Capitulo diecinueve:

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Sophie:

No sabía cuánto tiempo había pasado. Mis vacaciones comenzaban y yo no había abandonado mi cuarto. Me sentía más insegura que nunca.

-          Nena –Dijo mamá entrando a mi cuarto- La fundación.

La miré triste. Desde el concierto que no he hablado, ni he salido.

Suspiré, cansada de alguna manera. Mamá me inscribió en una fundación para niños autistas. Viene gente con dinero a botarlo a nuestros pies, con esa mirada que solo te dice: ‘’no me muerdas, te tengo pena’’. Pero es buen lugar, es como mi segundo hogar. Después de mi cuarto, claro.

-          Hay una especie de fiesta –Habló mamá sacando ropa de mi armario- Viene alguien a hacer no se qué. No me quisieron decir, era una sorpresa según ellos. Quién sabe.

No la miré. Sin más, me metí bajo las sabanas de mi amplia cama. No quería ir. Y era mi forma de demostrarlo.

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Y ahí estaba. Al fondo de ese gran salón, escondida. Mamá me convenció de ir, con el simple hecho de que me dejaría en paz por el resto de mis vacaciones.

Había mucha gente, y yo estaba nerviosa. Mamá había desaparecido para ir a hablar con las demás madres acomplejadas.

Miré mis manos, estaba sudando.

Sentí unas risas a unos metros míos, levante la cabeza y vi a varios chicos de espalda hablando con la directora de esta fundación.

-          La mayoría acá son chicas –Escuché decir a la directora- Ellas seguro estarán muy contentas.

-          Nosotros mas –dijo uno de ellos de forma muy rápida- Acá, este chico nos convenció de venir a ayudar.

Todos rieron.

-          De verdad, estamos agradecidos de poder estar acá –Me tensé- Esto es casi personal.

No de nuevo.

Me removí incomoda de mi asiento. Levanté mi mirada en busca de alguna salida. El estaba aquí. Y no es como si estuviera preparada para interactuar con personas. Y menos con él, no podría aceptar su mirada de ‘’Oh, otra enferma mas’’.

Me levanté rápido, con mi mirada fija en la puerta que da hacía el gran jardín.

-¡Sophie! –gritó mi madre a mis espaldas.

Sentía que mis piernas fallaban, sentía mil miradas clavadas en mi espalda. Sentía, sentía demasiado. Así que corrí.

#

El jardín era muy amplio. Había árboles y arbustos en todo alrededor. Algunas flores de distintos tipos y colores adornaban el centro. Había algunas bancas dispersas por todo el jardín.

Yo me dirigí hacía los arbustos. Detrás de ellos había un árbol enorme que sostenía arriba de él una acogedora casita.

Subí por las ramas. La escalera era endeble y me daba miedo. Eran mas seguras las ramas. Al estar dentro de la casita, me ubiqué detrás del gran agujero en forma de circulo-cuadrado, que se suponía era una ventana. Se veía todo el jardín desde ahí.

Niall:

Alguien gritó ‘’Sophie’’ y como si esto fuera una película, todo sucedió en cámara lenta.

Me di vuelta para ver de dónde provenía el grito, y al hacerlo me fijé en una chica que corría hacía la salida al jardín. Detrás de ella había una mujer, que se me hizo extrañamente familiar.

Me acerque.

-          ¿todo bien? –pregunté a la mujer.

Ella volteó a verme y abrió los ojos con sorpresa.

-          Si –titubeó- mi hija está un poco nerviosa, no es nada.

-          Si quieres hablo con ella –le sonreí a la mujer.

-          Está en el jardín –mascullo ella sin dejar su sorpresa.

El jardín era enorme, caminé alrededor del lugar sin ver a la chica. ¿Dónde estaría? No se veía por ningún lado. Opté por volver con los chicos.

Sophie:

Niall estaba a unos metros del árbol donde yo estaba. Trate de hacer el menor ruido posible para que no me viera.

No piensen en que soy la peor fan del mundo. Creo que todas tenemos el temor de ser olvidadas, y ese temor en mi, se multiplicaba por dos mil.

Pasaron varios minutos en los que intente relajarme, mamá a de estar preocupada. Pero ella no intenta invadir mi espacio y se lo agradezco.

Bajé lentamente y me dirigí hasta el salón donde ya estaba comenzando la presentación de One Direction. Me fui hasta atrás, donde las luces no iluminaban las caras del público. Ellos comenzaron a cantar y yo lo disfrute, hasta que Niall bajó del escenario acercándose a cada una de las niñas que estaban en los primeros asientos.

Temía que él me viera, y como si leyera mi mente. Volteó hasta donde yo me encontraba, mirándome con una cara llena de sorpresa.

Al parecer, mi plan no funciono muy bien.

«Autism» - n.h  •SERIA EDICIÓN•Where stories live. Discover now