No me abandones

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Decido ir a casa de Manuela, tengo que dejar de ser tan cobarde, confiar en ella, contarle mis miedos, mi pasado, todo sobre mí.

Me subo en el auto y emprendo el viaje hasta su edificio.

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Me encuentro en el estacionamiento de su edificio cuando veo a Axel acompañado de Zoe que limpia algunas lágrimas.

Acelero mi paso hasta el ascensor pero este no abre, subo las escaleras con grandes saltos  y cuando llego al piso de Manuela, entro, pues la puerta se encuentra entreabierta

Hay cosas regadas por todos lados.

Subo las escaleras que llevan a su habitación, abro la puerta y la veo recostada al lado de un gran charco de sangre.

El corazón me late desenfrenadamente, como si quisiese salir.

-¡Manuela!- grito mientras me acerco a ella, me quito la camisa y la amarro con fuerza alrededor de su muñeca.

La levanto entre mis brazos y salgo a toda prisa de allí, el ascensor se abre y personas salen de este, me ven y de inmediato me dan paso para que pueda entrar.

La meto en mi auto y me dirijo a toda prisa al hospital, mi corazón palpita a mil, Manuela no se mueve y siento que me falta el aire.

Llego al hospital más cercano y grito para que me traigan una camilla.

Un enfermero posiciona la camilla delante de mí y yo acuesto a Manuela sobre esta.

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Ya han pasado más de dos horas desde que se llevaron a Manuela y la angustia me esta matando, no tengo noticias de ella, ni el número de su madre, me siento atrapado, desesperado.

-Familiares de la señorita Manuela Medina- llama el doctor apareciendo del otro lado de la puerta.

-Yo- respondo mientras levanto la mano y corro hasta estar a su lado.

-La señorita perdió mucha sangre y el corte fue muy profundo, así que no le damos mucho tiempo de vida- dice el doctor mirándome con lástima.

-Si quieres puede ir a verla ya- propone mientras palmea mi espalda.

Yo solo asiento con la cabeza y lo sigo, no voy a permitir que Manuela muera, no quiero perder a otra mujer.

El doctor me señala la habitación, le doy una mirada de agradecimiento y entro.

Ahí está ella, pálida, con sus labios secos y agrietados, no puedo verla así, las lágrimas salen de mis ojos sin permiso.

-No me abandones- susurro- por favor no me abandones- hablo entre sollozos.

Le doy un beso en la frente y acaricio su despeinado cabello.












Maldito Andrés °Sin Corregir°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora