Desde hace un sueño (En físico en Amazon)

Capítulo 45: Reminiscencia

Nota: Capítulo muy largo, pero pasan dos cosas MUY importantes al final. Leerlo completo❤

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Cuando salgo al jardín y siento la brisa fresca de la mañana, no puedo evitar cerrar los ojos y apreciar la frescura en mi rostro. Charles acaba de poner música en un viejo tocadiscos que papá trajo de nuestra casa en Londres, y la impresionante música de Tchaikovsky suena armoniosa desde adentro, combinándose dulcemente con el canto de los pájaros afuera.

Me dijo que la tormenta pasó en la madrugada, mientras yo dormía. Al parecer estaba tan cansada que ni siquiera la sentí. Me dormí en los profundos remolinos de mi mente. Estar en el barco todos estos días me mantuvo en un constante estado de alerta, y mi mente estaba tan agotada que se envolvió a sí misma en un profundo sueño.

Según me dijo, la tormenta fue fuerte en el mar. Él estuvo observando desde los acantilados. La marea subió notablemente, y el mar se revolvía en remolinos como un cuadro de Van Gogh —así me lo expresó él—. Sin embargo, el barco está intacto, y a primeras horas del amanecer ya habían comenzado con la extracción de la caja.

El que me haya dicho eso provocó en mí cierta aprehensión del asunto. Con cada paso que damos hacia el objetivo, más real se siente todo, y más cercano se siente el fin.

Pero él no quiso hablar mucho del tema. Hoy está feliz como jamás lo he visto. Sus ojos están iluminados y de sus labios no se borra la sonrisa. Trato de descifrar qué es lo que lo tiene tan emocionado, pero no puedo encontrar ninguna pista. He intentado toda la mañana descubrir el motivo de su emoción, pero creo que no lo sabré hasta que él mismo me lo diga.

Entonces él sale de la mansión, toma mi mano, y me guía por los jardines. Se puede notar que pasó la tormenta, pues el suelo está aún mojado, y la tierra desprende el olor característico de la lluvia. Winter se ha quedado dormido en mi cama, al parecer él también extrañaba estar en casa.

—¿Cómo es que sabes usar un tocadiscos? —inquiero. Sé que el aparato no fue inventado y popularizado sino hasta después de su muerte.

Él sonríe, y aprieta un poco más mi mano cuando, distraída, me tropiezo con una pequeña roca.

—Décadas y décadas de observación. No tienes mucho para hacer cuando tienes cien años de vacaciones. —Ríe. Su chiste me provoca una sonrisa, es divertido que se tome la situación de una forma tan ligera.

—Tchaikovsky tiene cierto poder de transportarte con su música —expresa—. Mi padre detestaba al compositor, adoraba más a Beethoven.

Frunzo el ceño ante esta declaración, ¿cómo podría alguien odiar la música de Tchaikovsky?

—¿Qué no le gustaba de Tchaikovsky? —pregunto, un poco indignada. Es uno de mis compositores favoritos de música académica.

Él se encoje de hombros, y su expresión denota la misma confusión que yo siento.

—El Lago de los Cisnes fue un fracaso en su estreno, ¿lo sabías? Eso decían muchas personas. Mi padre pensaba que, si un compositor fracasaba en el estreno de sus obras, entonces no merecía ser escuchado.

—¡Esos no son fundamentos para criticar una obra! —exclamo. No sé por qué, pero cada vez que Charles me habla de su padre, incluso en temas tan amenos, siento cierto odio hacia él. Incluso en las cosas más mínimas parecía ser un poco detestable.

Charles asiente, con una sonrisa de resignación en sus labios.

—Para él lo era, y para muchas personas de la época. Sin embargo, mi padre gozaba de cierta ironía; la Novena Sinfonía de Beethoven, aunque fue un gran éxito en su primer estreno, fue poco asistida en su segunda presentación y, además, muy criticada; no era muy común que una sinfonía tuviera un coral, es decir, un coro. Es después de la muerte de ciertos personajes, cuando las personas verdaderamente aprecian el trabajo del artista. Sé que hoy en día son obras clásicas, maestras, incluso aunque en su época también lo fueran, de alguna forma. Pero ahora que los compositores están muertos, son más amados que nunca.