Capítulo 41: Nordeste

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Es un día frío y gris. El sol está oculto tras las nubes, e incluso Winter parece no querer hacer nada. Abajo, en la entrada, puedo observar a papá y a Janick hablando con un hombre que no conozco. Lo que sucedió a la final fue un poco confuso: Janick exigía saber el porqué de nuestra solicitud, por qué queríamos buscar los cuerpos de los Pemberton y por qué no lo estábamos haciendo en compañía de entes oficiales. En ese momento me quedé en blanco, y fue papá el que nos salvó y concluyó el trato. Le dijo que, como encargado del museo en proceso de los Pemberton, se sentía responsable de alguna forma de dejar en alta la memoria de la familia, y por ello me pidió que lo acompañara en la búsqueda de los cuerpos, pues es bien sabido que las tumbas en el cementerio están vacías. 

Lo que Janick no sabe es que lo que haremos lo haremos de forma ilegal; papá inventó que contábamos con todos los permisos de la alcaldía, y Janick pareció calmarse un poco más. A la final pudimos convencerlo de pagarle con ''fama'', y le vendimos tan bien la idea que rápidamente se fue a llamar a todo su equipo de trabajo para que organicen todo el material de búsqueda. Ahora están hablando sobre cómo llevar la búsqueda a cabo, y debemos brindarles toda la información posible.

Por un instante mi visión se desenfoca, y ahora no veo a través de la ventana de mi cuarto a los tres hombres hablando, sino que veo el reflejo de mi rostro sobre el vidrio. Mis ojos, que usualmente se ven vivos, parecen cansados y desgastados, tan cansada y desgastada como está mi mente ahora. La soledad de la habitación se siente liviana, y mis pensamientos son tan fuertes que puedo escucharlos en mis oídos. Por un instante una pequeña sonrisa aparece en el reflejo, y agacho la cabeza para no tener que mirarme más. El motivo de mi sonrisa es claro. Volteo y comienzo a caminar de un lado a otro, mientras en mi mano el tacto del pequeño papel que había sobre el escritorio se siente suave. Siento una pequeña corazonada cuando ante mí pasan, como una película, los sucesos de los últimos meses.

Antes me negaba a creer lo que ya sabía sobre Charles, incluso aunque tenía todas las pruebas ante mí. Los seres humanos solemos ignorar cosas que parecen estar fuera de nuestro alcance. Tal vez creía un poco en fantasmas antes, pero me negaba a la posibilidad de que fueran tan reales, no sólo un cuento de terror. Me parecía imposible ser capaz de hablar con uno como si estuviera vivo, y poder sentir algo por él. Estas cosas no pasan todos los días, y tu mente lo sabe. Siempre tratarás de encontrar el lado racional a los extraños sucesos que no puedes explicar, y aunque algo dentro de ti te dice con certeza, buscarás incansablemente una excusa para ignorar las pruebas que tienes ante ti, las pruebas que son tan claras. Sé que soy una persona muy escéptica, como mi padre. Si la situación fuera normal, cualquier persona me podría tachar de tonta, me juzgarían por haberme tardado tanto en comprender lo que sucedía delante de mí. ¿Pero qué tan fácil le resultaría a cualquiera creer en todo lo que sucedía con Charles al principio? Creo que cualquiera dudaría de su cordura.

Pero ahora no dudo de ella, por supuesto que no. Aprieto levemente el pequeño papel en mi mano, y cierro los ojos por un momento. Sempiterno, repito para mis adentros. Al principio pensé que Charles estaba usando sus típicos juegos de palabras conmigo, y vaya que sí lo estaba haciendo. La definición que encontré en el diccionario me hizo quedar sin aire. Sempiterno: Que durará siempre; que, habiendo tenido principio, no tendrá fin. *

Lo primero que me cuestioné es por qué dejó el papel con esa palabra sobre el escritorio, de forma tan repentina, sin decirme nada antes. Fue extraño llegar a casa después de haber encontrado lo que será el principio del fin: la ayuda para encontrar los cuerpos de los Pemberton, y ver una nota en el escritorio que representa lo eterno. Me cuestioné mucho el porqué de su acción, pero luego sólo podía pensar en lo que quería decir con esto. Me senté en el escritorio durante dos horas, observando el pequeño papel y la caligrafía bien definida de Charles, que conocí por primera vez en su diario, y comencé a barajar todo lo que significaba aquella pequeña palabra. Estamos llegando a un fin, concluí, y él lo sabe, él lo siente. Tal vez debí quedarme preguntándome sus motivos, pero al final del día lo que importa es lo que significa esta extraña y hermosa palabra: que será eterno. Pase lo que pase, nuestro amor será eterno. Y tal vez no me hubiera dejado esta nota si supiera que nos queda tiempo, pero la realidad es que no, no nos queda mucho tiempo.

Desde hace un sueño (En físico en Amazon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora