Capítulo 62.

5.1K 231 39
                                    



Amanda Turner

El miércoles llegó antes de lo que esperaba y, tal y como habíamos acordado, Sam estaba esperándome a la salida. Le ví apoyado sobre el capó de su coche y me acerqué a él.

— ¿Qué tal han ido las clases? —me preguntó tras besar mi mejilla.

—Aburridas —contesté con pesadez y él rió.

—La tarde promete así que, sube que nos vamos a comer.

Seguí sus instrucciones y me monté en el asiento del copiloto. Fuimos todo el camino cantando las canciones que salían en la radio y riéndonos porque realmente, aquello no era lo nuestro. Aparcó el coche en el primer sitio libre que encontramos y luego fuimos caminando hasta la puerta del Garfunkel's, una cadena de restaurantes parecida al Nando's, de Trafalgar Square.

—Bueno, cuéntame. ¿Cómo van las cosas con tu chico? —quiso saber en cuanto el camarero se fue de nuestro lado, con la comida pedida.

—Que cotilla eres, ¿no? —bromeé colocando los codos sobre la mesa.

—Soy tu novio, ¿qué hay de malo en interesarme por ti? —ambos nos echamos a reír.

—Muy bien —respondí a su primera pregunta—. Todo va viento en popa.

—No si ya se ve. Tu sonrisa es demasiado reveladora.

— ¿Y tú qué? ¿Te portas bien con Rachel? —alcé las cejas varias veces, haciendo que riera.

—Como un perfecto caballero, ¿por quién me tomas?

El camarero llegó con lo que habíamos pedido y pasamos toda la comida charlando de todo un poco: de lo felices que nos hacían nuestras respectivas parejas, de cómo nos iba a mí en el instituto y a él en la universidad con su grado en derecho, y, por supuesto, hablamos de lo mal que nos parecía lo que nuestros padres nos estaban haciendo y lo que planeaban para nosotros en un futuro.

Terminamos de comer. No me dejó pagar la cuenta y quedamos en que a la siguiente pagaría yo sí o sí. No podía permitir que encima que venía a por mí para llevarme a ver a Louis, tuviera que pagar él siempre. Montamos de nuevo en su coche para poner rumbo a casa de mi novio.

—Ahora gira a la derecha y sigue todo recto hasta la rotonda —indiqué—. Es esa, la de la verja negra —condujo hasta donde le dije y paró el coche frente a la puerta—. Mil gracias por traerme.

— ¿A qué hora vengo a buscarte?

—Vamos a ver el partido del Manchester así que sobre las seis y media o así.

—Perfecto. Pasadlo bien.

—Lo mismo digo —besé su mejilla y me bajé del coche con mi mochila colgada al hombro.

La verja de fuera solía estar abierta así que la empujé para poder entrar. Junté las dos puertas de nuevo y caminé por el pequeño caminito hasta la puerta principal. Llamé al timbre y esperé a que me abriera. Algo que ocurrió tan solo segundos después. Ambos sonreímos y me apresuré a entrar. Él cerró la puerta detrás de mí antes de que yo dejara caer mi mochila al suelo para lanzarme a sus brazos y fundirnos en un beso. Mis piernas se enroscaron en su cintura y entre risas, me llevó hasta el salón, robándonos algún que otro beso en el camino. Se sentó en el sofá aún conmigo encima y volvió a besarme, haciéndolo esta vez algo más duradero.

— ¿Me puedes explicar por qué no he elegido la opción de llevarte a mi habitación ahora mismo? —preguntó con los ojos cerrados, con nuestras frentes juntas. Reí.

Our Little Secret #BEAwards2016 #GBAwards2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora