Capítulo 13.

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Nova no había podido estar realmente tranquila en toda la semana. El estúpido del Niño Araña había estado tras de ella cada maldita noche que salía de casa a hacer su trabajo. No había podido reclamar el dinero que debía recibir esa semana, porque gracias a las persecuciones con su entrometido enemigo, no había podido trabajar para nada, y lo único que había estado haciendo era perder el tiempo.

Le confundían tanto las intenciones del que todos consideraban héroe, pero ella no pensaba ceder; no iba a acercarse.

—¿Son muy grandes? —preguntó el pequeño niño, mientras con un lápiz de color azul comenzaba a colorear uno de los detalles de su dibujo.

—¿Quiénes? —la chica respondió sin voltear a mirarle; lavaba los platos tranquilamente, en la pequeña cocina del departamento.

—Los tipos malos.

—No son tan grandes —finalmente responde a su pregunta, incluso analizándola ella misma—, puedo con ellos.

—¿Y te hacen daño?

—No.

—¿Y son feos?

—Bueno, no lo sé.

—¿Cómo que no? —el niño se dio la vuelta completamente en la silla, para mirar a su hermana mayor al otro lado de la cocina—, ¿no los miras bien?

—Gabriel, lo que menos hago es mirarles la cara.

Nova levanta una ceja y se ríe ligeramente, sin saber realmente qué más decirle a su pequeño hermano. No le estaba mintiendo: lo que menos hacía era verles la cara a los enemigos a los que se enfrentaba. Porque estos no se dejaban ver la cara, y ella tampoco quería hacerlo.

A ella no le gustaba demasiado hablar con el pequeño Gabriel acerca de su agitado y violento estilo de vida: era un niño muy pequeño como para comprender realmente las razones que tenía su hermana para hacer todas aquellas cosas que hacía por las noches. Se limitaba a simplemente decirle que peleaba contra tipos malos para salvar personas buenas.

«—¿Cómo Robin Hood? —exclamó emocionado, la primera vez que Nova se atrevió a comentarle de dónde había sacado el dinero para sus clases de fútbol y su nuevo uniforme.

—Sí, como Robin Hood —se encogió de hombros con una sonrisa al no encontrar una comparación mejor que esa, y al tampoco tener alguna razón para no compararse con dicho personaje—. Pero es un secreto, Gabriel. No puedes decírselo a nadie.

—Está bien.

—A nadie, es en serio —insistió una vez más.

Se agachó un poco, tomando al pequeño de los hombros y mirándolo directo a la cara. Nova no pudo evitar ver la mirada de su padre reflejada en los bellos ojos de su joven hermano.

—Ni a tus amigos, ni a tus profesores. Es importante que hagas eso por mí —soltó uno de los hombros de Gabriel y puso la mano frente a su rostro, extendiendo solamente el dedo meñique—, promesa de hermano.

El adorable niño le sonrió a su hermana con mucha sinceridad. Estrechó su meñique con el de la chica, sin dejar de mirarse a los ojos el uno al otro, y asintió efusivamente con la cabeza.

—Promesa de hermano.

Y Nova no tuvo por qué cuestionarse nada más al respecto.»

—¿Qué estás haciendo? —Nova tomó uno de los trapos absorbentes colgado en la agarradera del horno de la cocina, y procedió a comenzar a secar los platos.

City Lights | Peter ParkerWhere stories live. Discover now