Capítulo 7: No Regrets

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No sé en que momento de su vida una persona comienza a arrepentirse de las cosas que no hizo, pero a mis diecinueve años de edad yo ya me arrepiento. Porque cuando tienes algo no lo extrañas pero cuando se va, es como si siempre lo hubieras valorado aunque nunca lo hiciste. A este punto de mi vida no había vivido ni la mitad de lo que una persona debería vivir y no había hecho ni la mitad de las cosas que una chica de mi edad debía haber hecho: como tener citas, un novio, ir a fiestas; cosas que a pesar de ser superficiales son valiosas. Lamentablemente yo no las valore, hasta ahora.

Tenía este bonito vestido negro puesto, recogí mi cabello y me puse maquillaje. Yo no era la de antes, la situación ameritaba un cambio, algo fantástico y drástico. Tal vez, era demasiado tarde para dejar mi marca en el mundo, pero aún podía dejar una marca en alguien, un recuerdo, en una persona que conocí gracias al destino que me trajo a un lugar hermoso y romántico. El perfecto escenario para la perfecta triste historia.

Nunca había usado tacones, así que me conforme con unas sandalias. Mire mi reloj durante media hora antes de que mi puerta fuera golpeada, él no dijo una hora exacta. Después de invitarme a salir y de que yo dijera que sí, él regresó a su habitación tan emocionado y sorprendido como yo.

Abrí la puerta y ambos sonreímos. Reímos nerviosamente hasta que la situación se torno incomoda.

—Hola— por alguna razón fue lo único que salió de mi garganta.

—Hola…— vaciló por unos momentos. — ¿Nos vamos?

Asentí con la cabeza, cerré la puerta y camine junto a él hasta el ascensor. Sabía que salir con alguien sin conocerlo tan bien no era normal, pero por alguna razón no podía permitirme a mi misma desconfiar de él. Mi corazón me estaba gritando que me aferrara a Andrew, porque él era mi salvavidas y yo me estaba ahogando en el mar profundo y oscuro. Más desconocido que la persona a mi lado.

—Así que, ¿Estás aquí por vacaciones o trabajo? — me preguntó, yo sonreí tímidamente mientras entrábamos al ascensor.

—Vacaciones— reí— ¿y tú?

Lo mire y él me estaba mirando, así que, tuve que devolver mi vista a nuestro reflejo en la puerta metálica de elevador. Sus ojos eran hermosos, no lo había notado.

—Ambas, vacaciones y trabajo— rió. Me sentía estúpidamente tímida y debido a la atmosfera, él también. — Debes saber que no hago esto muy seguido…— dijo después de cinco segundos de silencio.

— ¿Hacer qué? — apreté mi bolso de mano con mis manos.

—Invitar a personas que no conozco a salir…— exactamente lo mismo había pensado yo hacía unos momentos.

—Lo sé, yo no suelo aceptar invitaciones de extraños para cenar, muy a menudo tampoco…— tal vez, porque ningún extraño me había invitado antes, era un alivió que Andrew fuera el primero.

—Bien— y luego el silencio se hizo de nuevo.

Era como si no hubiera necesidad de hablar porque ya sabíamos lo que el otro diría. Como si yo ya lo conociera, pero sin conocerlo de todo. Todo lo que necesitaba saber era que lo había encontrado y que él me había encontrado a mi, de tantas personas fue él y fui yo, nosotros.

Llegamos al restaurante del hotel, él movió mi silla para que pudiera sentarme y el color subió a mis mejillas. Sonreí inconscientemente mientras se sentaba frente a mi, al parecer el también estaba sonrojado. Eso me hizo sonreír aún más. El mesero vino y Andrew dijo: “Ordena lo que quieras”. Y eso hice.

Mientras traían la comida sentí la necesidad de hablar de nuevo, quería escuchar su voz.

—Tu… ¿nos hemos visto antes? — él habló antes de que yo lo hiciera.

Si lo hubiera visto lo recordaría, y lo recordé. Ese día saliendo de la estúpida cafetería, él me tomó en sus brazos y me preguntó que si estaba bien.  Era él, tan inconfundible, ¿Cómo pude haberlo olvidado? Todo el tiempo estuvo ahí, desde el principió me puse tensa, ¿qué pasaba si él recordaba quién era yo?

—No—respondí automáticamente, no quería arruinarlo todo. No quería arruinar lo que podría ser el inició de una cosa buena en mi vida, extinguir una luz en medio de tanta oscuridad, quería que él siguiera frente a mi, tan real como ahora.

—Oh…

El mesero trajo los paltos, y comimos. Probablemente ya lo había arruinado todo, quizá el pensaría que soy rara y luego no me hablaría de nuevo. Lo arruine por completo.

Comimos en silencio, estuvimos en silencio hasta que la velada termino. Subimos por el ascensor pasamos frente a la puerta de su habitación y llegamos la mía. Me sentía tan desilusionada y estúpida.

—Bueno, gracias…— estaba apunto de abrir la puerta para entrar, seguramente él sólo quería deshacerse de mi, probablemente se arrepentía de haberme invitado a salir. Y no lo culpaba probablemente y también lo haría.

—Espera— me detuvo repentinamente y mi corazón se atasco en mi garganta de un vuelco— buenas noches— beso mi mejilla.

Comenzó a caminar hacía la puerta de su habitación, yo lo seguí con la mirada, ¿me detuvo sólo para decir “buenas noches” y besar mi mejilla? Sonreí, agradecida, probablemente era una señal. Dudo unos segundos antes de entrar a su habitación, suspiro y luego giro y camino de regreso a mí.

— ¿Puedo besarte? — me preguntó.

Mi boca se abrió incrédulamente, por supuesto que podía besarme, nada ni nadie lo detenía.

— ¿Qué? — pregunte fingiendo que no había escuchado lo que dijo, pero sólo quería que lo dijera de nuevo.

— ¿Puedo besarte? — repitió y su voz tembló.

—Sí, claro.

Se inclinó sobre mis labios lentamente, y me beso. Subí mis manos para ponerlas sobre sus hombros y él puso las suyas e mi cintura. Así que, esto era besar a la persona que te gusta, así se siente cuando los sentimientos son correspondidos. No sabía si era atracción o amor, para mi era algo más que eso. Como si hubiera esperado por él tanto tiempo que mi corazón se derritió cuando lo conocí.

No había ninguna clase de arrepentimiento en este viaje, y si mi enfermedad me trajo a él. Entonces, había algo por lo que debía estar agradecida.

Before I DieWhere stories live. Discover now