Capítulo 2: The List

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  • Dedicado a Mi mamá: Karla
                                    

                  Cuando tienes razones para vivir, incluso si es sólo una, supongo que no deberías morir. Porque esas razones deberían mantenerte aferrado a la vida, aunque los pronósticos digan lo contrario. Aún cuando yo pienso de esa manera, mi padre siempre me dijo: “Cuando mueres es porque tu tiempo es la tierra se agoto” y juro por dios que intente creerle. Es sólo que… justo ahora, me es imposible, porque creo que perdí eso que solía tener, ya saben, la esperanza.

            — ¿Estás bien? — me preguntó, mi madre tocando mi hombro al verme sentada sobre el sillón completamente pensativa.

            No, no estoy bien, mamá estoy muriendo: — Sí, mamá, estoy bien. Es sólo que el trabajo últimamente es… muy exigente.

            —Siempre ha sido exigente, deberías pedir vacaciones… no has tenido desde… ¿hace cuánto?- decía mientras caminaba hacía la cocina para seguir preparando el espagueti y el puré de papa. ¿Puede comer es cuando tienes cáncer de vesícula? La verdad, es que no lo sé.

            Quería esforzarme por pretender que todo lo relacionado con el accidente y el hospital, el cáncer y los seis meses –a un año – de vida; nunca había sucedido, pero si sucedió. Al menos, no dejaría que mi madre lo supiera.

                —Un año, tres meses, dos semanas y tres días— ella río ante mi capacidad de decirle exactamente el tiempo que llevaba sin vacaciones.

            Yo soy camarera en uno de los hoteles más lujosos de todo el país. El salarió es bueno y aunque no tengo muchas vacaciones –debido a que estoy atendiendo a personas que sí las tienen – no es tan molesto. Siempre me imagine trabajando en un hotel, ser capaz de entrar a todas las habitaciones brincar sobre las camas, bañarme en el jacuzzi y todo eso era gratis, además del privilegio de conocer a celebridades. Pero, en realidad, la mayoría del tiempo estoy ocupada, de aquí para allá atendiendo a hombres mayores de cuarenta años que están con sus amantes menores de veinticinco e intentan impresionarlas.

—La cena está casi lista— gritó desde la cocina y yo me despabilé.

            Camine hacía mi habitación y tome una libreta color azul que nunca había usado pensando que algún día la usaría para escribir mi primera historia de romance/misterio/drama, cosa que nunca pasó. En la primera pagina escribir con mi envidiable letra cursiva: “Cosas por hacer antes de morir”

            1.- Hacer sonreír a mamá todos los días.

 

            Esa sería la primera, porque mi madre siempre estaba preocupada por algo; las cuentas, la comida, la casa, la limpieza, la ropa. Siempre había algo que estaba mal y que ella debía arreglar, pero yo estaba segura de que eso era sólo para mantenerse ocupada y así no notar el hecho de que faltaba alguien en la casa. Mi padre.

            2.- Encontrar el amor, antes de morir.

            Tuve una fuerte necesidad de especificar que debía encontrar a alguien que amar y que me amara antes de morir, no quería morir amando a alguien que no me amaba a mí. Eso sería doloroso.

 

            3.- Hacerme un tatuaje.

            Siempre quise hacerme uno pero mi madre nunca me dejo, supongo que ahora debía hacerlo tomando en cuenta que moriría en seis meses.

            4.- Saltar en paracaídas.

            Tengo miedo a las alturas pero eso no importa, siempre me pregunté como sería saltar de un edificio de diez pisos, creo que la sensación sería genial, pura adrenalina.

            5.- Aprender a conducir.

            Sin comentarios.

            6.- Comprarme un auto.

 

            De nuevo, sin comentarios.

            7.- Probarme un vestido de novia.

            Aunque no vaya a casarme, quiero ir a una tienda entrar y fingir que estoy apunto de hacerlo. Quiero probarme el vestido perfecto y quiero… tomarme una foto de recuerdo.

            8.- Cortarme el cabello.

            Tengo un cabello demasiado, largo. Lo he cuidado toda mi vida, así que, supongo que si puedo dejar ir mi cabello y cortarlo, puedo hacer lo que sea –mentira, soy una cobarde, pero si cortare mi cabello –.

            9.-…

            — ¡La cena está lista! — salté en mi asiento completamente asustada.

            — ¡Ya voy!

            Guarde la libreta en el cajón de mi escritorio y suspire. Me sentía apunto de llorar, seis meses. Sólo eso. Nada más. Quizá un año, pero creer que sólo eran seis meses parecía más realista aunque el hecho de pensar que estaba sana y luego saber que estoy muriendo no lo era. Mire el calendario de fotografías de hermosos paisajes y marque el día de hoy: 17 de marzo. Un día menos.

Before I DieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora