Capítulo 47 - Antiguos compañeros

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Canción en multimedia: I kinda miss you — Gracia Abrams

Capítulo cuarenta y siete — Antiguos compañeros

Despedirme de mi primo el miércoles está a punto de hacerme llorar. Me despierto antes, quedando con Aaron en la puerta del comedor y pegándome a él como una lapa. Literalmente. No le suelto ni al terminar de desayunar. Zeke aparece poco antes de irme, con una sonrisa sobre sus labios y el pelo aún húmedo. Apoya las manos sobre mis hombros y me desea suerte. "Eres como Aaron, estoy seguro de que todo te irá bien" me dice antes de ir a por su comida.

Un par de compañeros más de Aaron con los que he llegado a mantener más de un par de conversaciones también me dedican alguna corta frase a modo de despedida. Ese "A ver si nos volvemos a ver" de James y el inconfundible "Puedes visitarme cuando quieras" del fanfarrón de Derek.

Aaron me acompaña hacia la salida. Por el camino, Josh, ese chico de pelo castaño que se ha vuelto uno de los mejores amigos de Aaron aquí, como buen ganador de comida en partidas de póker que es, me pasa una bolsa de regalices rojos. "Para el camino" dice, revolviéndome el pelo y riendo con suavidad antes de entrar al edificio.

Después me es casi imposible seguir andando. Aaron me carga sobre su espalda, cargando también con mi bolsa hasta los autobuses. Tienen que darme más de cuatro avisos hasta que finalmente le doy el adiós definitivo a mi primo. Le abrazo con tanta fuerza que tengo miedo de romperle algo. Él me devuelve el gesto con la misma energía.

—Prométeme que te cuidarás —murmura en mi oído.

—Prometo que seré una chica imprudente, pero cuidadosa.

Ríe—. Te estás contradiciendo, Ally.

—Entonces sólo la parte de imprudente.

Perder su agarre llega a ser doloroso. Voy a echarle mucho de menos. Es prácticamente otra parte de mí, mi familia y mejor amigo al mismo tiempo. Ese de quien lo sé todo y que lo sabe todo de mí. Nadie nunca podría ocupar su lugar y saber que viceversa es igual me tranquiliza.

—Has conocido a mucha gente aquí, Ally. Has visto a gente que sigue siendo divertida y confiable, no dejes que la imagen que te creaste de tu padre joda la realidad ¿Vale?

Vuelven a ordenarme que suba al autobús, esta vez, más bruscamente.

Le dedico una última sonrisa a mi primo, asiento y me subo al autobús aún sin creerme si iba a poder cumplir con lo último. Creía que lo había hecho, juraría que fui capaz. Entonces, ¿por qué me sigue molestando tanto el tema?

Somos pocos y el autobús es pequeño, pese a eso no logro dos asientos sólo para mí, termino junto a un chico de pelo oscuro y mirada perdida. Ese que pronto se queda medio dormido hasta llegar al aeropuerto. Todo es como la otra vez, pero, sorprendentemente, tengo ganas de volver. Me apetece volver. Como si acabara de viajar lejos y ahora estuviera volviendo a casa, a ese lugar en el que me siento cómoda.

Tiro de las mangas de la chaqueta que le he quitado a Aaron antes de irme, tras aterrizar volvemos a otros autobuses, esta vez, de camino al internado. Logro tener ventanilla en este tramo de trayecto. Ventanilla y esos dos asientos para mí por fin.

Cuanto más cerca del internado estamos, más nerviosa estoy. Mi cabeza no deja de darle vueltas a cada situación vivida con esa persona hacia la que ahora mis pensamientos me guían. Sin poder evitarlo, una suave sonrisa tira de mis labios al encontrar la calle por la que anduvimos Blake y yo para llegar a la discoteca. Casi puedo volver a sentir el frío de aquel momento, la mirada cansada de Blake cada vez que rechazaba su ofrecimiento de dejarme la chaqueta. Yo era quien le había dicho que no hacía tanto frío antes de salir, no tenía ganas de tragarme mis palabras para un corto recorrido que teníamos que hacer.

Internado MilitarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora