Nuevos mundos

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El sombrero llevaba inmóvil en el suelo hacía unos diez minutos, mientras tanto Emma se había despedido de sus madres con un gran abrazo, seguida de Regina, que había susurrado a Mary y David

«Haré todo lo que esté en mi mano para devolveros a vuestra hija»

También habían abrazado a Tinker y a Ruby, que habían ido a decirles "hasta pronto" con los ojos humedecidos por la preocupación.

«¿Seguro que no podemos ir con vosotras?» preguntó el hada.

«Eso, un perro de guarda espalda podría servir» añadió la muchacha loba, con una débil sonrisa que escondía mal la tensión.

Pero ellas se vieron obligadas a rechazar también su ayuda, por culpa de las amenazas de la fantasmal autora. Y además estaban aliviadas por no tener que poner en peligro también las vidas de sus amigos y parientes, las personas que más amaban.

Al final, llegó la peor despedida. Henry parecía a punto de llorar, pero quería permanecer fuerte para no influenciar la decisión de sus madres, que solo estaban haciendo lo correcto: intentar eliminar un posible peligro que pendía sobre sus cabezas. Así que las aferró a ambas contra él, con el deseo de no soltarlas más.

«Volved a mí, ¿ok?» dijo el muchacho, y ambas asintieron con vigor, seguras de que lo intentarían de cualquier manera, pero no tanto de volver de aquel arriesgado viaje entre mundos.

Regina parecía no querer soltar al hijo, apretaba sus mejillas y lo miraba a los ojos en una tácita conversación, como si temiera no verlo más. Emma le puso una mano en el hombro, con mirada aprensiva. Tenía miedo de que Regina sufriera demasiado sin Henry, más que ella, dado que lo había criado y cuidado; nunca había estado tan separada de él, a excepción de Neverland. Y no quería repetir aquella experiencia.

«Vamos, amor» murmuró, besándole la sien.

Desordenó los cabellos del muchacho que las había hecho conocerse y que les había cambiado realmente la vida. Le sonrió, y después se dio la vuelta, encontrándose a Regina arrodillada frente al sombrero mágico, igual que aquella vez que inexplicablemente lo habían hecho funcionar, con su magia. Magia que, en aquel momento, no habían sabido reconocer como el Amor Verdadero.

«¿Lista?» preguntó Emma.

Regina hizo una señal con la cabeza y tomó ente las manos el sombrero, que inició a girar lentamente. Después la rubia apoyó su mano sobre su brazo, y el sombrero giró mucho más rápido, dejando aparecer una nube violeta. Las dos mujeres fueron absorbidas por el portal, y sus seres queridos se quedaron parados mirando el punto por el cual habían desaparecido, preguntándose si lograrían regresar con ellos.

«¿Dónde estamos?» preguntó la muchacha, confusa

«¿Ves todas esas puertas? Son los diversos mundos, y nosotras debemos intentar averiguar cuál es la del Bosque Encantado» explicó Regina, recordando los viajes que había hecho, solo que en aquellos viajes con el sombrero siempre había estado Jefferson con ella, era él el experto...y ella no sabía cuál era la puerta correcta.

«¿Qué hacemos? ¿Pinto pinto gorgorito?» dijo Emma, en tono cantarín

«No sé qué es esto de Pinto pinto gorgorito, pero creo que la única solución es elegir una al azar. Y si fuese el mundo equivocado, podremos volver atrás»

«Ok» concordó la rubia, dejando pasar el hecho de que ella había propuesto lo mismo, pero con palabras diversas.

Eligieron de común acuerdo la puerta que tenían delante, sobre la que había grabado un sombrero que de alguna manera las había confortado, y con las manos unidas en un agarre inseparable, entraron, cerrando de sopetón los ojos por la luminosidad que las había golpeado.

Operación familiaWhere stories live. Discover now