Capítulo 28: Confesiones I

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¿Cómo explicar el sentimiento de saber que algo que anhelabas hace tanto, ahora se esfuma?

Y todo sucede con lentitud, como si se tratase de una cámara lenta. Él está entre mis brazos y yo en los suyos; la calidez de su piel es tan clara, tan sólida que no cabe duda alguna de que esto no es sólo un sueño, de que esto es más real que nada. Nos besamos como si alguno de los dos fuera a desaparecer, pero no es sólo una metáfora, en realidad él está desapareciendo. Ahogo las lágrimas porque no deseo desaprovechar cada instante, cada sensación, cada caricia.

El tacto de sus labios desaparece poco a poco. La presión de sus manos abrazándome contra él disminuye; la sensación de su pecho desnudo contra el mío, las palpitaciones de su corazón y la calidez de su piel de repente se esfuman. Luego, sólo siento frío, y el tacto de sus dedos ahora ya no está. Sólo dejó como rastro un leve cosquilleo en mi piel. El brazo con el que lo estaba abrazando contra mí ya no tiene apoyo físico, y cae con ímpetu sobre la sábana. Ahora el peso de él en el colchón ya no se siente.

Me ahogo en el llanto al no sentirlo más en mis brazos. Mis pulmones se encogen en mi pecho, como si quisieran morir justo ahora; dejar de respirar. Ya no siento el aliento de Charles, ni la suavidad de sus besos, ni el contacto de su piel. Ahora todo lo que siento es el sol calentando mi cuerpo a medida que la luz entra en mi habitación. Cada vez más, el calor de la estrella que ahora odio tanto, recorre mi piel con rapidez. No es la misma calidez que la piel de Charles. El sol parece quemarme, consumirme.

Lloro y lloro, casi sin poder respirar. Mi pecho sube y baja en espasmos incontrolables, y me abrazo a mi misma en posición fetal. No sé qué hacer, ni qué pensar. Abro los ojos, pero no puedo ver nada, porque las lágrimas me lo impiden. No sé si él continúa aquí; no lo escucho, y mi corazón se rompe en mil pedazos. ¿Así se siente morir? Porque sólo quisiera morir con él.

Tenerlo tan cerca de mí y luego no sentirlo, se siente como si me apuñalaran mil cuchillos en el cuerpo. No pensé que este momento pudiera ser tan doloroso. Las lágrimas continúan cayendo, mojando la almohada y ahogándome a mí. No sé por cuánto tiempo permanezco así, en esta posición y llorando sin control.  La habitación está en completo silencio, sólo interrumpido por el canto de los pájaros en el jardín; cantándole a este horrible amanecer.

Por mi mente pasan imágenes de lo que ambos vivimos esta noche, y por ratos mi llanto se calma al recordar las sensaciones, las sonrisas y la felicidad. Mi piel recuerda su toque; mis labios, sus besos; mi cuerpo, el placer. Por último; mi corazón, el amor, y las piezas rotas de éste parecieran ceder ante el sentimiento que las envuelve; aquel que me alegra el alma y, a veces, me la destruye.

No puedo evitar sentir odio hacia la vida en este momento, pero tal vez esté siendo egoísta. ¿Debería agradecerle por esta noche, o odiarla por la muerte de Charles? Todo esto parece un sinsentido absurdo; una cadena de sucesos que no sé interpretar: Si él no hubiera muerto, yo nunca lo hubiese conocido. A su tiempo, si no fuese por la oportunidad que nos dio la vida esta noche, nunca nos hubiéramos sentido el uno al otro como nos sentimos hoy. ¿Es al muerte una recompensa, o una tragedia?

Y así va pasando el tiempo, y me doy cuenta de que él no está aquí conmigo. No sé cómo, pero lo sé. No sé la razón por la que se fue, pero he de suponer que no quería verme llorar, y lo entiendo. Yo tampoco quiero verlo triste a él.

El reloj continúa corriendo a medida que mi llanto comienza a apaciguarse. Han pasado horas, a pesar de que no sé cuántas con exactitud. Me duele la cabeza, los ojos y éstos están hinchados. Cuando los abro es difícil, siento como si mis párpados fueran muy grandes y no pudiera abrir mis ojos con facilidad. Arde cuando la luz entra por mi retina y, efectivamente, la habitación está completamente vacía.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora