Capítulo 4.

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El laboratorio estaba casi vacío a dichas horas de la noche. Solo algunos guardias de turno o algún científico que se quedaba un poco más a trabajar. Nova recorría los pasillos silenciosamente, sus botas deslizándose por la cerámica sin emitir absolutamente ningún ruido.

La computadora del doctor Gregor Mendes era su objetivo aquella noche, y era de suma importancia que su misión fuese completada: robar los archivos situados en su ordenador, de gran confidencialidad. Foster iba a darle mucho dinero por aquello.

El ordenador se hallaba en el piso diecinueve, en la pequeña y sofisticada oficina del señor Mendes. No se permitió decirse a sí misma que sería algo fácil de conseguir, porque en realidad no lo sabía. Solo siguió su camino hasta allá.

Un guardia se encontraba revisando los pasillos. Ella poseía una pistola de minúsculas cápsulas tranquilizadoras; un disparo le bastó para dejarle tirado en el suelo, inconsciente. Le arrastró hasta una sala de archivos y ahí lo encerró. Cuando despertara, no recordaría nada... seguramente. Aprovechando la oportunidad, se llevó su linterna.

Una vez frente a la oficina, hizo uso de un dispositivo con un delgado brazo mecánico; una ganzúa automática. Ocupó unos segundos para abrir la cerradura de la puerta, y Nova entró, volviéndola a cerrar tras de sí.

No fue difícil encontrar los planos y archivos del artefacto que buscaba diseñar Gregor, y Nova rio para sus adentros por la increíblemente vaga seguridad que poseía el ordenador... o eso creyó, hasta que la luz de la pantalla se llenó de destellos negros y rojos, y la alarma de todo el edificio comenzó a sonar.

—¡Mierda! —susurró, sintiendo los nervios correr por su espina dorsal.

La alarma parecía sonar más fuerte cada segundo y eso la ponía aún más nerviosa. La computadora parecía tener un sistema cerrado con terminales codificadas de arriba abajo, y Nova sabía decodificarlas, pero eso le llevaría un buen rato. No tenía tiempo; las pocas almas vivientes que quedaban en el laboratorio llamarían enseguida a la policía.

Y algo le decía que el Niño Araña estaría presente para auxiliarlos. Abrió su mochila con desespero, y allí encontró las bombas que ella misma manufacturaba.

Si la alarma se había activado solo por el ordenador del doctor Mendes, podía haberse activado por cualquier otra cosa, ¿no es así?

Abrió una de las ventanas del laboratorio, e intentando tener la mejor puntería posible, dirigió las bombas hacia el ala este de los laboratorios; eran bombas realmente inofensivas, la explosión no fue muy grande, pero llevarían la atención de la gente hasta allá y ella tendría un poco más de tiempo para hacer lo suyo.

La decodificación le estaba tardando a la chica más de lo que ella esperaba, y tuvo que recurrir a un chip externo que la ayudase a hacer el proceso un poco más rápido.

Cuando por fin tuvo acceso a la información, comenzó a descargarla a un nuevo disco, y tal como lo esperaba, Spiderman hizo su aparición a través de la ventana. Éste había aprovechado el hecho de que todos creían que se trataba de un ataque terrorista a los laboratorios, para encargarse de la verdadera criminal.

—Con que robándole información a las personas —dijo el héroe, intentando hacer un comentario inteligente que complementara su entrada en escena.

—Con que metiéndote donde no te importa —le responde la muchacha, negando con la cabeza.

Hacía ya unas semanas de su primer y único encuentro. Nova estaba más que preparada para cualquier ataque del justiciero. Pero su objetivo principal era evitar que desconectase el disco duro, protegerlo, pues la transferencia de datos no estaba completa.

—No te me vas a escapar esta vez —volvió a atacar el joven con sus palabras.

Procedió a dar una patada baja para desestabilizar a Nova; ella la esquivó de un salto, pero se consiguió de frente con el puño del chico araña. Intentó detenerle con una mano, pero una telaraña salió disparada directo a su brazo.

Hizo contacto visual con la chica, y no pudo ver más que sus ojos debido al pañuelo que le cubría gran parte del rostro. Ésta puso cara de sentirse triste e indefensa.

—¿Quién dice que la araña no puede ser pisada? —sonrió, cuando se dio cuenta de que el muchacho había caído en su trampa, distrayéndose con su mirada.

Levantó la rodilla y le dio justo en la entrepierna, riéndose por lo gracioso que había sido aquél ataque en realidad. Con otra patada más hacia el abdomen del justiciero, lo dejó contra la pared, y volteó un segundo hacia el computador para ver cómo iba la transferencia. Aún le faltaba.

—Muéstrame lo que tienes —murmuró la chica, levantando los puños y preparándose para otra pelea.

Se formó entre ambos un armonioso baile de golpes y puños, patadas y esquivos, giros y vueltas, en los que Spiderman no conseguía detener a la chica. No obstante, no se cansaba; no iba a parar hasta haberla atrapado. Nova se sentó encima de la mesa, y con ambos pies tomó al joven por la cabeza, y con una maniobra que le requirió bastante fuerza, lo golpeó del techo y lo dejó caer.

—¿Te parece que me estoy saliendo con la mía? —le pregunta retándole—. Yo creo que sí.

Spiderman se hallaba en el suelo, respirando unos segundos para poder recomponerse. Se incorpora y se levanta como si nada.

—Parece que no es tu noche —se burla nuevamente, una vez que su contrincante está dispuesto a pelear otra vez—, ¿verdad, niño araña?

—No soy un niño.

—Como digas.

Nova dio un puñetazo completamente desviado del rostro del chico araña, a propósito, y cuando éste usó una de sus manos para detenerla a pesar de no haberle causado daño, ella le golpeó el rostro con su propia mano, y volvió a reírse.

—Esto es tan divertido —miró otra vez a la computadora, a la que solo le faltaba un pequeño porcentaje para que la misión de la chica estuviese completada.

Aún con la mano del héroe sobre la suya, le dio completamente la vuelta, quedando a su espalda y torciéndole el brazo, y luego con un movimiento rápido, darle la vuelta por encima de su hombro; éste no podía creerse la fuerza que tenía la chica, y lo bueno que era su combate cuerpo a cuerpo. Era increíble e impredecible.

Por fin, el disco duro estaba lleno de los datos que contenía el ordenador, y Nova incluso podía oír los pasos de la gente acercándose por el pasillo, entre todo el revuelo de las explosiones.

Aprovechó que Spiderman estaba ya cansado y tomó la memoria, la desconectó sin más, la lanzó en su mochila junto con el resto de sus cosas, y cuando éste por fin se incorporó, negó con la cabeza y sonrió, a pesar de que el pañuelo no permitía dejar nada a la vista.

—Hasta otra, pequeña araña.

Seguido de aquello, se lanzó directamente por la ventana, y el joven justiciero se levantó del suelo con la esperanza de poder verle caer y usar sus redes para atraparla... pero no había nada, ni en la fachada de cristal del edificio, ni en el suelo, varios metros más abajo.

Después de todo, sí se le había vuelto a escapar.

City Lights | Peter ParkerKde žijí příběhy. Začni objevovat