Piénsalo, dos veces. (John Lennon & Paul McCartney)

Capítulo 13 - Menospreciada

Será complicado publicar por la escuela...pero aquí está! Un capítulo mas ❤

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Sentí como si un balde de agua helada me hubiera caído encima.

-John…lo siento mucho… ¿cómo pasó?-

-La atropellaron, ayer en la noche-

-John, lo siento enserio- puse mis brazos alrededor de él mientras recargaba su cabeza en mi hombro.

Nunca había visto a John tan débil, en el largo tiempo que lo conocía de lejos y en el corto tiempo que tenía de conocerlo como amigo nunca lo había visto llorar. Ni si quiera cuando se puso a bailar como Elvis Presley encima del escritorio para luego caerse y golpearse en la parte mas dolorosa del hombre.

-Alanna- levantó su mirada.

-¿Si, John?-

-Que esto no salga de entre nosotros dos-

-¿Ni siquiera Paul?-

-No, le diré a él sobre la muerte de mi madre, pero no tiene que saber que me puse así-

-No te preocupes, es un secreto, por cierto ¿Dónde está?-

-Se fue, discutimos y decidió irse-

Nos quedamos callados por unos momentos, hasta que John decidió que nos fuéramos a nuestras casas.
Iba muy callado, pero decidió romper el silencio

-¿Te gusta Frank?-

-John…ya les dije que no… ¿no me creen?-

-Si, si te creemos-

-Ahora bien, si me gustara ¿Qué tendría de malo?-

Nos detuvimos fuera de mi casa.

-No es tu tipo- John me miró de pies a cabeza y por sus gestos creo que me menospreciaba.

-¿A qué te refieres?-

-Digo, el es una persona muy educada y puedo decir que con mucho mas dinero que tu…bueno…mas que tu, Paul y yo juntos-

-¿Y eso en qué afectaría?-

-No estas a su alcance-

Me enfadó.

-¿Sabes John? Creo que deberías dejar de menospreciarme, no te debe de importar si me atrae o no Frank, ni a ti ni a Paul. Tal vez sí sea mi tipo, digo, a mi madre le encantará. Y a mi también.- me dirigí a la puerta.

-Alanna… Alanna…- John me tomó del brazo antes de que pudiera tomar la puerta.

Sólo me miró y yo el. Sin decir nada entré y cerré la puerta sin mirar atrás. La verdad John me hizo sentir muy mal.

Llegué, le inventé a mi madre que me había ido muy bien y entré a mi cuarto.

Me recosté pensando en qué momento me había metido en la vida de los chicos, o mejor dicho, ellos en la mía.

La semana había pasado demasiado lento.