Capítulo 6

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Me quedé sorprendido al escucharle y, otra vez, me quedé mirándolo como si fuera un estúpido. Últimamente no paraba de quedarme prendido en la mirada de aquel joven y de aquel mago. Curiosamente, sin saber porque, ese joven me despertaba sentimientos parecidos a los que me despertaba Kaito Kid. Era algo curioso.

Me desperté de mi pequeño lapsus al ver a mi acompañante que comenzaba a decir algo poniendo más atención a lo que estaba diciendo.

-Pues si quieres te puedo demostrar lo buen mago que soy- me dijo mientras movía sus dedos en un gesto para prepararse.

Esperaba mi respuesta, lo sentía, y por eso me obligué a prestar mucha más atención a mi acompañante.

-Em, si quieres, yo te observo- le dije sin pensar sonriendo suavemente.

Su sonrisa también creció y me miró directo a los ojos mientras se preparaba para realizar algún truco de magia.

-Obsérvame, y verás como te sorprendo- volvió a decir mientras volvía a mover sus ágiles dedos.

Sus manos se movieron ágilmente y vi como de la nada salió una paloma. Después movió sus brazos en el aire y el número de palomas se multiplicaron haciendo que volaran alrededor y salieran del local.

Yo, como detective, sabía que siempre había algo, algún truco que explicara la magia, pero en ese momento estaba demasiado ensisismado como para prestar atención en cómo lo había realizado.

Miré entusiasmado cada uno de los trucos que hacía y sonreí como un niño pequeño. Tenía razón, era un mago magnífico, el segundo que había visto en toda mi vida.

Al acabar el pequeño espectáculo que me había dedicado me fijé que alrededor de mi cuello había aparecido un collar hecho de rosas. Lo miré sorprendido, no sabía cuando lo había colocado, pero en efecto ahí estaba.

Al verme con ese accesorio extra me avergoncé de cómo se me veía y, delicadamente para no romperlo, me lo quité.

-Te quedaba muy bien- dijo con un toque de humor en sus palabras.

-Eh, bueno, es vergonzoso- confesé dejandolo delicadamente junto a la rosa.

-¿Y bien? ¿Qué te ha parecido?- me preguntó con entusiasmo, ansioso de saber mi respuesta.

-Pues, me ha encantado. Es verdad que eres un muy buen mago y me has sorprendido- dije y me fijé que mis palabras habían hecho un gran efecto en él, porque en breves estaba radiante, feliz como un niño.

Pronto nuestra orden había llegado y me fui comiendo sin prisas mi croaisant dándole pequeños sorbos a mi café. En cambio Kaito devoraba, si se podía decir así, lo que él había pedido. Reí un poco al verle así y él me dedicó una mirada con un toque de molestia.

Cuando acabamos de comer pagamos y nos dirigimos a la calle. Ya eran las siete y media de la tarde y, aunque no era demasiado tarde, mi cuerpo ya me estaba aclamando que descansara.

Él se ofreció a acompañarme, alegando que quería pasar más tiempo conmigo y, junto a la rosa y el collar, nos fuimos encaminando hasta mi casa.

El camino fue ameno y pronto estuvimos enfrente de mi casa. Me di la vuelta dispuesto a despedirme y me fijé en sus ojos. Me quedé algo perdido y no me moví de mi lugar.

Poco a poco él comenzó a disminuir la distancia hasta que nuestros labios se unieron. No pude reaccionar y no pude separarme en todo el momento que duró el beso. Sentí lo mismo, extraño pero lo mismo que sentí con el mago de la luna plateada. Ya me estaba empezando a molestar estas sensaciones y no me entendía. No entendía lo que estaba pasando.

Lentamente se separó de mí y me observó atentamente para ver mi reacción. Yo, en cambio, me quedé congelado en el lugar sin saber qué hacer. No podía reaccionar y solo me limité a observarle.

-Em... l-lo siento, solo sentí que debía hacerlo- se disculpó al ver cómo había reaccionado.

-A-ah, no, no pasa nada, solo...que me ha pillado desprevenido- quise escusarme y sonar convincente, y creo que lo había conseguido porque una ligera sonrisa de alivio se formó en su cara.

-Me alegro, espero volver a verte pronto- se despidió mientras se daba la vuelta y caminaba calle abajo.

-Adiós, yo también espero verte pronto.

Y era verdad. Quería verle pronto, y pasar tiempo con él. Era gracioso. Solo le conocía de esta tarde y sentía que quería verle en todo momento.

Me entré a casa y puse la rosa blanca que me había dado aquel joven junto a la que me había regalado el mago y el collar lo dejé reposando en uno de los muebles de mi habitación.

Me senté en el sofá, hundiendo mi cuerpo en su plena comodidad. Mi cuerpo me agradeció el descanso y pronto ya estaba estirado. Me puse a pensar en todo lo que había estado pasando en mi vida en estos últimos dos días.

Durante la noche de luna llena, después del espectáculo, Kaito Kid me había besado. Sentía aún la sensación que habían dejado sus labios en los míos y los sentimientos que había sentido en esos momentos también seguían presentes.

Y esa misma tarde había conocido en el mismo lugar donde había besado al mago a aquel joven llamado Kuroba Kaito. Durante toda la tarde la había pasado muy bien con él y pronto había sentido que nos conocíamos desde un largo tiempo. Y luego ocurrió el beso.

Ese beso había sido demasiado familiar. Como si ya me hubiera besado con anterioridad. Pero no podía recordar otro beso que aquel mago y no creía que fueran la misma persona.

Es verdad que muchas sensaciones y sentimientos que sentía en esos momentos con aquel joven parecían los mismos que cuando estaba junto al mago. También cuando nos besamos era parecido. Y los dos eran magos.

No quise darle vueltas, ya que no tenía ganas de pensar. Porque si pensaba vería más coincidencias que no quería averiguar en esos momentos. Solo quería descansar, ya me encargaría de averiguarlo más adelante.

Pronto me fui a mi habitación con los ojos pesados y apenas me dio tiempo a ponerme el pijama y me tiré en la cama para así poder descansar. Sería mejor descansar y dejar de pensar en cosas algo confusas.

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