Capítulo 8: Curiosidad

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Todo es blanco y silencioso. Apenas comienzo a buscarle sentido, una ráfaga de viento me golpea el rostro. Una luz blanca se viene sobre mí y de repente todo se torna oscuro, pero no una oscuridad total. Esta vez sé dónde estoy y hay alguien parado frente a mí, de espaldas. Está muy distorsionado, no puedo distinguir muy bien su forma al principio. Pero el lugar en el que esa persona está de pie es lo que me intriga: Es el corredor de la mansión, ¿cómo no reconocerlo?

Su camisón blanco sube y baja en su espalda, como si estuviera respirando fuerte, y es allí cuando me doy cuenta de que es la silueta de un hombre. Se queda allí unos cuantos minutos más, sin moverse, pero de repente todo a mi alrededor tiembla y él comienza a correr. Luego estoy en la habitación principal, pero sólo veo sombras. Son personas y tres de ellas están en el suelo, inmóviles.

Luego veo a dos hombres en el piso, forcejeando. El que está encima del otro tiene un cuchillo en su mano y luego lo peor llega. La imagen del filoso cuchillo desgarrando la piel del cuello, la sangre brotando sin cesar; la piel abierta en un agujero rojo. Lo que veo es tan nítido que me asusta.

De nuevo estoy en un lugar donde sólo hay luz blanca. Miro mis manos...

Están cubiertas de sangre.

Despierto,agitada. La brusquedad ejercida por mí al levantarme me tira directo al piso y quedo con mi mejilla sobre la alfombra.

Es la segunda vez en dos noches que sueño lo mismo. He tenido épocas en mi vida donde sueño con las mismas cosas por un periodo de tiempo, pero normalmente son cosas sinsentido. Esta vez, por lo menos, sé en dónde estoy. Estas últimas noches despierto temblando y con sudor frío deslizándose por todo mi cuerpo. No entiendo el proceder de estos sueños y, sin embargo, están relacionados con la historia de esta casa. Pero, ¿por qué me vienen estas imágenes a la mente?

Afuera no hay luz, es un día muy frío y sé que será oscuro. Miro el reloj sobre mi mesa de noche: 4:34 am.

Me levanto, frotando mis manos en un intento nulo de tratar de calmar mis nervios, nervios que llegan sin sentido, sin justificación, como los miedos irracionales que atacan tu cuerpo de vez en cuando. Casi automáticamente mi mirada se dirige de vuelta a la mesita de noche. Allí, junto al reloj, está la pequeña llave que encontré en la biblioteca. Han pasado dos días desde entonces y aún no encuentro un lugar en el que encaje.

De repente pienso en C. No lo veo desde ese día, cuando tuvimos aquella conversación en la biblioteca. Me intriga saber por qué desde que hablé con él he tenido esta horrible pesadilla. Tal vez el misterio que rodea a ese hombre me recuerda al misterio que rodea esta mansión. Sus palabras y su presencia me intrigan, y todo lo que me intriga no sale de mi mente de forma sencilla.

Al mismo tiempo me inunda una curiosidad extrema, el saber qué es lo que esta llave abre, y por qué él tiene conocimiento de ella. Pero mi paciencia se está agotando, no me gusta descifrar enigmas. Me gustaría preguntarle de nuevo, pero él sólo aparece cuando quiere. Ni si quiera sé dónde vive.

Llamo a Winter después de tomar un baño y ponerme un abrigo. Siento que en situaciones de nerviosismo el aire de la madrugada puede calmar tus tensiones. El alba ilumina el cielo con tonalidades pastel; las calles son silenciosas y vacías, y el aire se siente más liviano y fresco. Sólo el canto de las aves irrumpe en tus oídos. Las caminatas mañaneras son, sin duda, la mejor forma de sentirse en paz después de pesadillas frecuentes.

Él viene corriendo a la puerta principal, donde lo estoy esperando. Menea la cola de derecha a izquierda con tal fuerza y rapidez que, al pasar a mi lado para salir de la casa, me golpea con ella en la pierna, dejándome un buen dolorcito.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora