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Lo más rápido que pude tomé mis cosas y armé mis valijas

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Lo más rápido que pude tomé mis cosas y armé mis valijas.
Llamé a mi madre para contarle que la boda se había cancelado, que Adam me había dejado nuevamente y necesitaba comenzar de nuevo, respirar un nuevo aire. Necesitaba irme de aquí por un tiempo.

Finalmente me decidí por Río de Janeiro, siempre he querido conocer Brasil y sus playas. Soy una enamorada del mar.

Lucas me ayudó con las cosas y me acompañó al aeropuerto.
Me sorprendió la tranquilidad con la que tomamos nuestra separación. Éramos amigos nuevamente.

—¿Estás segura de que no quieres que hable con el?

—Estoy segura. No quiero que vuelva conmigo porque lo nuestro se ha terminado, quiero que este conmigo porque así el lo quiere. Y en este instante quisiera golpearlo por ser tan cobarde, así que es mejor que se encuentre lejos.

Le rogué a mi madre que no dijera nada de mi decisión de cancelar la boda e irme de viaje por un tiempo sola.
No quería que Adam se entere aún, ya que el todavía está en Buenos Aires hasta mañana.

El viaje fué agradable. Estaba entusiasmada, ni siquiera recordaba la última vez que había viajado.
Necesitaba esto.

Había reservado una habitación en un hotel, que según mi ex suegro, es uno de los mejores de Río.

Al llegar a mi habitación me dejé caer en la cama y lloré, lloré como hacía tiempo no lo hacía.
Mi corazón  dolía como aquella vez, cuando tenía dieciocho años y el me dejó.
Lo había hecho nuevamente.
Al parecer no soy suficiente para que me elija a mi.

Si algo había aprendido, es que la inspiración muchas veces llega cuando uno está triste. Por suerte me había traído mi caballete y mis pinceles. Así que me puse a pintar.
Pinté hasta el anochecer, y luego de beber unas copas de vino, me entregué a los brazos de morfeo.

Al despertar comenzaría desde cero.
Necesitaba arreglar mi vida.

Lo primero que hice fué ir a caminar por la orilla del mar.
El lugar era maravilloso. Podía ver mis pies dentro del agua azul y enterrar mis dedos en la arena blanca.
El sol asomaba por el horizonte y el día amenazaba con ser muy caluroso.

Mi celular vibró con un mensaje de Lucas.

El se ha ido, Julia.
No sabe nada de lo que ha pasado.
Espero que estés mejor, por favor cuídate. Y se Feliz, que la vida es una sola.
Con amor, Lucas.

Pegué el celular a mi pecho y sentí como una lágrima caía por mi mejilla.
El se había marchado. Se había vuelto a Madrid.
Me había dejado.
Era oficial.
El no me amaba.

Limpié mis lágrimas y en un acto impulsivo corrí hacia la playa y me dejé caer en el agua.
Era la mañana y el agua estaba tan helada que casi dolía, pero no me importó.
Dejé que el agua se lleve mi dolor, me lave y saque las penas de mi cuerpo.

Al día siguiente me sentía mejor.
Ya no lloraba. Por el contrario, me pasé el día pintando y al atardecer me fui a la playa, a leer y a tomar fotos con mi celular.

Pero seguía preguntándome por qué no era suficiente para el, si lo he amado toda la vida y puedo asegurar que no hay amor más sincero que el nuestro, se que el siente algo por mi, pero no puedo competir con dios.

Con el paso de los días deje de hacerme preguntas sin respuesta, dejé de torturarme a mi misma y empecé a disfrutar de mis vacaciones.

Me hice amiga de una mujer en el hotel llamada Paula, ella también venía de Buenos Aires, tiene treinta años y también es soltera, al parecer trabaja de enfermera y decidió pasar sus vacaciones aquí.
Comenzamos a pasar tiempo juntas, un día fuimos a hacer buceo, otro día fuimos de compras y esta noche iremos a club a bailar.
Hace mucho tiempo que no tengo una noche de chicas y se que me hará muy bien.

Estábamos bailando cuando dos chicos de unos veinti tantos se acercaron a nosotras y nos sacaron a bailar.
Paula me guiño un ojo y comenzó a mover sensualmente las caderas, luego tomó la mano de uno de los muchachos y desapareció en la pista de baile.
El otro muchacho tomó mi cintura y comenzó a moverse junto a mi.
Me dejé llevar.
De repente los problemas desaparecieron, volví a tener veinte por un momento y bailé toda la noche.
Al salir del club mis pies dolían como el infierno.
Los muchachos se ofrecieron a llevarnos al hotel.
Eran agradables y muy guapos.
Nunca había besado a un brasilero hasta esa noche.
Paula se llevó a el muchacho a su habitación y Paulo, el muchacho, que bailó conmigo vino a la mía.
Le ofrecí un café al entrar y el solo me sonrió.
Era claro que no era eso lo que el esperaba de mi.
Se acercó a mi, tomó mi cintura y luego me besó.
Su beso fue torpe y sus labios sabían a alcohol, pero un momento quise olvidar y dejarme llevar.
Pero me era imposible no pensar en Adam y en todo lo que había pasado.
Finalmente lo detuve y le dije que no podía hacerlo.
El hizo una mueca de fastidio y se marchó sin decir adiós.
No me molestó, la verdad es que necesitaba descansar. Había bailado toda la noche.

Los días pasaron y llegó el momento de volver a Buenos Aires.
Me despedí de Paula con lágrimas  en los ojos, no sin antes pasarnos los numeros de teléfono.
Nos reuniriamos en Buenos Aires cuando ella regrese a casa. Todavía le quedaba una semana aquí.

Había pasado tres semanas en Río, ciertamente no había olvidado a Adam. Pero me sentía mucho mejor.

Extrañaba a mis padres y a Lucas, no como mi prometido, sino como mi amigo.
El iría a buscarme al aeropuerto para llevarme a casa de mis padres.

Me pregunté que estaría haciendo Adam en este momento.
Probablemente haciéndose cargo de una iglesia y ayudando a los necesitados.
¿Pensará en mi? ¿Me echará de menos?
Intenté quitarlo de mis pensamientos. Pero era imposible.

Al llegar al aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires busqué a Lucas con la mirada y allí estaba, con una enorme sonrisa en su rostro y un ramo de flores en la mano.
Me resultó adorable.
Corrí a abrazarlo, parecía que no lo veía hacia años.

—Ya vámonos, tu madre está desesperada por verte—anunció, al cabo de un rato.

Una vez en el coche, me pareció verlo preocupado. Así que le pregunté que sucedía.

—¿Qué pasa Lucas? Luces preocupado.

—Hay algo que debo contarte.

Oh dios.
No me encontraba mentalmente estable para recibir malas noticias ahora.
¿Qué habrá pasado?

—¿Juan está bien?

—Si, mejor que nunca, ya verás.

—¿qué sucede?

—Adam ha vuelto, Julia. Esta en Buenos Aires.

Definitivamente no me esperaba eso.
¿Qué hacía el aquí?

Espero que les haya gustado esta historia. Gracias a todos los que la siguen y gracias por sus comentarios tan lindos ❤😍
Hasta el próximo capítulo, el final :')

Votos De Amor © (Terminada, En Edición)  Where stories live. Discover now