Capítulo 1.

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Nova movía sus dedos con habilidad y rapidez sobre el teclado de su potente ordenador portátil, intentando no equivocarse en nada por la incomodidad que los negros guantes le causaban. El pañuelo negro y el gorro le daban mucho calor, pero no podía pensar en nada más que no fuese lo que estaba haciendo.

Escuchaba los festejos en la primera planta, justo debajo de ella, y eso solo la hacía estar cada vez más nerviosa. Pero necesitaba esta información más que cualquier otra cosa en ese preciso momento. Le costaba creer que un candidato a la presidencia tuviese tanto que ocultar.

Alternaba sus movimientos entre el computador fijo en el escritorio del dueño de la gran mansión, y en su sofisticado ordenador. Ya casi, faltaba poco. Unas cuantas terminales más, instalar el programa de decodificación, y en solo unos instantes, todo lo que estaba en ese ordenador sería suyo.

El proceso de transferencia de datos, que se realizaba bastante rápido, de repente dejó de continuar, como si algo hubiese ocurrido, o se hubiese desconectado algún aparato. Fue entonces cuando la imagen en la pantalla empezó a distorsionarse, y Nova supo exactamente lo que estaba sucediendo; virus protectores en el sistema.

En el piso de abajo, el hombre con el traje más caro de toda la sala, recibió una alarma en su reloj inteligente, que solo podía significas una cosa; intrusos. Hizo una seña a dos de sus guardaespaldas, quienes enseguida desenfundaron las pistolas y comenzaron a seguirle escaleras arriba.

Pero Nova no se iba a rendir. Usó un pequeño as bajo la manga, un programa exterminador, que retiró en cuestión de segundos cualquier tipo de barrera que pudiese existir entre su sistema y el de la computadora contraria. Sin pensarlo un solo segundo, comenzó a transferir toda la información que estaba a su alcance.

Gigas y gigas de datos en la palma de su mano, en solo unos instantes.

Pero los pasos en el pasillo no tardaron en aparecer. Tomó de su bolso un pequeño disco plano, y lo lanzó directo hacia la puerta; éste en el aire se estira y recubre la zona del pomo y la cerradura, sellándolas completamente. Eso le haría ganar un poco más de tiempo.

—Vamos, vamos —murmura, volviendo a prestar atención a la pantalla del computador, viendo cómo las carpetas y archivos se copian directo a su disco duro externo. Un disco duro que ahora valía el triple de su peso físico en oro.

Abrió la ventana, preparándose para su escapada. Escuchó cómo intentaban abrir la puerta de la forma convencional, sin poder lograrlo gracias a que el aparato que ella misma había creado bloqueaba cualquier movimiento.

—Derríbenla —ordenó el político a los dos hombres de tamaño monstruoso que le estaban acompañando.

Los golpes en la puerta eran fuertes, y estaba segura de que en algún momento podrían tirarla. El revuelo comenzaba a formarse en el piso de abajo cuando notaron lo extraña que era la situación.

«Ya falta poco, solo un poco más.»

Finalmente, la pantalla mostraba como completado el proceso de transferencia, y Nova se permitió a sí misma sonreír por su victoria casi alcanzada. Le llevó unos segundos dejar el computador como lo había encontrado. Desconectó todos los aparatos y los lanzó en su mochila, junto con su portátil.

Se sentó al borde de la gran ventana blanca de cristales pulidos, pero estaba dispuesta a divertirse un poco antes; levantó la manga de su suéter oscuro, y contó malévolamente hasta tres para presionar un botón.

Una vez hecho aquello, la puerta comenzó a recubrirse de una especie de sustancia líquida de aspecto metálico, y tras endurecerse, comenzó a emitir un sonido intermitente que iba disminuyendo el tiempo de sus intervalos cada segundo que pasaba; una bomba.

No dudaron en alejarse de la puerta, y la chica no dudó en comenzar a trepar hacia abajo por la fachada de la sofisticada casa de aspecto español. Lo había conseguido tan fácilmente, ¡y pensar que se había sentido nerviosa!

Pero cantar victoria tan temprano, había sido un gran error de su parte.

—Me parece que se acabó tu momento de la noche —comentó el joven arácnido despreocupadamente, una vez que la muchacha se dio la vuelta y se percató de su presencia.

Nova se había olvidado por completo del justiciero que andaba rondando por Nueva York en las noches; se le había pasado completamente por alto. Pero no era mayor problema, no para ella.

—Me temo que no.

Spiderman aventó una de sus telarañas con objetivo a los pies de la criminal, pero ella, con una simple voltereta lateral, la esquivó, junto a otro par de intentos de atraparla. El justiciero no se preocupó; solo estaba siendo delicado, creyó que con eso bastaría.

La chica se retiró la mochila de la espalda para poder tener una mejor disposición a pelear y se deshizo del gorro, pero procuró mantener en su sitio el pañuelo apretándolo contra su nuca aún más, y con una patada baja, dejó al héroe desequilibrado. Asestó un golpe hacia su rostro, y él lo esquivó, envolviendo su puño en una telaraña.

Aquello distrajo a Nova.

«¿Son telarañas de verdad?»

Peter envolvió su otra mano en una red, y la levantó por los aires, para luego dejarla tumbada en el suelo.

—Me temo que sí —imitó su comentario, y estaba por dirigirle una de sus telarañas al cuerpo para inmovilizarla.

La chica de cabellos oscuros pensó rápidamente y giró por el suelo hacia la derecha, para incorporarse sobre una de sus rodillas y retirar el revólver que colgaba enfundado en su cintura.

El justiciero no dudó un segundo en arrebatarle el arma de las manos utilizando sus poderes arácnidos, pero no se dio cuenta de que había caído directamente en su trampa. La muchacha sin tapujos tomó el grueso hilo con su mano libre, le dio unas cuantas vueltas alrededor de su muñeca para tener mejor agarre, y usó toda su fuerza para atraerle hasta sí.

—Me temo que no —anunció, para finalizar su encuentro, y procedió a empujarle directo a la fachada de la casa.

El chico se golpeó la espalda con la pared y cayó al suelo. Cuando estaba por hacer otro movimiento, escuchó los disparos, luego sintió una cornisa de cerámica caer sobre su cuerpo, lastimándole considerablemente. Nova había usado las únicas cuatro balas que le quedaban en el arma para destruir los soportes de la cornisa y que ésta cayese sobre él.

—Nos vemos luego, niño araña.

Su auto la esperaba aparcado en el callejón tras la casa. Otra vez, se permitió sonreír, ésta vez por la victoria que ya había logrado.

___

—Encárgate de eso, Foster —la chica depositó en las manos del secretario principal de S.H.I.E.L.D el disco externo, con toda la información que había logrado conseguir aquella noche.

Era un viejo amigo de su padre. Su parte del trabajo era darle el dinero que pedía, y encargarse de que el gobierno recibiese la información sin que ella fuese vinculada de ninguna forma.

Le entregó a cambio el bolso con el dinero. Nova lo abrió y con una mano registró las pacas de dinero, aunque no tenía mucho de qué dudar; Bill Foster era un hombre de palabra.

—¿Necesitas algo más...?

—Nova —se apresuró a decir, al notar la duda que aún a estas alturas presentaba Foster ante cómo quería ser llamada—. Estoy perfecta.

—¿Segura?

—En serio, ya vete.

El hombre rodó los ojos con una pequeña sonrisa. Preocuparse por el bienestar de la chica era una de sus muchas responsabilidades, pero ésta nunca parecía querer dejarse ayudar por nadie. Hacía siempre todo por sí misma.

Se despidió de ella con un saludo, y Nova no se molestó en devolverlo. Su auto desapareció al final de la calle, y Foster volvió a sus asuntos.

n/a: quisiera dar las gracias por el apoyo que recibió la historia sin siquiera llevar una semana de publicada, ¡es increíble! Como verán; ya no es una propuesta, es una novela que voy a desarrollar.

Espero la disfruten <3

City Lights | Peter ParkerWhere stories live. Discover now