Capítulo 1

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Cansado. Así me sentía. Después de un día duro de trabajo junto al inspector de policía, Megure, no podía más. Me sentía realmente agotado, como si todos mis músculos se hubieran puesto de acuerdo para que no pudiera moverme más.

Estaba atardeciendo y los suaves rayos de sol que seguían luchando por seguir iluminando el día, se asomaban perezosos por las ventanas de mi casa. Miraba cansado el paisaje del exterior, donde todo el mundo caminaba por la calle de regreso a casa.

Me dirigí a la cocina, donde pude coger un vaso de agua y refrescar mi garganta, que pedía a gritos ser hidratada.

Miré al reloj que estaba encima de la puerta de la cocina. Las ocho de la tarde. Al ser verano en breves anochecería. El calor se me calaba dentro de mi cuerpo y fui a la ducha para quitarme de encima la fina capa de sudor que se había formado en mi cuerpo.

Hoy por fin sería luna llena y con ella esperaba ansioso la llegada de aquel mago espectacular llamado Kaito Kid. Yo le había llamado el mago de la luna plateada. Aunque eso nunca se lo diría a nadie. Me lo guardaría para mí.

Sacudí mi cabeza olvidando brevemente mis recuerdos y fui directo a coger unas toallas limpias y dirigirme rápidamente al baño. Dejé que la bañera se llenara al completo y cuando noté que estaba llena del todo me sumergí dentro.

Se estaba genial, fantástico, rodeado del cálido agua de la bañera. Mis músculos se relajaron como pedían a gritos desde hace unas horas bajo el cálido manto del agua jabonosa. Es lo que mejor me iba en esos momentos, relajarme antes del gran espectáculo.

Después de un buen rato salí de la bañera poniéndome una toalla para tapar mi desnudez. Yendo a mi habitación pensé en alguna forma de lograr tener contacto con aquel gran mago. Quería estar más cerca de él. Ser su amigo, o quizás algo más.

Noté que en mis mejillas había aparecido un pequeño rubor cuando pensé en ello, pero decidí ignorarlo e ir al armario para poder vestirme. Quise utilizar algún atuendo elegante, pero no demasiado. No quiero que parezca que me esté vistiendo bien por él, aunque era verdad.

Al fin, ya era hora de ir a aquel bar clandestino que estaba algo cerca de mi casa. Es agradable pensar cómo llegué ahí y lo descubrí. Pensando bien, que suerte que lo descubrí. Si no hubiera tenido ese caso tan difícil no habría estado en esos lugares y no habría ido a ese bar a descanar. Entonces no habría podido ver a ese gran mago que me maravilló.

Despertándome de mi pequeña ensoñación de mis recuerdos me dirigí rápidamente a la salida. Salí precipitado y no me di cuenta hasta llegar a la primera esquina. Debía calmarme. Tenía que estar más sereno y no hacer que las pocas personas me miraran más extrañado de lo que ya lo hacían.

Sonreí al ya anochecido cielo donde la gran luna llena que se erguía majestuosa sobre el manto estelar. Me impacienté, al menos por dentro lo pude sentir, aunque intentaba que mi cara fuera lo más serena posible.

A lo lejos vislumbré el pequeño cartel donde anunciaba el nombre del bar, Blue Parrot. El camarero era un señor mayor muy amable llamado Konnosuke Jii. Al aparecer muy frecuentemente ya nos habíamos hecho amigos, o lo más cercano a una amistad.

Al abrir las viejas puertas crujieron bajo las visagras. El sonido anunció mi entrada y todos se giraron curiosos como siempre que alguien accedía al local. Todos volvieron a sus asuntos menos el mesero que me miraba con una sonrisa dándome la bienvenida.

Me acerqué a la barra y me senté en un taburete, dejando que mi cuerpo se relajara, o al menos lo intentara.

-Hola, Jii-san- saludé al hombre posicionado detrás de la barra limpiando un par de vasos.

-Hola, Kudo-kun. ¿Un buen día?- preguntó mientras comenzaba a preparar mi bebida.

Había venido tantas veces que ya sabía lo que iba a pedir. Gracioso bajo mi punto de vista. Un suspiro de cansancio salió por mi boca para posteriormente mirarle a los ojos.

-Bueno, muy cansado. El caso que debía de resolver hoy era muy complicado y, para rematar había muy pocas pistas que condujeran al culpable- dije desanimado al recordar el día de hoy.

Una suave risa salió de su boca mientras depositaba una bebida color roja enfrente de mí. Miré la bebida con un brillo de satisfacción en mi rostro. Chambord. Un dulce olor a frambuesas y vainilla salía de dentro relajándome. Una sonrisa se dibujó en mi cara al ver la deliciosa bebida que tenía enfrente.

-Ya verás como ahora te podrás relajar. Solo no pienses en el día de hoy y disfruta del espectáculo- me comentó intentando animarme.

Lo consiguió, estaba mucho mejor, y le di un gran trago a la bebida, sintiendo como un calor se extendiera por todo mi cuerpo.

Miré el pequeño reloj de mi muñeca. Las diez menos cinco. Sonreí contento. Solo faltaba cinco minutos para que el gran Kaito Kid hiciera su gran aparición.

-Veo que solo apareces las noches de luna llena. ¿Ansioso por verle?- una voz comentó a mi lado.

Un pequeño brinco me sacó de mis pensamientos al escuchar esa voz. A mi lado se encontraba mi mejor amigo, Hattori Heiji. Era moreno de piel y su voz a veces me sacaba de quicio. Esta noche, que solo quería divertirme viendo los trucos del mago, tenía que aguantarlo. Irónicamente es mi mejor amigo.

-Cállate Hattori. Déjame solo ver el espectáculo por favor- supliqué con la mirada cansada.

Una risa se escuchó y observé como recogía su bebida y se medio incorporaba.

-Tranquilo solo venía a por mi bebida y de paso quería saludarte. Si más tarde quieres unos tragos conmigo estaré en esa mesa- dijo señalando una mesa alejada de la barra.

Asentí con la mirada, aceptando su invitación. Al fin y al cabo hacía bastante tiempo que no le veía. Estaría bien hablar un poco con él.

Ya era la hora y rápidamente observé el escenario, ansioso por verle. Una cortina de humo apareció y en el escenario apareció un chico vestido con un traje blanco impoluto, debajo una camisa azul junto a una corvata roja, un sombrero de copa blanco y un monóculo en su ojo. Ahí estaba el gran Kaito Kid.

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