Capítulo 39 - Lagos y castigos

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Canción en multimedia: I went too far — AURORA


Capítulo treinta y nueve — Lagos y castigos ღ


— Todo dependerá de su nota en el examen físico, cadete Carter.

Dándome cuenta de que eso es lo más cercano a un sí que podré obtener, le agradezco al organizador de los entrenamientos y salgo de su despacho. Blake está jugueteando con la cadena que cuelga de su cuello cuando salgo. Levanta la mirada al escuchar la puerta abrirse, sus manos se apartan del cuello de manera inmediata.

— ¿Y bien?

— Si saco buena nota en el examen físico podré cambiarme de instructor.

Una sonrisa llena de orgullo crece sobre los labios de Blake. Lleva sus manos a mis mejillas por escasos segundos, besa mi frente y se echa a un lado.

— Te dije que aceptaría.

Sin poder evitarlo lanzo mis brazos para que me envuelva en un abrazo. Estoy feliz, feliz de tener una oportunidad para cambiar de instructor. Eso me quitaría un gran y necesario peso de encima. Blake se ríe contra mi cuello ante mi infantil emoción, levantando mis pies del suelo durante escasos segundos antes de soltarme de vuelta en el suelo.

No me reprimo cuando ver su sonrisa nuevamente me hace tomarle del cuello y besarle como ya se me está haciendo costumbre hacer. Sus manos caen con suavidad sobre mis caderas. Estoy a punto de reír al recordar que esta mañana, después de desayunar y a punto de dejar la habitación, él había bajado sus manos a través de mi espalda cuando me besó hasta que terminé por apartarle de un empujón nada más se pasó de listo. Probablemente es esa la razón por la que me sostiene del costado con tanto cuidado ahora mismo.

(...)

Mantengo mis manos sobre la cremallera de la chaqueta del uniforme, mis ojos sobre el lago con notorio temor. Pronto será mi turno y no estoy preparada. Este es un castigo, un castigo por parte de nuestro instructor a todo el grupo por haber, según él, bajado el ritmo y tomado a broma los entrenamientos. Una clara mentira para mí pero suficientemente creíble para él como para obligarnos a recorrer el lago a nado.

Mi cuerpo está deseando salir corriendo al pensarlo. Puede que de pequeña pudiera volver, con mucha ayuda, a meterme en la piscina y a permitirme sentir el agua del mar hasta mi cintura. Pero esto es un lago. Si el agua va a cubrirme, si tengo que nadar es la piscina el único lugar en el que me siento lo suficientemente cómoda. El color del lago, al igual que el del mar, me recuerda demasiado al día del accidente. Si el agua me cubre tengo miedo de terminar con un ataque de pánico.

Temerosa, doy un paso atrás, uno tras otro hasta quedar la última en la fila. Miro sobre mi hombro, esperanzada. Algún grupo ya está terminado, alejándose del lugar cada vez más mientras que a nosotros todavía nos queda el castigo para poder irnos. Empiezo a sentir la ansiedad.

El Oficial Garret está al frente, gritando que las personas vayan saltando. Cuando estoy cerca del inicio me decido por decir que no sé nadar. No quiero entrar ahí, no puedo entrar ahí.

Pero en un momento dado llego a ser la única que queda en la fila, todavía con mis botas puestas al contrario que el resto que ya ha ido saltando.

— Calzado fuera y salte al agua, cadete.

— No sé nadar —Miento. El Oficial señala el lago y tensa la mandíbula.

— Pues ve agarrándote a la orilla hasta llegar al puto final ¡Ahora!

Internado MilitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora