Capítulo 34.

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Lucy Austen

— ¡Te doy la bienvenida a la mejor habitación de toda la casa! —exclamó Niall, tirando de mí.

Era una habitación bastante espaciosa. Contaba con una gran cama de matrimonio en el centro, algunas estanterías, un ventanal y como no, una bandera irlandesa colgada en una de las paredes.

—Lo tuyo con las banderas irlandesas ya es una obsesión, eh —comenté y él se echó a reír.

— ¿Al final conseguiste la dirección de la oficina de tu padre? —me preguntó mientras terminábamos de guardar la ropa de ambos en el armario.

—Claro.

—Podríamos ir a verle esta tarde. Sabes que ahora tengo que irme con los chicos a trabajar, pero después de comer estamos libres —explicó.

— ¿Quieres venir conmigo?

—Pues claro, boba —dijo abrazándome. Sonreí—. ¿Por qué no iba a querer? —me encogí de hombros.

—No sé. Los padres suelen daros miedo a los chicos —bromeé.

—A mí no, Lu. Soy irlandés. No le temo a nada ni nadie —reí—. Además, seguro que le caigo bien.

—Eres un creído —le di un leve empujón riendo.

—Oh, venga —volvió a acercarse a mí y rodeó mi cintura con sus brazos—. Te encanto a ti. ¿Por qué no va a pasar lo mismo con él? —sonrió de lado y rodé los ojos.

—Porque soy su única hija y no va a fiarse de ti nada más verte. Viene en el manual de los padres, Nialler.

—Le haré ver que puede confiar en mí, que cuido muy bien de su niña —besó mi frente.

— ¡Tenemos que irnos! —escuchamos gritar a Liam.

—Ya lo has oído —dijo haciendo un gesto con la cabeza, señalando la puerta—. Tengo que irme ya. Nos vemos para comer y vamos a visitar a tu padre.

—Perfecto —besó cortamente mis labios antes de que los dos bajáramos por las escaleras hasta el salón para reunirnos con el resto.

—Nos vemos aquí a la hora de comer y ya veremos donde vamos, ¿de acuerdo? —propuso Harry.

—Yo le debo una invitación a Mandy así que, no contéis con nosotros.

—O nos vamos ya o llegaremos tarde —añadió Nialler después de mirar la hora en la pantalla de su iPhone y entonces, empezamos a salir de la casa.

—No te quejarás, eh, Dan. Te quedas con un montón de chicas guapas —comentó Liam.

—Lo que van a hacer es volverme loco entre todas.

—Que se os de bien el trabajo, chicos —deseó Gin.

Nos despedimos de los chicos y empezamos a andar: ellos hacia el coche y nosotras por la acera, en busca del centro de la ciudad.

— ¡Adiós, Hello Kitty! —escuchamos que gritaba Louis cuando pasaron con el coche a nuestro lado. No entendí a quién iba dirigido hasta que Amy levantó el dedo corazón de la mano derecha en su dirección.

—Cada día está más insoportable —se quejó murmurando, negando levemente con la cabeza.

—Perdón por la pregunta pero es que no entiendo qué pasa entre vosotros dos —Amy me miró y resopló. Quería saber qué era lo que me había perdido por unirme al grupo más tarde que las demás.

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