Capítulo 3.

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La gran estructura de “Styles Enterprises” se interpuso ante mi anatomía; tomé una bocanada de aire. Lunes a la mañana daba lugar a mi primer día de trabajo y estaba sumamente nerviosa, podía sentir mis manos sudar… y es que realmente quería hacer las cosas bien, era una chica un poco torpe para mi edad y sabía que solía meter la pata y hacer el ridículo fácilmente.

Empujé con mi mano la puerta de cristal para darme paso; dentro el clima era fresco debido al aire acondicionado que se encontraba encendido apaciguando el calor del exterior, me sentí fresca al instante. Chequeé por última vez –y disimuladamente– mi vestimenta mientras me dirigía a paso rápido al ascensor, quería verificar que llevaba todo puesto y del lado correcto, no quería humillaciones.

Mi dedo apretó el botón que me llevaría a la tercera planta de la empresa. En cuanto las puertas se abrieron, me permitieron ver a Jane detrás de su escritorio trabajando en su ordenador, tecleando y observando la pantalla. Me acerqué a ella sin saber a dónde más dirigirme y enseguida enfocó su vista en mí a la vez que esbozaba una dulce sonrisa.

—Señorita, John. —Agh, detestaba la palabra “señorita”.

—Dios, no —solté una risita discreta—. Dime Sam, por favor. —pedí.

Ella asintió con la cabeza y dio la vuelta a su escritorio para pararse a un lado mío.

—Si quiere puedo acompañarla hasta su nueva oficina en lo que el señor Styles se desocupa —asentí amablemente con la cabeza siguiendo sus pasos por hasta la última puerta del extenso corredor, sin decir palabra.

Mi cabeza comenzó a maquinar ideas acerca de en qué se debía de encontrar ocupado Harry, y en cuanto se me llenó de desagradables supersticiones hice una mueca y negué levemente con la cabeza para borrarlas, debía de estar concentrada. Tras las puertas se encontraba ambiente acogedor y de gran tamaño, igual de ordenado e iluminado que el espacio de Harry. Dentro yacía ya un escritorio, con un correspondiente computador, un portalápices y una silla reclinable.

Dios, todo se veía tan…perfecto.

—La dejaré para que se acomode, señorita John… —la miré rápidamente y ella sonrió apenada—. Sam.

—Gracias, Jane —dejé mi bolso sobre el escritorio—, eres muy amable.

—El señor Styles estará aquí en un par de segundos. —dijo desde debajo del umbral de la puerta antes de marcharse y dejarme completamente sola, únicamente con el sonido de mi prolongado suspiro.

Miré todo mi alrededor; era tan espacioso e ideal, había soñado tanto tiempo con un trabajo como aquel en un lugar como Nueva York y sobre todo de tener una oficina como aquella. Todo iba tan bien que me asustaba. Sentí la puerta abrirse y quité mi vista del ventanal para posarla en el cuerpo de Harry que se encontraba traspasando la puerta.

—¿Se puede? —preguntó sonriente.

—Oh, claro —sonreí, nerviosa—. Adelante.

Caminó los pasos necesarios hasta quedar cerca de mí.

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