Capítulo 1.

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Mi cuerpo descansaba en el confortable sillón de terciopelo de la recepción esperando a que llamasen mi nombre. La recepcionista de largos cabellos morenos y bastante joven, llevaba un vestido entubado unos dedos por debajo de la rodilla y sus tacones resonaban en la baldosa cuando iba de un lado al otro, llevando y trayendo pilas de papeles.

Fuera había más de treinta grados pero dentro el ambiente estaba fresco y acogedor. Mis manos se posaron en los apoyabrazos del sillón y mi carpeta descansaba sobre mi regazo mientras mantenía mis tobillos cruzados, estaba ansiosa y nerviosa. Esa era la entrevista que más me interesaba.

—¿Samantha John?

Alcé mi vista para encontrarme con la secretaria mirándome con ojos pasibles. Tomé una bocanada de aire antes de pararme con suma destreza, llevaba una falda negra sobre las rodillas y por ello debía ser cuidadosa con mis movimientos, estaba al tanto de que a veces solía ser una mujer descuidada y con la capacidad de humillarme cada dos por tres. 

—El director la espera dentro de la oficina, puede pasar—sonrió amablemente y asentí con la cabeza.

Mis pies, rápidos y seguros, se detuvieron frente a una puerta de cristal de doble hoja. Empujé de ella para darme paso, y luego cerrarla con sumo cuidado. El lugar era luminoso y amplio. Detrás de un escritorio, que sostenía una laptop, algunos papeles y un portalápices, se encontraba un gran ventanal con vista al centro de la ciudad de Nueva York. La oficina no estaba muy cargada, a una esquina un amplio sofá, estanterías a cada lado y algunas que otras plantas de decoración. Enseguida me sorprendió que dentro no hubiese nadie, y comencé a creer haberme equivocado de oficina aunque era imposible ya que esa era la única en todo el piso.

Una ronca y familiar voz llegó hasta mis oídos, al voltearme lo encontré saliendo de una de las puertas que había, hablando por él móvil.  Rascó su nuca, inquieto y con leves signos de frustración, antes de alzar la vista. Sus ojos verdes se posaron en los míos, y la mirada de irritación que tenía segundos atrás cambió por una de sorpresa. Me dediqué exclusivamente a esbozar una tímida sonrisa, mientras continué allí parada, delante de la puerta y sin saber exactamente qué hacer.

—Luego te llamo, Marshall. —susurró apenas con un hilo de voz mientras finalizaba la llamada sin quitarme la mirada de encima y dejando el móvil sobre el escritorio.

Seguía igual de guapo que la última vez que lo había cruzado, eso fue en su propia casa. Llevaba unos pantalones negros y una camisa blanca con los dos primeros botones desprendidos y el saco, también color negro, sobre ésta. Una cadena colgaba desde su cuello y me llevé una sorpresa cuando logré visualizar tinta bajo su camisa; tatuajes.

Al momento que fui consciente de mi penetrante mirada y de llevar entreabiertos mis labios, me recompuse y retomé mi postura junto a un carraspeo de garganta.

—Señorita John —esbozó una sonrisa mientras extendía su mano en forma de saludo—, soy Harry Styles, director de la firma de abogados “Styles Enterprises”, un gusto conocerla.

—Igualmente. —apreté mi mano con la suya siendo consciente de lo dificultoso que se me hacía hablar.

Hizo un ademán con sus manos, dándome a entender que me sentase. Sin protestar, caminé y tomé asiento sobre una de las sillas que se encontraban allí. Dejé la carpeta sobre su escritorio mientras él sacaba un bolígrafo y un block de apuntes. Pude notar el logo de la empresa “Styles Enterprises”, tragué nerviosamente y entrelacé mis manos sobre mi regazo mientras él garabateaba sobre la hoja cosas que no lograba visualizar.

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