Capítulo 36 - "muchas veces tendrás que doblegarte"

87.1K 6.1K 1.7K
                                    

Instagram&Snapchat: LanaDvraux

Twitter: LanaDeveraux

Canción en multimedia: She's broken — Billie Eilish



Capítulo treinta y seis — "muchas veces tendrás que doblegarte"


Al terminar el entrenamiento, el Oficial Garret espera cruzado de brazos a mi derecha. El resto del grupo ya está volviendo para dejar las armas en su lugar. Los cascos y gafas van siendo colocados sobre la mesa. Pero que le haya dado a los dos puntos marcados en el muñeco no le ha servido a mi instructor.

— Hombro —Ordena.

Apunto, disparo y no fallo. Una sonrisa orgullosa tira de mis labios y el arma baja cuando bajo el brazo. Estoy a punto de preguntar si ya puedo irme cuando él vuelve a ordenarme que dispare, esta vez pide el hombro contrario. Acato sus órdenes, sólo que esta vez necesito dos intentos.

Y es así como seguimos, con peticiones y órdenes. Entre gritos y quejidos. Con infravaloraciones hacia mí saliendo de sus labios que me mantiene disparando. Ya no sólo es al muñeco que me correspondía, va obligándome a cambiar cuando estos se van agujereando.

— ¡Dos disparos en el mismo punto, Carter! —Brama él cuando, con cinco disparos, ninguno ha logrado caer sobre otro. Es difícil, demasiado poco espacio como para acertar. Me arriesgaría a decir que es imposible. Al menos a mí me lo llega a parecer—. ¡¿Cómo se puede ser tan inútil?!

Disparo otra vez, esta vez los nervios y la rabia por sus palabras logran que el disparo se desvíe de su camino y pase de estar dirigido al estómago a caer sobre la cabeza. Eso logra un quejido por parte de mi instructor quien, arrebatándome la pistola de las manos, hace una rápida demostración de un doble disparo en el mismo punto, le pone el seguro a la pistola antes de que yo pudiera recuperarla y la lanza lejos.

Toma mi muñeca, la aprieta con tanta fuerza que llega a doler. Sus murmullos se vuelven la más peligrosa de las frases—. Desconcentrada no sirves para nada, Carter. Si tu padre te viera estaría preguntándose cómo ha podido tener a una hija tan inútil.

Aparta mi mano, soltándome y empujándome a un lado al mismo tiempo.

— Busca el arma y lárgate.

No me muevo, estoy completamente tensa y mis manos se abren y cierran una y otra vez. Él sabe cómo hacer daño, los puntos que presionar para que duela más cada una de sus palabras. Me pregunto si eso también será parte de lo que le han enseñado durante su época como cadete o si lo ha aprendido por su propia cuenta.

En todo caso, mi punto débil lo ha clavado, ser una inútil a los ojos de mi padre, no ser suficiente. Dicen que lo único que puede hacernos daño, las únicas palabras que nos pueden dañar son aquellas que nosotros también pensamos de uno mismo. Quizás sea por eso que me llega a afectar tanto.

— ¡Eres repugnante! —Me cruzo de brazos en busca de evitar el temblor. Mi instructor enarca una ceja y un quejoso "¿qué?" sale con aire amenazador de entre sus finos labios.

— Repítelo —Reta entonces.

Trago saliva. Debería callarme—. Me das asco. Sólo sabes humillar, ¿necesitas sentirte superior para compensar algo o qué?

Su siguiente movimiento me hace dar un brusco paso atrás, tropezando con la propia hierba y dando un tras pie que no termina con mi equilibrio. En un primer momento llego a creer que va a golpearme por la forma en la que levanta la mano. Pero no lo hace. Sostiene el cuello de mi chaqueta de uniforme y tira con fuerza, llevándome con él hacia la salida de la pista de tiro.

Internado MilitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora