué dios no quiso que tenga a mi niño?

—El señor obra en forma misteriosa, pero todo tiene un porque. Tu niño está en el cielo, observandote, seguramente orgulloso de la mujer fuerte que eres. Y de como has salido adelante.

—No soy fuerte. No soy especial. Mi vida es miserable. Ni siquiera se si soy feliz. Siento un vacío eterno en mi desde ese día que te fuiste. Ahora que te tengo aquí vuelvo a sentirme completa. Ojalá pudieras quedarte conmigo para siempre.

No se cuanto tiempo pasó, solo se que me quedé dormida en su pecho.

El sonido de alguien aclarando su voz me despertó.

Lucas.

—¿Julia?

Al parecer Adam se había dormido también y se sintió incomodo ante mi prometido observandonos.
El se levantó de inmediato.

—Hola amor ¿cómo  te ha ido?

—Vi la nota en la cocina ¿Se irán?
Miré a mi amigo en busca de una respuesta.

—Ya es tarde, mejor mañana.

—Esta bien ¿Qué hacían?

No pudo contenerse de preguntar.

—Julia me contó lo que les sucedió. Lo siento mucho.

—Oh, ahora entiendo porque mi futura mujer se ve así. Ven mi amor—dijo, tomando mi mano—Te haré un té.

Lucas, al igual que mi madre, creen que el té es la cura milagrosa de todos los males.
Siempre que me ven triste me ofrecen uno.

—¿Adam, vienes?

—De inmediato.

Esa noche la cena fué agradable.
Lucas y Adam conversaron por horas acerca de la iglesia y el estudio contable.

Yo permanecí en silencio.
Pensando en mis propias palabras.
¿Soy feliz?

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